Adoquines de la miseria intelectual, raperos de la náusea

Hay adoquines del nihilismo, de la destrucción, de la vulgaridad, como los que lanzan contra el progreso, la libertad y la democracia esos badulaques analfabetos, ágrafos, descerebrados, alentados por los Echeniques de la vida, por las Colau de la jeta, por la izquierda fascistoide. Hay adoquines como palabras que construyen, que edifican, que levantan palacios de ética, de prosperidad.

Los adoquines de la muerte, los adoquines oscuros, los adoquines de la nada los fabrican ideologías antihumanas, las que quieren que el hombre habite en colmenas, en hormigueros; recoger a los humanos  en rebaños, del redil al pesebre del Estado, del pasto a esquilar el alma,  para que todos aprendamos a  balar ante los Stalin e Hitler del orbe; los que quieren no solo comprar los cuerpos, sino también las mentes, para que nadie piense, para que nadie pregunte, para que nadie avance; los que anhelan y suspiran por  una prensa que selle los labios a la verdad, entierre las palabras en el ataúd de la historia y silencie la corrupción, el nepotismo, la pornografía del poder y el expolio de la libertad.

Adoquines anacrónicos, adoquines de la miseria moral, de la pobreza mental, que deconstruyen a quienes los lanzan, que desnudan a los politicastros que los defienden, parásitos de la democracia, de la que viven, a cuerpo de rey absolutista; de la que abusan para sembrar la semilla del odio. Malandrines que tiran la piedra y esconden la mano, actores que representan en el escenario de la mentira la obra del engaño universal.

¡Raperos del terrorismo, raperos de la náusea, raperos del verso perdido en el armario de la historia, de la estrofa que rima con el asco, la envidia y la hipocresía; heredaréis una tierra con sed, agua seca, unas nubes negras, una lluvia de sapos, una atmósfera de heces, roña en la memoria, desvergüenza en la sangre, lágrimas de piedras y sonrisas con caries!

Eugenio-Jesús de Ávila