Viernes, 14 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Jueves, 31 de Diciembre de 2020
COSAS MÍAS

Soñé con una pandemia vírica

[Img #47668]Una pesadilla me despertó de madrugada, alarmado,  sudando tinta, de mi descanso. Soñé que un virus chino se expandía por España,  en el mes de febrero; pero el Gobierno guardó silencio. Incluso permitió una manifestación el 8 de marzo. Y, de repente, nos confinó, porque corríamos peligro de contagiarnos. Pandemia vírica. Covid-19. Vivimos tres meses estabulados, como rebaño en redil. Murió mucha gente. Los ciudadanos aplaudíamos, siempre a la misma hora, a los profesionales de la salud. Y, cuando el ejecutivo considero oportuno concedernos la libertad de abandonar nuestras casas, el presidente, un señor muy guapo, con cara de narciso, nos dijo: “Salimos mucho mejor”. Y, como el personal se lo cree todo, más las mentiras que las verdades, se alborotó. Y, a partir de ahí, juergas y cachondeo. ¡Danzad, danzad, malditos!

Y, en la mitad del alborozo, cuando el sol castigaba almas y cuerpos, llegó una segunda ola a la playa de nuestra sociedad. Y, de nuevo, más contagiados, más muertos, más locura, más sin Dios. Nos obligaron a ponernos el bozal, vulgo mascarilla, para no contagiarnos entre nosotros. No hubo razones científicas para la mordaza, pero, como ya habíamos sido domesticados por el poder, nos paseábamos por las calles, comprábamos, hablábamos con los amigos, besábamos y hacíamos el amor con mascarillas. Después, nos cerraban los bares, cafeterías, restaurante y cafeterías. Y tampoco se supo por qué. Los políticos, seres caprichoso, a diestra y siniestra, por arriba y por abajo, más allá del bien y del mal, piensan y ejecutan. Consideran a la sociedad como un laboratorio en el que ensayar nuevas fórmulas. Después, el pueblo padece sus frívolas e irreales decisiones.

Y  también recuerdo que soñé que esta segunda ola arrastró hasta alta mar a un gran amigo, a una persona íntegra, capaz, inteligente. Ahora lucha contra la borrasca de la enfermedad, contra la tempestad del virus, en alta mar.

Decidí tirar de la manta, dejar las sábanas, ducharme, desayunar y salir a la calle. Y mi pesadilla se había convertido en realidad. Mi horrible sueño se ha enseñoreado de nuestras vidas. Nos han robado casi un año de respirar, de querer, de amar. He sentido como una muerte viva o como una vida muerta, un desvivir, un desandar, un desamar, un escribir sobre el agua, un hablar sin voz.

Ahora bien, no he soñado, sé que es verdad que la gran noticia del 2021 la protagonizará la construcción de la Biorrefinería de Barcial del Barco. 170 millones de euros de inversión, inyección económica histórica, jamás conocida en nuestra tierra. Merecerá la pena seguir viviendo para que ese sueño de Vicente Merino lo veamos hecho una realidad industrial.

Ahora, mientras escribo este último artículo de 2020, me he puesto metafísico. Creo que somos un sueño de Dios que se durmió en la noche del tiempo. Él nos sueña. Nosotros lo inventamos. Yo existo para ti que me lees, pero yo no existo para mí que pienso que escribo. Y nada más. Espero que me sigas leyendo al menos hasta el 31 de diciembre de 2021. Sigue soñándome mientras yo te sueño a ti.

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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