Eugenio de Ávila
Domingo, 20 de Diciembre de 2020
CON LOS CINCO SENTIDOS

No soy gran cosa

 [Img #47288] No me encuentro especialmente interesante  a veces, otras, puede que sí, cuando el día me va bien y he hecho lo que creo que se esperaba de mi persona. Pero tampoco lo tengo muy claro. No me pido mucho, no sea que luego no pueda darme por entero y me decepcione como ya me han decepcionado tantos y tantas otras personas en las que había depositado cierta esperanza de raciocinio y empatía. Prefiero no crear expectativas razonables ni racionales. Prefiero no crear expectativa alguna, no sea que me dé por hablar con mi habitual sinceridad y alguien me mande a la mierda sin conocerme de nada. Pues anda que no me ha pasado veces… Mirar a alguien a la cara, decirle que lo que hace no está bien, y acto seguido, amenazarte con decir a todo bicho viviente, que eres carne mortal, que sufres como todos y que eres débil. ¡Vaya novedad!  Quien me conoce, sabe de mí. Sin zarandajas. 

¿Sabéis otra cosa?, seguro que sí. Cuando te muestras tal y como eres, sin trampa ni cartón, con tus miradas amables y otras no tanto, la gente tiende a distraer la mente hacia otras latitudes. No interesa alguien que te dice la  verdad a la cara. No . Cada uno está muy a gusto en su cómoda existencia habitual y aburrida, sin que nadie le moleste en el letargo de las cosas sencillas y simplonas, ramplonas. Pero…¿Cuánto dura una persona sin ser ella misma, fingiendo ser otra? Pues muy poco,  para qué nos vamos a engañar. La mentira o el autoengaño duran poco, casi nada. No sirve, no compensa, no te reporta un beneficio que se pueda medir o pesar. No es nada de nada. Y te puede costar el todo. 

El aburrimiento vital me está haciendo esclava en una cárcel sin rejas, en un mundo con toque de queda a las diez de la noche. No puedo departir con mis amigos ni disfrutar de una buena “farra”. No puedo. No debo. No me dejan. No se debe. En soledad, no es lo mismo. No apetece hacer nada de nada. Sobrevivir, si acaso. Si esto no acaba pronto, me hallaré presa, con esposas y bozal, en un mundo líquido y tóxico. Aburrido mortalmente. 

Sácame de aquí y llévame lejos, allá donde las palabras no son ecos furtivos  y la música se disfruta a golpe de movimiento de cadera. Dime que me quieres, aunque no te guste reconocerlo, aunque ya casi se me haya olvidado y quizá, sólo quizá, vuelva a ser la de siempre. Contigo. 

Nélida L. del Estal Sastre 

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