Jueves, 20 de Noviembre de 2025

Miguel Ángel Vegas
Miércoles, 13 de Enero de 2021
IDEOLOGIAS

Populismo: la amenaza para las democracias liberales modernas

[Img #48235]Los acontecimientos que han ocurrido los últimos meses en los Estados Unidos de América, tenida como la principal democracia del mundo, y especialmente los de los últimos días, con el vergonzoso y preocupante episodio del asalto a la sede de la soberanía nacional del país instigada por su propio Presidente, han provocado infinidad de comentarios y reflexiones acerca del peligro de los populismos. Aunque el fenómeno del populismo no es nuevo, se manifiesta con nuevos métodos.

 

Existe cierto consenso en considerarlos una degeneración política que puede convertirse en una amenaza autoritaria y excluyente (incluso en ocasiones auspiciada y potenciada desde el propio poder). Normalmente se inicia como una corriente o movimiento surgido de la gente con apariencia de espontaneidad, para defender asuntos que interesan a una mayoría, muy genéricos, y para los que se propone soluciones sencillas, simplistas y contundentes (normalmente en contra de alguna minoría).

 

Amparados en su pretendida representación de “la gente” y con grandes dosis de victimismo, porque necesitan un “enemigo” (ya sea el sistema, el capitalismo, los de arriba, los inmigrantes, la mayoría...) intentan desgastar el poder del Estado por todos los medios, incluidos los violentos (acosos, manifestaciones, insultos o cosificación del adversario).

 

En realidad, se trata de atacar al Estado en todas sus vertientes, para subvertirlo, socavarlo y destruirlo; y desde ahí fomentar un modelo iliberal, cuando no totalitario.

 

Pero no es sólo en las calles y en los ataques físicos donde actúa el populismo contemporáneo, sino que han encontrado su mejor caldo de cultivo y mayor repercusión en el activismo mediático. Es precisamente en los medios de comunicación, tanto tradicionales como- sobre todo-los nuevos (redes sociales, canales de internet,...) donde despliegan su arma más contundente, aunque nada novedosa: la mentira constante e insistente y el ataque repetido a sus críticos y a las Instituciones democráticas y garantistas.

 

 Es una permanente y machacona guerra de guerrillas moderna de acoso y derribo, en la que cada ciudadano simpatizante es un militante con un arma en sus manos: su teclado. Los populistas tienen ejércitos en la sombra con activistas de carne y hueso y también con tecnología punta a través de robots y algoritmos de repetición de mensajes de propaganda dañina.

 

Y precisamente en esa batalla es donde las democracias fuertes están demostrando- mediante las Instituciones democráticas- su verdadero carácter de independencia, fortaleza y estabilidad. Su arma es la Justicia y la defensa de la libertad, mediante el imperio de la ley.

 

Pero hasta de eso los populistas sacan provecho e intentan darle la vuelta, sacándose de la manga acusaciones de “no respetar la voluntad popular “. Intentan con ello nuevos ataques a todo lo que nos ha traído hasta aquí: la democracia representativa, la libertad de pensamiento, el derecho a participar libremente, el acatamiento de las leyes, el respeto a la autoridad y a los poderes legítimos del Estado, la libertad de opinión y el respeto a la discrepancia. Justo todo lo que ellos pretenden destruir, fomentando enfrentamientos y creando malestar.

 

Los populismos - y más los que tienen medios y recursos-funcionan amparados en mentiras constantes, en turbios manejos de big-data, en movilizar pasiones primarias y primitivas.

 

Son lo más ajeno al humanismo y la luz de la Ilustración que inspiraron la expansión de derechos humanos, civiles y políticos y sus más sólidas herencias: la democracia liberal representativa, la separación de poderes y las garantías de derechos y libertades del ciudadano.

 

Con fallos, errores y problemas, pero con indudable progreso para la humanidad, gracias a la influencia liberal se han venido incorporando mejoras a nuestras sociedades desde hace más de 200 años.

 

Y las alternativas que se propusieron, implantaron y hemos conocido hasta ahora (muchas de ellas inspiradas en populismos) han sido estrepitosos fracasos, tanto en estabilidad como en desarrollo, vidas humanas y libertades.

 

Yo no quiero que vivamos eso. No quiero populistas en mi vida. No quiero populismos en mi país. No quiero perder la democracia que tanto nos ha costado conseguir y que llevamos cuatro décadas disfrutando.

 

Miguel Angel Vegas

Ciudadano preocupado.

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