CON LOS CINCO SENTIDOS
Todo por nada
Vendí mi alma al diablo un día de otoño o de invierno, ya no lo recuerdo bien. El dios del mal me hizo firmar un documento para conservar mi salud y bendecirme con amores, pero como era el diablo, me falló. Me mintió y ahora me hallo debiendo mi alma sin percibir nada a cambio que haya merecido la pena mi firma. Tengo que recuperar mi alma que andará por ahí de papel en papel, de libro en libro, perdida y asustada. Subastada en los círculos más terribles y oscuros del submundo. Un alma pía, buena, que se vendió por amor y por salud.
No sé el motivo, o sí, quizá fuese la cruel desesperación y esa cara que se me ofreció para la firma del cruel tratado, una cara amable y dulce como la miel. Y caí, de lleno, en las garras del dios del Averno. Ahora ando desesperada como mujer sin alma, buscando la mía por las esquinas de todos los lugares que conozco y algunos en los que jamás estuve. Sólo quiero recuperar mi ser, mi vida, mi esencia, para seguir siendo la que he sido siempre, la que nunca te falla si se lo pides, la que encuentras cuando la buscas si lo necesitas, la que está para todo y para todos. Pero ahora no estoy. No soy. Me han robado el ser.
Quiero volver a ver el sol, que me embrujen sus rayos y me calienten los huesos y la piel. Quiero amarrarme a la cintura de la vida y besarla con un beso de amor que nunca fenezca, imperecedero. Quiero recuperar el amor por mí misma que perdí con esa firma engañosa. Porque yo me quería, mucho. Quiero ser el yo de antes de irme a los infiernos, el que daba todo por nada, amor por dolor, palabras y empatía a cambio de indiferencia o cobardía.
Me lo gané, pero lo perdí de manera barata y aparentemente fácil. Me costó mi alter ego, mi yo y mi súper yo. Me lo costó todo. Moriré en el intento de recuperar mi esencia, pese a quien pese. Moraré en las escaleras del infierno hasta que me devuelvan lo que es mío, pagaré con un trozo de mi cuerpo si fuese menester, pero recuperaré mi lengua para hablar y mi corazón para sentir y para amar. Aunque me vaya el resto de la existencia en ello.
Nélida L. del Estal Sastre
Vendí mi alma al diablo un día de otoño o de invierno, ya no lo recuerdo bien. El dios del mal me hizo firmar un documento para conservar mi salud y bendecirme con amores, pero como era el diablo, me falló. Me mintió y ahora me hallo debiendo mi alma sin percibir nada a cambio que haya merecido la pena mi firma. Tengo que recuperar mi alma que andará por ahí de papel en papel, de libro en libro, perdida y asustada. Subastada en los círculos más terribles y oscuros del submundo. Un alma pía, buena, que se vendió por amor y por salud.
No sé el motivo, o sí, quizá fuese la cruel desesperación y esa cara que se me ofreció para la firma del cruel tratado, una cara amable y dulce como la miel. Y caí, de lleno, en las garras del dios del Averno. Ahora ando desesperada como mujer sin alma, buscando la mía por las esquinas de todos los lugares que conozco y algunos en los que jamás estuve. Sólo quiero recuperar mi ser, mi vida, mi esencia, para seguir siendo la que he sido siempre, la que nunca te falla si se lo pides, la que encuentras cuando la buscas si lo necesitas, la que está para todo y para todos. Pero ahora no estoy. No soy. Me han robado el ser.
Quiero volver a ver el sol, que me embrujen sus rayos y me calienten los huesos y la piel. Quiero amarrarme a la cintura de la vida y besarla con un beso de amor que nunca fenezca, imperecedero. Quiero recuperar el amor por mí misma que perdí con esa firma engañosa. Porque yo me quería, mucho. Quiero ser el yo de antes de irme a los infiernos, el que daba todo por nada, amor por dolor, palabras y empatía a cambio de indiferencia o cobardía.
Me lo gané, pero lo perdí de manera barata y aparentemente fácil. Me costó mi alter ego, mi yo y mi súper yo. Me lo costó todo. Moriré en el intento de recuperar mi esencia, pese a quien pese. Moraré en las escaleras del infierno hasta que me devuelvan lo que es mío, pagaré con un trozo de mi cuerpo si fuese menester, pero recuperaré mi lengua para hablar y mi corazón para sentir y para amar. Aunque me vaya el resto de la existencia en ello.
Nélida L. del Estal Sastre























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