CON LOS CINCO SENTIDOS
El mar y la roca
Una gran roca estaba enhiesta en medio del mar, azul y tranquilo.
La roca desafiaba día y noche las aguas desde su prepotente altura y sólo porque estaba más alta, más cerca del sol en el día y de las estrellas y la luna en la noche. El mar no respondía, estaba en calma.
La roca, furiosa, seguía desafiando al mar, convencida de que jamás nadie le ganaría el envite y menos aquél que se hallaba por debajo de sus realidades. El mar no respondía, estaba en calma.
Una noche de feroz tormenta la tierra crujió y se abrió en el océano una grieta que engulló a la roca. Las aguas lo cubrieron todo. El mar, volvía a estar en calma.
Nélida L. del Estal Sastre
Una gran roca estaba enhiesta en medio del mar, azul y tranquilo.
La roca desafiaba día y noche las aguas desde su prepotente altura y sólo porque estaba más alta, más cerca del sol en el día y de las estrellas y la luna en la noche. El mar no respondía, estaba en calma.
La roca, furiosa, seguía desafiando al mar, convencida de que jamás nadie le ganaría el envite y menos aquél que se hallaba por debajo de sus realidades. El mar no respondía, estaba en calma.
Una noche de feroz tormenta la tierra crujió y se abrió en el océano una grieta que engulló a la roca. Las aguas lo cubrieron todo. El mar, volvía a estar en calma.
Nélida L. del Estal Sastre
























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