SEGUNDA B
El Zamora CF para, templa, manda y derrota al líder en su albero: 1-2
Lección de Movilla, que sus alumnos aplicaron a rajatabla, con disciplina espartana, para imponerse a Unionistas en su feudo, en un partido que solo peligró durante un cuarto de hora de la segunda mitad, tras empatar los charros.

David Movilla es un maestro del fútbol y sus jugadores alumnos aventajados. Lo vienen demostrando durante los sucesivos exámenes a los que se someten durante esta extraña y exigente temporada. Se perdió con el Celta B, pero hoy, en Salamanca, en un terreno de juego de césped artificial, al que los rojiblancos no están habituados, destrozaron al líder, al Unionistas, que solo puso en verdadero peligro después de empatar el choque, en el minuto 62 de la segunda mitad. Pero las cuitas zamoranas duraron solo diez minutos. Porque después el Zamora se hizo con el ritmo del partido y ajustició al rival en los instantes finales.
Arte, saber y toros. Esa es la leyenda de la ciudad hermana de Salamanca. Pero esta tarde plomiza, de lluvia casi primaveral, el cuadro rojiblanco puso el arte y el saber futbolístico y lidio al toro charro para regresar a Zamora con las dos orejas.
Confieso que el once inicial que dispuso el técnico vasco me revolvió mi cerebro futbolístico. Cierto que imaginé una defensa con tres centrales, con Piña, como líder de la zaga, con Delmonte y Crespo como centrales, si bien el argentino se movió por delante de sus compañeros, en una especie de medio centro con querencia por la destrucción. Coque, a la izquierda, y Parra, en la diestra, completaban la defensa. Hasta ahí todo normal. Pero comprobar que un jugador que ha aparecido en los tramos finales de los encuentros, y no siempre, caso de Ángel Romero formaba parte de la partida como extremo diestro, como escribí con anterioridad, me agitó. Después, el jugador andaluz hizo un partido correcto, con alguna acción interesante y con centros que llevaron sentido.
Escudero y Coscia formarían el ataque rojiblanco, mientras Astray y Ramos se repartían el trabajo en el medular. Un hombre como Dani Hernández se quedaba en el banquillo.
Tras unos primeros instantes de juego nervioso, el Zamora pasó a mandar, a dominar, pero sin ocasionar graves ocasiones de peligro. No obstante, Coque lanzaría al larguero un balón que quiso ser gol, en el minuto 39. A Unionistas le entró el miedo. El cuadro blanquinegro nadaba hacia el descanso para recomponerse.
Y, tras el descanso, Movilla realiza un cambio, Coque se quedaba en el vestuario y le sustituía Dani H, un jugador más defensivo que el charro. El Zamora siguió mandando y más cuando Ramos agarraba un disparo tremendo, desde 30 minutos, que superaba a Serna. Golazo extraordinario, propio de un jugador de enorme nivel como el centrocampista zamorano. Minuto 49.
Poco después el técnico vasco, en el 54, realizaba un doble cambio: Dani Hernández y Perero entraban por Delmonte, que jugaba con una tarjeta amarilla, y Romero, que ayudaba poco en las tareas defensivas. El entrenador local, Hernández, también inyecto savia nueva en su once, con dos nuevos jugadores.
El gol visitante fue como un aguijonazo para Unionistas que se fue al abordaje. Los blanquinegros buscaron a banda derecha rojiblanca para percutir, a sabiendas que Parra tampoco podría excederse en las entradas, porque había visto una amarilla en la primera entrega del partido. Y, de hecho, fue una acción por la izquierda donde se engendró el gol del empate local, ejecutado por Jon Rojo, en disparo a bocajarro, en el área chica.
Corría el minuto 62. A partir de ese instante, se temió por el resultado, porque los charros agobiaron al Zamora, que perdía balones tontos, que no acertaba a despejar la pelota y era incapaz de retomar el ritmo del partido. Hasta el minuto 75 el cuadro de Movilla las pasó canutas. Tan feas se ponían las cosas, que Movilla realizó otros dos cambios, los que le quedaban: Coscia y Escudero se iban a las duchas y Sergio García y Vallejo entraban en el juego. A falta de veinte minutos, ambos entrenadores ya habían efectuado los cinco cambios.
Pero el Zamora ya mandaba, volvía a aparecerse al de la primera mitad. Se defendía con el balón. No se arriesgaba nada. Solo Ramos volvió a atreverse con otro disparo colosal que obligó a Serna a lucirse, porque el chutazo del interior zamorano buscaba la cepa derecha del arco salmantino. Unionistas pareció conformarse con el reparto de puntos; pero el Zamora, no. Y así fue, porque Vallejo, en el minuto 85, recogía un balón, centrado desde la zurda del ataque rojiblanco, tras un error de Garay, para regatear a un defensa y lanzar dentro de la puerta local. Y los rojiblancos querían más, porque minutos después, el interior leonés lanzaba otro gran chut al que puso rúbrica Serna.
Y, hasta el pitido final, el Zamora, como en Pontevedra, volvió a tirar de recursos, propios de los equipos veteranos, simulando lesiones, para que Unionistas careciese de la oportunidad de empatar. Y así fue. No hubo más problemas para Mapisa, que solo tuvo que realizar un gran intervención en todo el partido.
Este equipo es tan especial, posee tanta fe en sus virtudes y capacidades como un musulmán ante la Kaaba o un andaluz ante la Virgen del Rocío, la Blanca Paloma, que se ha empeñado en quedar entre los tres primeros al concluir la primera fase. Esta semana, en Guijuelo, podría refrendar esa jerarquía en la clasificación ante un Guijuelo a la deriva.

David Movilla es un maestro del fútbol y sus jugadores alumnos aventajados. Lo vienen demostrando durante los sucesivos exámenes a los que se someten durante esta extraña y exigente temporada. Se perdió con el Celta B, pero hoy, en Salamanca, en un terreno de juego de césped artificial, al que los rojiblancos no están habituados, destrozaron al líder, al Unionistas, que solo puso en verdadero peligro después de empatar el choque, en el minuto 62 de la segunda mitad. Pero las cuitas zamoranas duraron solo diez minutos. Porque después el Zamora se hizo con el ritmo del partido y ajustició al rival en los instantes finales.
Arte, saber y toros. Esa es la leyenda de la ciudad hermana de Salamanca. Pero esta tarde plomiza, de lluvia casi primaveral, el cuadro rojiblanco puso el arte y el saber futbolístico y lidio al toro charro para regresar a Zamora con las dos orejas.
Confieso que el once inicial que dispuso el técnico vasco me revolvió mi cerebro futbolístico. Cierto que imaginé una defensa con tres centrales, con Piña, como líder de la zaga, con Delmonte y Crespo como centrales, si bien el argentino se movió por delante de sus compañeros, en una especie de medio centro con querencia por la destrucción. Coque, a la izquierda, y Parra, en la diestra, completaban la defensa. Hasta ahí todo normal. Pero comprobar que un jugador que ha aparecido en los tramos finales de los encuentros, y no siempre, caso de Ángel Romero formaba parte de la partida como extremo diestro, como escribí con anterioridad, me agitó. Después, el jugador andaluz hizo un partido correcto, con alguna acción interesante y con centros que llevaron sentido.
Escudero y Coscia formarían el ataque rojiblanco, mientras Astray y Ramos se repartían el trabajo en el medular. Un hombre como Dani Hernández se quedaba en el banquillo.
Tras unos primeros instantes de juego nervioso, el Zamora pasó a mandar, a dominar, pero sin ocasionar graves ocasiones de peligro. No obstante, Coque lanzaría al larguero un balón que quiso ser gol, en el minuto 39. A Unionistas le entró el miedo. El cuadro blanquinegro nadaba hacia el descanso para recomponerse.
Y, tras el descanso, Movilla realiza un cambio, Coque se quedaba en el vestuario y le sustituía Dani H, un jugador más defensivo que el charro. El Zamora siguió mandando y más cuando Ramos agarraba un disparo tremendo, desde 30 minutos, que superaba a Serna. Golazo extraordinario, propio de un jugador de enorme nivel como el centrocampista zamorano. Minuto 49.
Poco después el técnico vasco, en el 54, realizaba un doble cambio: Dani Hernández y Perero entraban por Delmonte, que jugaba con una tarjeta amarilla, y Romero, que ayudaba poco en las tareas defensivas. El entrenador local, Hernández, también inyecto savia nueva en su once, con dos nuevos jugadores.
El gol visitante fue como un aguijonazo para Unionistas que se fue al abordaje. Los blanquinegros buscaron a banda derecha rojiblanca para percutir, a sabiendas que Parra tampoco podría excederse en las entradas, porque había visto una amarilla en la primera entrega del partido. Y, de hecho, fue una acción por la izquierda donde se engendró el gol del empate local, ejecutado por Jon Rojo, en disparo a bocajarro, en el área chica.
Corría el minuto 62. A partir de ese instante, se temió por el resultado, porque los charros agobiaron al Zamora, que perdía balones tontos, que no acertaba a despejar la pelota y era incapaz de retomar el ritmo del partido. Hasta el minuto 75 el cuadro de Movilla las pasó canutas. Tan feas se ponían las cosas, que Movilla realizó otros dos cambios, los que le quedaban: Coscia y Escudero se iban a las duchas y Sergio García y Vallejo entraban en el juego. A falta de veinte minutos, ambos entrenadores ya habían efectuado los cinco cambios.
Pero el Zamora ya mandaba, volvía a aparecerse al de la primera mitad. Se defendía con el balón. No se arriesgaba nada. Solo Ramos volvió a atreverse con otro disparo colosal que obligó a Serna a lucirse, porque el chutazo del interior zamorano buscaba la cepa derecha del arco salmantino. Unionistas pareció conformarse con el reparto de puntos; pero el Zamora, no. Y así fue, porque Vallejo, en el minuto 85, recogía un balón, centrado desde la zurda del ataque rojiblanco, tras un error de Garay, para regatear a un defensa y lanzar dentro de la puerta local. Y los rojiblancos querían más, porque minutos después, el interior leonés lanzaba otro gran chut al que puso rúbrica Serna.
Y, hasta el pitido final, el Zamora, como en Pontevedra, volvió a tirar de recursos, propios de los equipos veteranos, simulando lesiones, para que Unionistas careciese de la oportunidad de empatar. Y así fue. No hubo más problemas para Mapisa, que solo tuvo que realizar un gran intervención en todo el partido.
Este equipo es tan especial, posee tanta fe en sus virtudes y capacidades como un musulmán ante la Kaaba o un andaluz ante la Virgen del Rocío, la Blanca Paloma, que se ha empeñado en quedar entre los tres primeros al concluir la primera fase. Esta semana, en Guijuelo, podría refrendar esa jerarquía en la clasificación ante un Guijuelo a la deriva.























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122