NOCTURNOS
Votar en la urna de tu cuerpo
Hoy, si me lo hubieras permitido, mujer, habría votado en la urna de tu cuerpo. Habría introducido la papeleta blanca en el Congreso de tu alma, y la naranja, en el Senado de tu carne. Pero no querías que te eligiese a ti. Preferiste que otros ciudadanos votasen tu candidatura al poder del amor. Yo soy lumpen, proletario, nada.
Yo siempre te hubiera elegido a ti, Isabel, como mi política favorita. Porque me enamoré de tus programa sexual y espiritual. Me ofrecías el doble placer carnal e intelectual. Tu cerebro me seducía tanto como tus senos, como tus inglés, como la depresión de tu vientre y el oasis de tu pubis. Pero no puedo amar con mi voto a la candidata que me desprecie, que prefiere a otra clase de hombre para que la lleve al poder.
Te habría votado siempre para que cambiases la sociedad que conforma este hombre que soy, con más tiempo pretérito que futuro, que atiende por Eugenio-Jesús de Ávila, cuando acude a las urnas femeninas, o por Uge, Gene o Geño cuando le llaman quienes le aman. Yo he vuelto a perder. Los poderosos siempre se quedan con lo mejor, contigo, amor.
Eugenio-Jesús de Ávila
Hoy, si me lo hubieras permitido, mujer, habría votado en la urna de tu cuerpo. Habría introducido la papeleta blanca en el Congreso de tu alma, y la naranja, en el Senado de tu carne. Pero no querías que te eligiese a ti. Preferiste que otros ciudadanos votasen tu candidatura al poder del amor. Yo soy lumpen, proletario, nada.
Yo siempre te hubiera elegido a ti, Isabel, como mi política favorita. Porque me enamoré de tus programa sexual y espiritual. Me ofrecías el doble placer carnal e intelectual. Tu cerebro me seducía tanto como tus senos, como tus inglés, como la depresión de tu vientre y el oasis de tu pubis. Pero no puedo amar con mi voto a la candidata que me desprecie, que prefiere a otra clase de hombre para que la lleve al poder.
Te habría votado siempre para que cambiases la sociedad que conforma este hombre que soy, con más tiempo pretérito que futuro, que atiende por Eugenio-Jesús de Ávila, cuando acude a las urnas femeninas, o por Uge, Gene o Geño cuando le llaman quienes le aman. Yo he vuelto a perder. Los poderosos siempre se quedan con lo mejor, contigo, amor.
Eugenio-Jesús de Ávila



















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