NOCTURNOS
Un alma sin sombra
Tú fuiste. Pretérito imperfecto. Ya no eres. Presente de indicativo. Yo soy. Fui un fue. Perdona este juego verbal. Eres pasado. Pasaste. Recuerdo tu rostro, hermoso; tus piernas, divinas; tus senos, una tentación. Solo eso. Arte sin sangre. Arte sin emoción. Arte hielo. Talento sin alma. Nunca amarás a nadie, porque todo tu amor te lo dedicaste a ti misma.
Contigo, en verdad, no se pierde el tiempo. Se aprende a no amar, a fingir, a no ser lo que se es. Y, cuando una persona, mujer u hombre, desconoce cómo se ama, jamás siente la vida, ni la disfruta; más bien diría que la gasta, que la pierde, que se esfuma, cual paisaje de Da Vinci. Y ya la belleza se difumina, se diluye, se evapora. Sí, lo afirmo, me pareces una mujer bellísima, que diría un varón florentino. ¿Mérito? ¿Esculpiste tu hermosura? No, en absoluto. Construiste un cuerpo de mármol, frío y rosa, helado y brillante. Nada más. Decoras el ambiente, la estancia, la alcoba.
Una mujer como tú destruye las ganas de conjugar el verbo amar, la ilusión, la poesía, las ganas de vivir, de saltar, de sonreír, de cantar. Una dama como tú te transforma en un hombre opaco, inane, incoloro, en un alma sin sombra, en un cuerpo sin sangre.
Eugenio-Jesús de Ávila
Tú fuiste. Pretérito imperfecto. Ya no eres. Presente de indicativo. Yo soy. Fui un fue. Perdona este juego verbal. Eres pasado. Pasaste. Recuerdo tu rostro, hermoso; tus piernas, divinas; tus senos, una tentación. Solo eso. Arte sin sangre. Arte sin emoción. Arte hielo. Talento sin alma. Nunca amarás a nadie, porque todo tu amor te lo dedicaste a ti misma.
Contigo, en verdad, no se pierde el tiempo. Se aprende a no amar, a fingir, a no ser lo que se es. Y, cuando una persona, mujer u hombre, desconoce cómo se ama, jamás siente la vida, ni la disfruta; más bien diría que la gasta, que la pierde, que se esfuma, cual paisaje de Da Vinci. Y ya la belleza se difumina, se diluye, se evapora. Sí, lo afirmo, me pareces una mujer bellísima, que diría un varón florentino. ¿Mérito? ¿Esculpiste tu hermosura? No, en absoluto. Construiste un cuerpo de mármol, frío y rosa, helado y brillante. Nada más. Decoras el ambiente, la estancia, la alcoba.
Una mujer como tú destruye las ganas de conjugar el verbo amar, la ilusión, la poesía, las ganas de vivir, de saltar, de sonreír, de cantar. Una dama como tú te transforma en un hombre opaco, inane, incoloro, en un alma sin sombra, en un cuerpo sin sangre.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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