Belleza y erotismo

De vez en cuando, hago creer a algunas mujeres que me creo todas sus mentiras. Me encanta que me engañen y piensen que soy medio bobo o tonto y medio. No ha mucho tiempo, me sucedió con una mujer, tan bella, que hipnotiza con su hermosura. Después, cuando te reincorporas, percibes que su hipocresía erótica se desmorona.

Hay excepciones, pero sostengo que los varones nos sentimos seducidos por el físico de las féminas como primer síntoma de atracción. No conozco hombre que, en principio, desee ligar con una dama poco agraciada. Sucede que, con el tiempo, quizá una fea haga más feliz a un hombre que una dama de excelente fachada, cuerpo delirante y rostro hermosísimo. Ahora bien, como digo –y no se me califique de machista-, los varones, rara vez, dirigen su afán de conquista hacia señoritas de escasa estética.

No toda mujer hermosa tiene por qué ser tonta. Belleza e inteligencia también aparecen vinculadas en las féminas y entre los hombres. Ni una mujer poco atractiva tiene, por ese siempre hecho, ser un talento extraordinario. Tópicos típicos. Estupideces que derrotan cualquier debate al respecto.

Creí enamorarme de una dama bellissima, que diría un italiano. Hubiera estado dispuesto a perder mi alma –nunca a venderla- por su amor, incluso a diluirme en su esencia, pero sin perder mi personalidad. Pensé tanto en ella, reflexioné sobre mi papel a su lado, imaginé cómo me sentiría a su vera. Pero, poco a poco, ciertos detalles hacia mi persona, falta de delicadeza, de sensibilidad, dosis potentes de egoísmo, más unas cuantas mentiras sin piedad, me enfriaron. El sístole-diástole de mi músculo cardiaco se fue ralentizando cuando aparecía en mi vida;¡ me sentía aún  tan atraído físicamente por su carne, por su voz, por sus gestos! Pero mi ser, mi totalidad, mi esencia y mi carne,  ya no vibraba cuando la veía a unos centímetros de mis ojos. Me arrancó erotismo, me confundió…me alejé de ella. Me fui. Ya no estoy.

Eugenio-Jesús de Ávila