NOCTURNOS
No amar aburre
![[Img #48778]](https://eldiadezamora.es/upload/images/01_2021/2911_divina.jpg)
Hay gente que se aburre mucho. Ya, en la infancia, me relacioné con niños que transmitían tristeza, aunque lo tuvieran todo. Conozco a personas que disfrutan con nada. Verbigracia: un servidor. Nunca padecí tedio. Si bien, sé de personas que me provocan languidez y apatía. Cuando se aproximan a mi espacio, me deprimo. Me temo que el hombre y la mujer tediosos no aman. Si no estás enamorado, se vive como por inercia, porque toca, porque eres un cobarde. Pasar por la vida sin amar es como no haber vivido, como nacer muerto, pero con los ojos abiertos. Si no se ama, te conviertes en un idiota, en un badulaque, en un baldío.
Hay gente a la que amar le aburre. Sostengo que son varones y féminas a los que les da miedo amar, porque no soportarían que un día se les apagase la pasión. Hay personas que, cuando inician una relación erótica, ya piensan en cómo será el final de su historia de amor. Aman con miedo. Cada beso es como una despedida, porque quizá no habrá otro, como si los labios careciesen de memoria. Y la cópula se les antojará como el testamento húmedo y gozoso del amor.
Yo nunca he tenido miedo a amar. Amé hasta causarme dolor, como si fuera a morir de amor. Me entregué como un poseso, como si no hubiera otro amor, otros senos, otros ombligos y, ante todo, otros talentos, elegancia, inteligencias. Y los hubo.
Siempre amé más la última vez, pero, porque jamás pensé en que hubiera otra dama que me enamorase como la que protagonizaba mi vida erótica en ese instante. Y la hubo. Ahora mismo, cuando enero muere, rodeado de las plañideras del coronavirus, sé que amó y deseo que sea mi última pasión antes de que las parcas me conquisten y me obliguen a copular con la muerte, la única dama que solo admite una noche de lujuria.
Eugenio-Jesús de Ávila
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Hay gente que se aburre mucho. Ya, en la infancia, me relacioné con niños que transmitían tristeza, aunque lo tuvieran todo. Conozco a personas que disfrutan con nada. Verbigracia: un servidor. Nunca padecí tedio. Si bien, sé de personas que me provocan languidez y apatía. Cuando se aproximan a mi espacio, me deprimo. Me temo que el hombre y la mujer tediosos no aman. Si no estás enamorado, se vive como por inercia, porque toca, porque eres un cobarde. Pasar por la vida sin amar es como no haber vivido, como nacer muerto, pero con los ojos abiertos. Si no se ama, te conviertes en un idiota, en un badulaque, en un baldío.
Hay gente a la que amar le aburre. Sostengo que son varones y féminas a los que les da miedo amar, porque no soportarían que un día se les apagase la pasión. Hay personas que, cuando inician una relación erótica, ya piensan en cómo será el final de su historia de amor. Aman con miedo. Cada beso es como una despedida, porque quizá no habrá otro, como si los labios careciesen de memoria. Y la cópula se les antojará como el testamento húmedo y gozoso del amor.
Yo nunca he tenido miedo a amar. Amé hasta causarme dolor, como si fuera a morir de amor. Me entregué como un poseso, como si no hubiera otro amor, otros senos, otros ombligos y, ante todo, otros talentos, elegancia, inteligencias. Y los hubo.
Siempre amé más la última vez, pero, porque jamás pensé en que hubiera otra dama que me enamorase como la que protagonizaba mi vida erótica en ese instante. Y la hubo. Ahora mismo, cuando enero muere, rodeado de las plañideras del coronavirus, sé que amó y deseo que sea mi última pasión antes de que las parcas me conquisten y me obliguen a copular con la muerte, la única dama que solo admite una noche de lujuria.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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