SOCIEDAD
Si la tercera edad tuviese un partido…
La formación de un partido de personas de la tercera edad resultaría muy peligrosa para los intereses de los grandes partidos políticos nacionales y separatistas
Zamora es la provincia más envejecida de España, creo que solo superada por Orense, 800 euros de media. Considero que es bueno vivir muchos años, siempre que haya salud, porque no ha lugar para convivir con enfermedades y sus hijos, los dolores. Vivir con pena es vida moribunda. Y si se vive mucho y se cobra poco tampoco se disfruta de la vida como sería menester. Y, en Zamora, en esta provincia, olvidada, humillada y ofendida, donde existe eso que he definido como apatía antropológica, se perciben las pensiones más bajas de la nación, del Estado y de España. Y vivir con cuatro perras resulta todo un calvario, más si se trata del último tercio de la vida.
En nuestra patria, los partidos políticos se han apoderado del Estado, lo han convertido en su reo, lo utilizan para beneficio propio de sus dirigentes y afines, de jefes, cargos y cobistas. En nuestra patria hay casi diez millones de personas que se denominan de la tercera edad. Cuando hay elecciones, municipales, autonómicas y nacionales, pensionistas y jubilados ejercerán su derecho al voto o se abstendrán. Cada cual, elegirá a la formación política que consideré más cercana a su credo ideológico o que su gestión haya sido más sensible, esencialmente, con sus intereses económicos y sanitarios. No obstante, sé, por experiencia, porque resulta empírico, que todos los partidos políticos juegan con las pensiones cuando se adivinan o se acercan comicios. Sus promesas jamás se cumplen.
No sé por qué razón España carece de una formación política que represente los intereses de las personas de la tercera edad, de los mayores. Si alguien de esa edad comprendida entre los 70 y el infinito se echara para adelante y, con otras personas de ese mismo segmento social, propusiera una serie de acciones políticas como la creación de un Ministerio de la Tercera Edad, con la correspondiente y especial atención a ese colectivo; la eliminación del sueldo vitalicio que perciben los políticos, eliminación del IRPF de las pensiones, la reducción del IBI de la vivienda habitual del jubilado, supresión de los impuestos de Patrimonio, Herencia y Donaciones, una reforma laboral que permita a los jubilados, prejubilados y pensionistas trabajos remunerados o crear empresas, sin que por ello tengan que renunciar a la pensión, favorecer y estimular la compra del producto español, la separación absoluta de los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, con el que ahora los partidos políticos juegan, de manera vergonzosa, como si se estuvieran cambiando cromos; políticas de emigración coherentes y con el debido control, tarjeta sanitaria única, válida para cualquier autonomía del Estado español, defensa de la unidad de España, fomentar la natalidad, con ayudas directas a las familias numerosas e incentivos por cada hijo; como digo, si se formarse un partido que plantease ese programa político y social, con diez millones de potenciales votantes, nuestra democracia recibiría una inyección de libertad, que nos vacunase de totalitarismos, de corrupciones, de nepotismo. Por supuesto, los políticos que representasen a los mayores, gente de más de 50 años, no serían profesionales de la res pública, sino gente con su vida resuelta, sin necesidad económica, solo dispuesta a servir, durante unos años, a los españoles.
Si se crease una formación con ese programa, de esas características, tendría mi voto en las próximas elecciones legislativas. Y, en Zamora, donde hay tantas personas mayores, obtendría el favor de una mayoría importante de zamoranos, entre los que un servidor se encontraría.
Porque, los mayores, unidos, transformarían esta democracia decadente, corruptible, secuestrada por los partidos políticos y enferma, huérfana de calidad y abundante en el engaño, el embuste y la miseria moral e intelectual. Nunca las instituciones públicas se administraron por una pléyade de botarates, malandrines, incompetentes y ningún gran ideal. O se regenera nuestra democracia o el monstruo del totalitarismo se la devorará.
Eugenio-Jesús de Ávila
Zamora es la provincia más envejecida de España, creo que solo superada por Orense, 800 euros de media. Considero que es bueno vivir muchos años, siempre que haya salud, porque no ha lugar para convivir con enfermedades y sus hijos, los dolores. Vivir con pena es vida moribunda. Y si se vive mucho y se cobra poco tampoco se disfruta de la vida como sería menester. Y, en Zamora, en esta provincia, olvidada, humillada y ofendida, donde existe eso que he definido como apatía antropológica, se perciben las pensiones más bajas de la nación, del Estado y de España. Y vivir con cuatro perras resulta todo un calvario, más si se trata del último tercio de la vida.
En nuestra patria, los partidos políticos se han apoderado del Estado, lo han convertido en su reo, lo utilizan para beneficio propio de sus dirigentes y afines, de jefes, cargos y cobistas. En nuestra patria hay casi diez millones de personas que se denominan de la tercera edad. Cuando hay elecciones, municipales, autonómicas y nacionales, pensionistas y jubilados ejercerán su derecho al voto o se abstendrán. Cada cual, elegirá a la formación política que consideré más cercana a su credo ideológico o que su gestión haya sido más sensible, esencialmente, con sus intereses económicos y sanitarios. No obstante, sé, por experiencia, porque resulta empírico, que todos los partidos políticos juegan con las pensiones cuando se adivinan o se acercan comicios. Sus promesas jamás se cumplen.
No sé por qué razón España carece de una formación política que represente los intereses de las personas de la tercera edad, de los mayores. Si alguien de esa edad comprendida entre los 70 y el infinito se echara para adelante y, con otras personas de ese mismo segmento social, propusiera una serie de acciones políticas como la creación de un Ministerio de la Tercera Edad, con la correspondiente y especial atención a ese colectivo; la eliminación del sueldo vitalicio que perciben los políticos, eliminación del IRPF de las pensiones, la reducción del IBI de la vivienda habitual del jubilado, supresión de los impuestos de Patrimonio, Herencia y Donaciones, una reforma laboral que permita a los jubilados, prejubilados y pensionistas trabajos remunerados o crear empresas, sin que por ello tengan que renunciar a la pensión, favorecer y estimular la compra del producto español, la separación absoluta de los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, con el que ahora los partidos políticos juegan, de manera vergonzosa, como si se estuvieran cambiando cromos; políticas de emigración coherentes y con el debido control, tarjeta sanitaria única, válida para cualquier autonomía del Estado español, defensa de la unidad de España, fomentar la natalidad, con ayudas directas a las familias numerosas e incentivos por cada hijo; como digo, si se formarse un partido que plantease ese programa político y social, con diez millones de potenciales votantes, nuestra democracia recibiría una inyección de libertad, que nos vacunase de totalitarismos, de corrupciones, de nepotismo. Por supuesto, los políticos que representasen a los mayores, gente de más de 50 años, no serían profesionales de la res pública, sino gente con su vida resuelta, sin necesidad económica, solo dispuesta a servir, durante unos años, a los españoles.
Si se crease una formación con ese programa, de esas características, tendría mi voto en las próximas elecciones legislativas. Y, en Zamora, donde hay tantas personas mayores, obtendría el favor de una mayoría importante de zamoranos, entre los que un servidor se encontraría.
Porque, los mayores, unidos, transformarían esta democracia decadente, corruptible, secuestrada por los partidos políticos y enferma, huérfana de calidad y abundante en el engaño, el embuste y la miseria moral e intelectual. Nunca las instituciones públicas se administraron por una pléyade de botarates, malandrines, incompetentes y ningún gran ideal. O se regenera nuestra democracia o el monstruo del totalitarismo se la devorará.
Eugenio-Jesús de Ávila
















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