Domingo, 23 de Noviembre de 2025

Mª Soledad Martín
Lunes, 01 de Febrero de 2021
ZAMORANA

Ni ética ni moral

Vivimos en una sociedad devaluada, en la que todo y todos tienen un precio, y no resulta difícil observar cómo cada día personas anónimas o conocidas sucumben a su ética en pro de un beneficio personal o profesional; individuos que escalan sobre las cabezas de otros para conseguir un mejor puesto, gente que se vende al mejor postor para lograr una prebenda, e incluso entidades aparentemente morales y serias que renuncian a pactos escritos si con ello adquieren un posicionamiento social más favorable o, simplemente condiciones económicas más ventajosas.

 

Conceptos tan elevados como moral o ética se relegan ante el lucro o la recompensa y la sociedad se devalúa con actos que afrentan y envilecen a quienes actúan de manera tan inadecuada. Por otra parte, como cada acción se queda sin castigo, este ejemplo nefasto se instala en la mente de una sociedad que asiste sorprendida a comportamientos reprobables y cunde el ejemplo de que se haga lo que se haga no va a tener consecuencias. Decía Camus que “un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo” y me pregunto cuántas bestias caminan por esta senda vanagloriándose de sus actos porque se saben impunes.

 

No es preciso dar nombres porque en la mente de todos están los hechos de personas e instituciones reflejadas en estas líneas; hay quien sale del país para escapar de la opinión pública que le asediaría por su detestable proceder; algunos lo hacen para pagar menos impuestos, otros esconden su patrimonio en paraísos fiscales; los hay que se ocultan tras sus cargos públicos para obtener prebendas; los políticos juegan a la mentira para disfrazar la verdad que se niegan a ver y, de esa forma, eludir responsabilidades y no tomar decisiones; las compañías farmacéuticas, en un momento tan grave como el que estamos viviendo, se venden al mejor postor para ofrecerles sus vacunas dejando sin ellas a países con los que se habían comprometido previamente….y así seguiría con una lista tan larga como abominable. 

 

Quiero creer, en mi proverbial ingenuidad, que exista todavía alguien que no sucumba a lo crematístico y asuma sus compromisos, de la índole que sean, con rectitud y honestidad. Hace años tuve la fortuna de ser testigo de cómo pretendían comprar a un querido compañero, ya tristemente fallecido, otorgándole un cargo superior a cambio de su silencio (él era un activista militante de la entonces CNT), y su negativa fue tajante. Cuando veo que la sociedad se enfanga con actitudes detestables, le recuerdo con orgullo porque continuó en su labor de siempre, con la conciencia tranquila y la voz presta para denunciar situaciones injustas sin tener que rendir tributo a nadie o bajar la cabeza. ¡Una gran persona y un buen amigo!

 

Mª Soledad Martín Turiño

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