Mª Soledad Martín Turiño
Lunes, 25 de Enero de 2021
ZAMORANA

Siempre adelante

[Img #48851]No quiero resignarme; de hecho, a pesar de las tribulaciones que nos pone la vida, de las zancadillas de la gente, y de los inconvenientes con los que hay que bregar cada jornada desde que iniciamos el día hasta que caemos rendidos al acostarnos; a pesar de todo -insisto- no voy a doblegarme y, lejos de encogerme en un rincón lamentando la suerte que me aflija, voy a hacer aquello que me enseñaron desde niña: luchar, levantarme las veces que haga falta, en cada caída, en cada tropiezo y elevar la cabeza mirando hacia arriba para seguir adelante. Se lo debo a quienes me enseñaron a no desfallecer, a aquellos de quien, sin advertírmelo, aprendí que la vida no es fácil, que debemos pagar un tributo porque nada es gratis.

 

Casi desde que empezamos a tener uso de razón comienzan las obligaciones: la escuela, las normas, el aprendizaje, el hacer amigos… nos lo disfrazan como tareas divertidas, pero no lo son; tienen un coste y, sino que se lo pregunten a los niños tímidos y retraídos que les cuesta integrarse, o al intrépido que es preciso contener porque su carácter enérgico amenaza con arrasarlo todo. Después, una vez que hemos pasado por las horcas caudinas de una obligada formación, hay que ganarse la vida, buscarse el pan y conseguir un trabajo para asegurarnos el futuro; aquí ya empieza lo complicado porque es preciso lidiar con el de enfrente que rivaliza para conseguir un buen cliente, validar su idea u obtener un ascenso; aceptar las decisiones de un superior con escasas facultades, demasiado exigente, o que busca tan solo su propio beneficio. A eso hay que añadir las expectativas que cada uno se marque en su vida y el carácter que imprima en ellas; hay personas que son conformistas y no se plantean grandes retos ¡puede que sean más felices!; sin embargo, hay otras que se involucran, que luchan para que las cosas vayan mejor en su vida, o en la sociedad que les rodea. Estas personas, luchadoras, comprometidas, dan el máximo por aquello que consideran justo: proyectos, ideas, aspiraciones… todo está en su hoja de ruta para favorecer un poco más la sociedad que habitan.

 

No obstante, cuando las cosas se paralizan, cuando llegan las envidias o las dificultades después de haber luchado tanto sin obtener los resultados esperados, esta gente se desmorona, se derrumba y lo da todo por perdido; claro que, siendo como son, este derrumbe anímico -lógico, por otro lado- dura un tiempo, lo suficiente para rearmarse y continuar en la misma pugna. Esa es la gente que admiro: las personas valientes, emprendedoras, que se implican para que su ciudad, su trabajo o su ocio les complete como individuos y, de paso, mejorar un poco la sociedad en que viven. Así que, a pesar de las trabas, de las reiteradas negativas, de las críticas, o de que parezca que no hay salida…. ¡tomad aire, levantar la vista…y continuad adelante!

 

Mª Soledad Martín Turiño

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