Domingo, 23 de Noviembre de 2025

Miguel Ángel Vegas
Domingo, 31 de Enero de 2021
CONTROL

Camino acelerado hacia el Auto-Panóptico

[Img #49114]La sociedad actual, con su despliegue de medios tecnológicos, facilidad de comunicaciones e invitación a que compartamos en las redes sociales hasta el más mínimo detalle de nuestras vidas, está provocando justo lo contrario de lo que creemos.

 

Pensamos que tenemos libertad absoluta (y aparentemente así es) pero no somos conscientes del juego al que se nos invita. Cuantos más datos ofrezcamos, más opiniones difundamos y más nos mostremos, más facilitamos el objetivo final de los detentadores del poder: tenernos controlados.



La teoría del panóptico (inicialmente inspirada en la filosofía utilitarista, para un mejor y más eficiente control en el ámbito carcelario) ha ido adquiriendo matices sociales más extendidos e intensos, para ir implantando un comportamiento dócil y disciplinado en la sociedad.


De esta manera, el poder se asienta más plácidamente gracias a la vigilancia, el control y la adecuación a lo que se considera un correcto comportamiento, por parte de la ciudadanía.


La visión posterior del filósofo Foucault nos advierte de ello: se pueden ir imponiendo conductas a los ciudadanos, bajo la presión de saber que están vigilados. Recordemos la vida en los países del Este en los años 60 y 70, donde este comportamiento se generalizó, llegando a considerarse normal. Y donde, además, se reforzaban dichos comportamientos premiándolos, castigando a los “no alineados” , contando para ello con una red de funcionarios y de colaboradores chivatos que-por miedo, envidia o ambición- contribuían al afianzamiento del asfixiante sistema.


Este conglomerado de actuaciones, conscientes y no conscientes, termina por convertirse en un modelo de comportamiento social de autogestión    (pues permite que ya no sea tan necesaria la presión y despliegue de medios por parte del poder del Estado o de las empresas) y también un modelo de autocensura, pues evita que- a título individual o colectivo- se levanten voces o se generen acciones discrepantes o de rebeldía. En definitiva, se impone “el silencio de los corderos”.


Tengo para mí que la evolución de la situación social que se está provocando y favoreciendo con la pandemia y todo el despliegue de informaciones alrededor de ella, está llevándonos a la maximización de esta teoría panóptica:

ya no es necesario un mecanismo central y un poder continuo vigilantes a modo de Gran Hermano. Ahora,cualquier persona, vecino, compañero, o incluso familiar, se erige en representante o brazo inquisitorial ejecutor  del poder.

La vigilancia es visible (porque la facilitamos nosotros mismos) e invisible (por las herramientas tecnológicas de rastreo, seguimiento y depósito de big-data que permiten que podamos ser observados, pero sin saber cuándo y cómo).

Esto provoca que se convierta en una forma de control más sutil aún. Ya no es sólo el control directo sino “la amenaza de la posibilidad de ser vigilado y monitorizado”. Estamos en el camino de asumir que se nos vigile, controle, reprima, limite, oriente, sancione ... y que no debamos ni podamos discernir, oponer, discrepar, opinar, reflexionar o rechazar lo que entendamos que no corresponde a los valores más vinculados al ser humano: libertad individual, capacidad de relación y sociabilidad, libertad de opinión y pensamiento, etc.

Nos dicen que es “por nuestro bien y por el bien de la sociedad”. Nos proporcionan multiplicidad de herramientas de diversión, ocio, entretenimiento y virtualidad relacional, para tenernos ocupados y distraídos. Y encima, colaboramos.

Con nuestro comportamiento estamos contribuyendo a elaborar un gigantesco, real y peligrosamente eficaz auto-panóptico. No quiero caer en la paranoia, pero la deriva parece peligrosa.

Aceptar limitaciones, imposiciones, controles y encima colaborar en ello aprovechándose del natural y humano instinto individual de supervivencia, por un lado, y los instintos comunitarios de colaboración y solidaridad, por otro, es un juego sucio que estamos en la obligación de identificar y afear.

Por responsabilidad social y respeto a la humanidad, aunque por ello seamos señalados con el vocablo de moda: “negacionista”.

El panóptico ya está entre nosotros.

Somos nosotros.

Miguel Ángel Vegas

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