Domingo, 23 de Noviembre de 2025

Kebedo
Viernes, 29 de Enero de 2021
MI VECINA MARISOL

Monte la Reina

[Img #49036]En primer lugar, y antes de nada, quiero manifestar mi agradecimiento a El Día de Zamora y particularmente a Eugenio De Ávila por permitirme publicar mis reflexiones y, sobre todo, las de mi vecina Marisol que es la que maneja el cotarro, en éste magnífico e independiente medio de comunicación digital. Hoy cumplo 100 artículos de opinión publicados y me hago un homenaje junto a mi vecina, con mascarilla, eso sí, y a la distancia reglamentaria. Muchas gracias Eugenio por aguantar estas elucubraciones.

 

Y ahora, vamos al mondongo.  No es nada nuevo decir que en Zamora somos bastante apáticos, que no reivindicamos, que no protestamos aunque nos pisen, que no salimos a la calle a pelear por lo que nos corresponde, ni siquiera por lo que es nuestro. Nos han quitado prisiones, cuarteles, industrias, fábricas, y solo hemos salido a defender la transformación del cuartel del Regimiento de Toledo nº 35 en Campus, y no fueron pocas las burlas hacia los reivindicadores; burlas desde la propia capital, desde los propios vecinos que, en lugar de unirse a la petición, hicieron chanza de los allí reunidos.

-Desde Viriato no he visto cosa igual, y con Viriato yo no estuve-, me dice mi vecina Marisol, medio en broma, medio en serio.

 

 La cuestión es que Zamora está necesitadísima de inversiones, de reactivación económica, está necesitada de un empuje que frene esta terrible desescalada laboral, comercial e industrial que padecemos y que se convierte en otra crisis demográfica de dimensiones impensables hace pocos años. Necesitamos con urgencia algo que cambie el sentido la introvertida espiral económica que padecemos y que favorezca el crecimiento. La Biorrefinería de Barcial del Barco, después de décadas de peregrinaje por las instituciones, parece que va a despegar definitivamente, a ver si es verdad. Muy bien, menos es nada, pero necesitamos mucho mas, infraestructuras técnicas , físicas y tecnológicas que eviten la debacle económica y sociológica  que se nos avecina.

 

Y, desde hace unos tres años más o menos, se nos ha presentado una magnífica oportunidad para que este despegue se haga realidad.  El Ministerio de Defensa, como creo ya sabe todo el mundo, está muy interesado en ocupar los terrenos situados entre Zamora y Toro, las antiguas instalaciones militares de Monte La Reina, para traer un par de batallones de militares que, con sus respectivas familias, iban a recobrar la vida y la economía, como mínimo de Zamora y Toro y, por ende, de toda la provincia. Militares que llegarían con sus familias y que necesitarán alimentación, vestido, ocio, escuelas e institutos, es decir, que necesitarán vivir y consumir y, por lo tanto, contribuirán a la revitalización de la economía de la provincia. Esto, que parece sencillo de entender, para algunos, sobre todo los políticos, parece que no les ha entrado bien en la mollera.

 

-Será porque la tienen dura …, o vacía, que es peor-, dice mi vecina Marisol.

 

Yo creo que Monte La Reina será la tabla de salvación de esta provincia o, por lo menos, el comienzo de la salvación ya que, como comentaba al principio, se necesitan más infraestructuras. Pero una cosa anima a la otra y así se generara una espiral de crecimiento que acabará con esta depresión económica  y demográfica que nos está dejando la provincia como un solar.

 

Este objetivo ha sido uno de los puntales de la Organización Zamora 10, en la que están integradas las asociaciones empresariales e instituciones, lideradas, si se me permite, por Caja Rural.  Zamora 10 lleva trabajando en ello desde su nacimiento y sus avances y logros son notorios y conocidos aunque no todos quieren reconocerlo. Consiguieron traer al JEMAD a Zamora y lograron convencerle de que Monte La Reina era el sitio ideal para las pretensiones del Ministerio de Defensa. Y el único inconveniente que pusieron los militares fue que no disponían de presupuesto para el traslado de los batallones desde Madrid y para la construcción y acondicionamiento de los terrenos.

 

-Bastante hacen que ponen el sitio- apostilla mi vecina.

La valoración que se hace del coste de la operación se tasa en 85 millones y lo que pide el Ministerio de Defensa es que alguien corra con esos gastos.  Ante éste planteamiento tan interesante lo lógico,  en cualquier sociedad con la cabeza bien amueblada, hubiese sido que todos los estamentos, tanto públicos como privados,  se pegaran para poner la pasta y, si se me permite, colgarse la medalla de haber contribuido a la salvación de ésta, tan depauperada, provincia.

 

-Ja, ja-, dice Marisol, -ni uno se movió, maricón el último, dijeron. Que los ponga otro-, dijeron.  

-¡Marisol, no empieces con las palabrotas!- le recrimina su amiga Concepción, ya sabéis, esa funcionaria eficiente que no dice nunca tacos.

 

Y, a todo esto y entre medias, hubo elecciones y claro, Pedro “el guapo” Sánchez apareció por Zamora a hacer campaña y prometió, vaya si lo prometió, que Monte La Reina recibiría lo que hiciese falta para que los militares se instalasen aquí y que no continuara Zamora con el acuciante problema de despoblación. Y el señor Sánchez salió elegido presidente y … ¡perdió la memoria!.

 

Bueno, no tiene importancia, Zamora tiene representantes políticos en el congreso y en el Senado que le refrescarán la memoria al presidente y le recordarán que tiene que poner un poquito de “tela” para ese proyecto tan bonito del que habló en el Teatro Ramos Carrión.

 

-¿Se acordará de que existe en Zamora un magnifico teatro dedicado a Ramos Carrión?-, pregunta mi vecina con un poco de guasa.   

-Claro que se acordará, ¡cómo va a olvidarse de una cosa semejante! -, le responde Concepción.

-No lo tengo yo nada claro-, replicó Marisol.

 

Bueno, pues el caso es que todos se hicieron “el longuis” y cantaron eso de “pío, pío , que yo no he sido” y no quisieron saber nada de quien iba a poner el dinero para el proyecto. Pero es que ni los mismos políticos del PSOE, que deberían encabezar la propuesta, por vergüenza torera en primer lugar y porque deberían estar convencidos de que ese proyecto es vital para Zamora, hicieron nada “relevante” salvo salir en los medios diciendo que esto sale “sí o sí”, pero nada más y el resto, todos quietos.

 

Dejemos al margen que la llegada de la pandemia ha paralizado todos los proyectos y que la demora en la aprobación de los Presupuestos Generales de Estado, gracias a que la amabilidad de una oposición, tan inteligente como una caja de Parches Sor Virginia, no ha permitido destinar una partida a éste menester. Al final una irrisoria cantidad de 350.000 se ha incluido en el presupuesto de éste año, se supone como señuelo o como garantía de que el expediente está abierto y se continuará completando en ejercicios fiscales sucesivos. Por lo menos eso es lo que se defiende en las filas socialistas, no sé si con mucho convencimiento.

 

-Pero son 85 millones, con 350.000 no tenemos ni para vestir a los operarios-, apostilla, con razón, mi vecina.

 

Bien, pues ayer, como en otras muchas ocasiones, Caja Rural ha salido a la palestra y, con sus “reales” por delante, ha dicho que los 85 millones los presta a interés cero. Ahí está el dinero, ya no podemos decir que no hay financiación.  Evidentemente hay que devolverlo, pero ahora hay tiempo para que políticos,  instituciones y organizaciones empresariales se pongan manos a la obra para ver qué parte pone cada uno y no demorar más una obra importantísima como es este asuntillo del que llevamos hablando ya tres años.

-A que alguno vuelve a mirar para otro lado a pesar de esto-, protesta Marisol.

-Que no, mujer, que esta vez sale, ya lo verás-, le contesta Concepción haciendo gala del optimismo y la alegría que la caracterizan.

 

Y se fueron las dos, con el garbo que derrochan, porque no pude invitarlas a celebrar estos cien artículos ya que en los bares no se puede entrar y en las terrazas hace mucho frío. 

Kebedo.  

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