Miércoles, 26 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Domingo, 07 de Febrero de 2021
COSAS MÍAS

Nunca supe escribir al dictado

[Img #49403]No escribo al dictado. Ni ahora ni nunca. Incluso, cuando era una larva de periodista, en el auténtico El Correo de Zamora, se me censuró por citar Azaña, anécdota que ya he contado ha tiempo. No soy la voz de su amo. Nunca tuve amo. Solo dirigí La Voz de Zamora hasta que el capital me obligó a escribir contra un político zamorano y me negué. Me echó. Un honor.

 

Todos artículos que he escrito, en los últimos meses, cientos, sobre la sociedad zamorana, sobre nuestros políticos y empresas, los escribo porque me da la real gana, porque puedo y porque a mí ya no me calla nadie, salvo que me den el matarile. Lo que expreso, día tras día, sin faltar ni uno solo a la cita, me lo dicta mi único amo: mi corazón, y porque me lo pide mi editora: mi alma. Hay un profundo amor hacia mi Zamora, que es la suya, que es la de todos, la de la gente sencilla y humilde, la de las personas sensible, la de las mujeres y hombres que nacieron aquí o crecieron respirando el aire de nuestra atmósfera, y se perdieron entre nuestra niebla en las largas jornadas de otoño e invierno.

 

Como esta ciudad la llevo grabada entre mis aurículas y ventrículos, porque me marca el ritmo, al compás del sístole-diástole de mi músculo cardiaco, ese corazón que nunca quiso contraer matrimonio con otra víscera, necesito mostrar sus heridas para sanarlas entre todos; quiero los profundos tajos que causó la guadaña de la muerte política sobre nuestra ciudad del Romancero se cierren.

 

Y no voy a callarme nada de lo que pienso. Quizá el lector discrepe de mis ideas y de mis críticas. Pero soy el único periodista y este el único medio de comunicación que, con cierta asiduidad, publica un artículo sobre nuestra realidad, que ha hecho historia de nuestra decadencia y que propone salidas para asir el futuro.

 

Y he escrito, y digo a quién me ha querido escuchar, que, si esta ciudad y su provincia quieren acabar con su atraso económico y su miedo, ancestral al poder, todos los que amamos nuestra tierra debemos señalar a los causantes de que Zamora haya sido condenada al ostracismo económico, a la ruina de su comercio, a la emigración de sus jóvenes.

 

Nuestras instituciones, las locales, ayuntamientos, Diputación, hay que transformarlas para que los que políticos que las dirijan dependan de sus criterios, de lo que el pueblo demande, de lo que la sociedad exija, y se olviden, de una p… vez, de las directrices que se marcan desde ese cosa de Valladolid y del que gobierne en La Moncloa. No esperemos nada bueno del néctar podrido del poder. En nuestras almas se halla la solución.

 

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Como jacobino, como deberían ser todos los que se consideran de izquierdas, detesto la España de las autonomías, engendro que ha servido de abrevadero para políticos de tercer fila, tipos mediocres, con carreras vulgares y pasado pusilánime; que llevó a la corrupción de regiones como la de Cataluña y Valencia, Andalucía y Madrid. Y no me cuenten cuentos de una España federal. Porque, si fuera cierto, todos los estados, como federales, serían iguales, a no ser que se quiera llegar a un federalismo asimétrico.

 

En este sentido, Zamora ha sido tratada con absoluta asimetría. Si hay algún economista e historiador zamorano que dedique un tiempo al estudio de la situación económica, social y demográfica de nuestra ciudad y provincia desde 1977 hasta ahora y compare los datos con las ocho restantes de la comunidad, de esta autonomía ridícula, que no se tiene en pie. ¿Castilla y León? Pero, hombre, no me jorobe. Como si dijéramos Aragón y Cataluña. No se rían de nosotros. Ya nos comen a impuestos para distribuirlos conforme a sus criterios. ¡Ya está bien aplicar nepotismo por doquier para meter en la función pública a familiares, amigos u otras personas del querer!

 

No podemos consentir que se nos siga engañando. Hasta aquí hemos llegado. Ahora, nosotros, los ciudadanos debemos decir por dónde queremos que vaya esta ciudad y su provincia. Y los políticos que hagan caso omiso de nuestras exigencias, los echaremos del disfrute de sus cargos. Queremos gente que nos represente a nosotros, al pueblo, no a sus partidos.

 

Lo que ha leído usted, caro lector, hasta ahora, como expresé con anterioridad, me lo ha dictado mi corazón, que también se sabe zamorano e hijo del Duero, mi experiencia y mi inteligencia, poca o mucha. Somos niebla y agua, sol y junco, historia y futuro. No soy la voz de ningún amo. Mis dueños son los zamoranos recios y bizarros, sencillos y grandes, humildes y orgullosos.

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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