SEGUNDA B
El filial del Celta, un equipo imposible para el Zamora, gana en el Ruta de la Plata: 0-3
El filial del cuadro vigués acertó en su primera ocasión de gol, mientras el Zamora desperdició una clarísima de Sergio Sánchez y el colegiado no quiso ver un claro penalti cometido sobre Vallejo.

¿Por qué ganó el Celta B esta tarde en el Ruta de la Plata? Pues, a mi juicio, porque jugó como suele hacerlo el Zamora y el Zamora jugó a otra cosa distinta que en anteriores compromisos, como ya sucedió en Barreiro, en la primera vuelta. Además, los celestes aprovecharon su primera ocasión de gol, mientras que los rojiblancos marraron una situación diáfana de marcar, cuando Sergio Sánchez, que regresaba al once inicial, no supo evitar la salida del portero. Y, por si fuera poco, el árbitro no quiso ver un clarísimo penalti sobre Vallejo, empujado con alevosía, por un defensa gallego.
Y, para colmo de males, en la segunda mitad, cuando el Zamora parecía casi al de siempre, presionando la salida del balón al rival, robando pelotas en la medular y percutiendo por la banda diestra, al aprovechar la velocidad de Perero, que sustituyó a Sergio García nada más iniciarse la segunda entrega de partido, anotase el Celta su segundo tanto, al no blocar un tiro desde el lateral izquierdo Mapisa, y aprovechar el regalo Soni. Ahí se acabó el partido, la posibilidad de empatarlo.
El Zamora siguió a lo suyo. Siguió jugando, con preferencia, por la banda derecha y desbaratando las tímidas intentonas del cuadro vigués. Pero, una vez más, se echó en falta, a ese ariete goleador, a ese jugador punta pícaro que sepa crear peligro de casi nada. Coscia, recién llegado a la plantilla, todavía no se halla en forma para ejecutar ese papel de “killer” del área, cosa que Herrera, desde que alcanzó la titularidad, sí demostró que sabía manejarse en la punta de ataque.
Pasaban los minutos y el Zamora, todo pundonor, entrega, lucha, dominaba, pero sin pólvora. Además, el cuadro filial del Celta empezó a perder, con descaro, tiempo. Tres jugadores se arrojaron al césped con diversas molestias para parar el partido, la ofensiva rojiblanca y romper el ritmo del choque.
Movilla lo intentó todo a falta de un cuarto de hora para el finiquito, si bien ya, tras el descanso, había cambiado su dupla de ataque, Sergio y Escudero, por Coscia y Perero, ahora sacaba del terreno a Coque y Vallejo, para dar entrada a Dani y Ángel Romero. El defensa cerró bien su banda y el exterior apuntó habilidad y regate. Se soñaba en la grada con marcar un gol para intentar la remontada. Pero no era la tarde del mejor Zamora.
Onésimo, que actúa en el banquillo, como Al Pacino en el cine, metió tres jugadores de refresco de golpe, por si acaso el Zamora anotaba un tanto. No hizo mucha falta. El cuadro rojiblanco fue mejor durante la segunda parte que su rival, pero, de nuevo, con el partido acabado, en el minuto 92, Mapisa cometió una falta fuera del área. El golpe franco lo transformó Losada para cerrar el marcador, un cero a tres que no traduce lo que fue el encuentro. El Celta, en definitiva, aprovechó su primera ocasión; el Zamora, no, y el árbitro se tragó una clara pena máxima sobre Vallejo en la primera mitad. ¿Qué hubiera sucedido si Sergio hubiese acertado en aquella jugada del minuto 20 o si el árbitro asturiano pitase pena máxima en el 27? No lo sé. Ucronía. Lo que pudo haber sido y no fue.
Ahora toca ganar otra vez, en Salamanca y en Guijuelo. Dos partidos para soñar o para seguir trabajando.

¿Por qué ganó el Celta B esta tarde en el Ruta de la Plata? Pues, a mi juicio, porque jugó como suele hacerlo el Zamora y el Zamora jugó a otra cosa distinta que en anteriores compromisos, como ya sucedió en Barreiro, en la primera vuelta. Además, los celestes aprovecharon su primera ocasión de gol, mientras que los rojiblancos marraron una situación diáfana de marcar, cuando Sergio Sánchez, que regresaba al once inicial, no supo evitar la salida del portero. Y, por si fuera poco, el árbitro no quiso ver un clarísimo penalti sobre Vallejo, empujado con alevosía, por un defensa gallego.
Y, para colmo de males, en la segunda mitad, cuando el Zamora parecía casi al de siempre, presionando la salida del balón al rival, robando pelotas en la medular y percutiendo por la banda diestra, al aprovechar la velocidad de Perero, que sustituyó a Sergio García nada más iniciarse la segunda entrega de partido, anotase el Celta su segundo tanto, al no blocar un tiro desde el lateral izquierdo Mapisa, y aprovechar el regalo Soni. Ahí se acabó el partido, la posibilidad de empatarlo.
El Zamora siguió a lo suyo. Siguió jugando, con preferencia, por la banda derecha y desbaratando las tímidas intentonas del cuadro vigués. Pero, una vez más, se echó en falta, a ese ariete goleador, a ese jugador punta pícaro que sepa crear peligro de casi nada. Coscia, recién llegado a la plantilla, todavía no se halla en forma para ejecutar ese papel de “killer” del área, cosa que Herrera, desde que alcanzó la titularidad, sí demostró que sabía manejarse en la punta de ataque.
Pasaban los minutos y el Zamora, todo pundonor, entrega, lucha, dominaba, pero sin pólvora. Además, el cuadro filial del Celta empezó a perder, con descaro, tiempo. Tres jugadores se arrojaron al césped con diversas molestias para parar el partido, la ofensiva rojiblanca y romper el ritmo del choque.
Movilla lo intentó todo a falta de un cuarto de hora para el finiquito, si bien ya, tras el descanso, había cambiado su dupla de ataque, Sergio y Escudero, por Coscia y Perero, ahora sacaba del terreno a Coque y Vallejo, para dar entrada a Dani y Ángel Romero. El defensa cerró bien su banda y el exterior apuntó habilidad y regate. Se soñaba en la grada con marcar un gol para intentar la remontada. Pero no era la tarde del mejor Zamora.
Onésimo, que actúa en el banquillo, como Al Pacino en el cine, metió tres jugadores de refresco de golpe, por si acaso el Zamora anotaba un tanto. No hizo mucha falta. El cuadro rojiblanco fue mejor durante la segunda parte que su rival, pero, de nuevo, con el partido acabado, en el minuto 92, Mapisa cometió una falta fuera del área. El golpe franco lo transformó Losada para cerrar el marcador, un cero a tres que no traduce lo que fue el encuentro. El Celta, en definitiva, aprovechó su primera ocasión; el Zamora, no, y el árbitro se tragó una clara pena máxima sobre Vallejo en la primera mitad. ¿Qué hubiera sucedido si Sergio hubiese acertado en aquella jugada del minuto 20 o si el árbitro asturiano pitase pena máxima en el 27? No lo sé. Ucronía. Lo que pudo haber sido y no fue.
Ahora toca ganar otra vez, en Salamanca y en Guijuelo. Dos partidos para soñar o para seguir trabajando.




















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