NOCTURNOS
Sin esperar nada
Yo no sé si es amor, pero todos los días, desde el alba, cuando penetra la primera luz por las rendijas de las persianas de mi balcón, hasta que me ofrezco al lecho, cuando el silencio reina entre las pestañas de mi soledad, pienso varias veces en esa mujer, una dama tan hermosa como culta, tan elegante como discreta. Quizá no sea amor, y solo mi alma, vaho de Dios, necesite contemplarla, asirla, oírla, escucharla, para saber que existe más allá del deseo, que me importa más que mi carne y mis huesos.
Si me amase, quizá la valorase menos. No sé. Pero me parece muy vulgar amar a quien te ama. La poesía nace del desamor y de la muerte. El verso lo crea la impotencia de querer a quien nunca te querrá, a quien te desprecia, a quien te ignora. Las estrofas buscan la rima entre el desengaño, el desafecto, la orfandad de cariño, el desdén, el olvido. El verdadero amor duele porque se quiere desde dentro, porque alcanza tal profundidad que, si se pierde, te destruye, te desmorona. El amor grande, como la vida, siempre se teme perder. No amas por amar. No vives por morir. Pero yo la amo sin esperar nada, ni una caricia, ni una hermosa palabra, ni un beso.
Eugenio-Jesús de Ávila
Yo no sé si es amor, pero todos los días, desde el alba, cuando penetra la primera luz por las rendijas de las persianas de mi balcón, hasta que me ofrezco al lecho, cuando el silencio reina entre las pestañas de mi soledad, pienso varias veces en esa mujer, una dama tan hermosa como culta, tan elegante como discreta. Quizá no sea amor, y solo mi alma, vaho de Dios, necesite contemplarla, asirla, oírla, escucharla, para saber que existe más allá del deseo, que me importa más que mi carne y mis huesos.
Si me amase, quizá la valorase menos. No sé. Pero me parece muy vulgar amar a quien te ama. La poesía nace del desamor y de la muerte. El verso lo crea la impotencia de querer a quien nunca te querrá, a quien te desprecia, a quien te ignora. Las estrofas buscan la rima entre el desengaño, el desafecto, la orfandad de cariño, el desdén, el olvido. El verdadero amor duele porque se quiere desde dentro, porque alcanza tal profundidad que, si se pierde, te destruye, te desmorona. El amor grande, como la vida, siempre se teme perder. No amas por amar. No vives por morir. Pero yo la amo sin esperar nada, ni una caricia, ni una hermosa palabra, ni un beso.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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