Deseos que han de cumplirse

Pediré esta noche, aunque no soy muy de creer en nada y tampoco de pedir gran cosa, que el 2021 sea intenso, pero para bien. Que la salud nos acompañe a cada paso. Que levanten cabeza aquellas personas a las que este año repulsivo y virulento ha doblegado moral, económica  o físicamente.  

   Que nuestros políticos tengan altura moral e intelectual (esto me da que, por mucho que lo pida, no lo veré ni por asomo) y se ganen el sueldo que entre todos les pagamos. Que pasemos momentos maravillosos e inolvidables con personas que merezcan la pena. Que los amigos, los buenos, se multipliquen para todos de manera exponencial y los malos, los tóxicos y dañinos hagan “mutis por el foro” a la de ya. 

   Que la buena gente gane y los malos se vayan sin hacen mucho ruido. No son necesarios. Que los niños se rían a placer y podamos oír pronto sus carcajadas y ver su gestualidad por las calles, sin miedo, ni distancias impuestas de seguridad.  Que los abrazos sean duraderos y calentitos, agradables y al por mayor. Que me beses cada día y cada noche, aunque sea con el pensamiento y hundas tu nariz entre mis cabellos para respirarnos mutuamente, como siempre.  

   Que el amor inunde las avenidas, las calles principales, las secundarias y los barrios de la periferia. Que el río Duero lo vea todo y nos empape con sus gélidas y purificadoras aguas. Que esas aguas encenaguen los malos modos y los ahoguen con un torrente infinito que limpie y haga relucir a las personas de bien, esas que luchan cada día por ti y por mí, las que se juegan el tipo, las que se sienten abandonadas y nos necesitan más unidos que nunca. Ahora. 

   No me olvides, no te olvido. Nos veremos y seremos. Amigos, hermanos, padres, abuelos. Familia. Mientras tanto, brindaré para que la tormenta y el granizo que acaban de caer en esta noble ciudad supongan el preludio de un venidero 2021 mejor y más justo. Brindo por ello.

Nélida L. del Estal Sastre