PASIÓN POR ZAMORA
Zamora será solo un precioso paisaje
La atmósfera es una dama a la que, de vez en cuando, le encanta maquillar a su amiga la tierra. A veces, echa mano de su amigo el sol para secarla, ponerla morena, acalorarla. De cuando en cuando, en nuestra provincia, la encanece con sus tintes de nieve mientras charla con el agua, a la que conoció en la escuela, cuando aprendía a llover. El ser humano más sensible refleja la nueva belleza con sus cámaras, que son la memoria de una máquina, recuerdos sin corazón.
Zamora, a no tardar, solo será naturaleza; una fotografía, añoranza, ucronía, lo que pudo ser y no fue. No habrá gente en nuestras sierras, bosques y campos. La fotografía que ilustra este texto, nos muestra un espacio bucólico en las cercanías de Tábara. El futuro de esta provincia por anticipado: Un riachuelo que atraviesa una selva mientras trinan los pajarillos, tiritando, en las ramas de los árboles y quizá algún ciervo transite por esa masa forestal para beber agua pura y refrescar su corona de astas. Precioso. Paisaje para un abrazo telúrico, para respirar oxígeno virgen, para sentir la infancia del homo sapiens sapiens.
Zamora, si sigue desangrándose, emigrándose, nevándose de olvido, solo será un bonito paisaje para que cualquier artista cursi lo inmortalice al óleo. Nos estamos convirtiendo en belleza sin alma, sin personas, sin sociedad, sin nada.
Eugenio-Jesús de Àvila ,
La atmósfera es una dama a la que, de vez en cuando, le encanta maquillar a su amiga la tierra. A veces, echa mano de su amigo el sol para secarla, ponerla morena, acalorarla. De cuando en cuando, en nuestra provincia, la encanece con sus tintes de nieve mientras charla con el agua, a la que conoció en la escuela, cuando aprendía a llover. El ser humano más sensible refleja la nueva belleza con sus cámaras, que son la memoria de una máquina, recuerdos sin corazón.
Zamora, a no tardar, solo será naturaleza; una fotografía, añoranza, ucronía, lo que pudo ser y no fue. No habrá gente en nuestras sierras, bosques y campos. La fotografía que ilustra este texto, nos muestra un espacio bucólico en las cercanías de Tábara. El futuro de esta provincia por anticipado: Un riachuelo que atraviesa una selva mientras trinan los pajarillos, tiritando, en las ramas de los árboles y quizá algún ciervo transite por esa masa forestal para beber agua pura y refrescar su corona de astas. Precioso. Paisaje para un abrazo telúrico, para respirar oxígeno virgen, para sentir la infancia del homo sapiens sapiens.
Zamora, si sigue desangrándose, emigrándose, nevándose de olvido, solo será un bonito paisaje para que cualquier artista cursi lo inmortalice al óleo. Nos estamos convirtiendo en belleza sin alma, sin personas, sin sociedad, sin nada.
Eugenio-Jesús de Àvila ,
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