NOCTURNOS
Vivir sin amar
Si no te hubiera conocido, podría confirmar que mi vida careció de sentido. Porque vivir sin amar es como esculpir el tiempo para embellecer la plaza de la Nada. Y puedo confesar, como Neruda, que he vivido, incluso sin que tú me prestaras demasiada atención. Si me hubieras querido, podría ahorrarse Dios mi plaza en su Cielo.
¡Cómo olvidar nuestras conversaciones sobre viandas, mientras brindábamos con un buen vino de Toro; nuestras sesiones cinematográficas, noches de teatro, paseos por Valorio, cuitas empresariales, confidencias a media noche, intimidades familiares, tu voz, que acariciaba mis tímpanos hasta dejarlos dormidos; la perfección de tus piernas, la sintonía de tus senos, la simetría de tu rostro, casi infantil, pero voluptuoso; la inteligencia que emanaba de tus conversaciones, tus entrevistas, mis rarezas…!Y todo sin un beso, ni tan si quiera de aire, de esos que forman tangente con las mejillas.
No sé si volveremos a encontrarnos. Zamora es una ciudad asumible para cualquier amante de los paseos como soy yo. Y si, al dar la vuelta a cualquier esquina del tiempo, te hallo, te saludaré con un adiós y una sonrisa y… poco más. No me preguntes cómo me va, porque no me gusta mentir.
No te quise para mí, como propiedad de mi pasión, como partitura para interpretar mis deseos. Anhelé que me recogieras en el desván de tu alma para que me sacases cuando necesitases escuchar el silencio de la ternura, el eco del amor y unas cuantas metáforas sobre el misterio de vivir y la necesidad de morir cuando nadie te espera al otro lado de la pasión.
Eugenio-Jesús de Ávila
Si no te hubiera conocido, podría confirmar que mi vida careció de sentido. Porque vivir sin amar es como esculpir el tiempo para embellecer la plaza de la Nada. Y puedo confesar, como Neruda, que he vivido, incluso sin que tú me prestaras demasiada atención. Si me hubieras querido, podría ahorrarse Dios mi plaza en su Cielo.
¡Cómo olvidar nuestras conversaciones sobre viandas, mientras brindábamos con un buen vino de Toro; nuestras sesiones cinematográficas, noches de teatro, paseos por Valorio, cuitas empresariales, confidencias a media noche, intimidades familiares, tu voz, que acariciaba mis tímpanos hasta dejarlos dormidos; la perfección de tus piernas, la sintonía de tus senos, la simetría de tu rostro, casi infantil, pero voluptuoso; la inteligencia que emanaba de tus conversaciones, tus entrevistas, mis rarezas…!Y todo sin un beso, ni tan si quiera de aire, de esos que forman tangente con las mejillas.
No sé si volveremos a encontrarnos. Zamora es una ciudad asumible para cualquier amante de los paseos como soy yo. Y si, al dar la vuelta a cualquier esquina del tiempo, te hallo, te saludaré con un adiós y una sonrisa y… poco más. No me preguntes cómo me va, porque no me gusta mentir.
No te quise para mí, como propiedad de mi pasión, como partitura para interpretar mis deseos. Anhelé que me recogieras en el desván de tu alma para que me sacases cuando necesitases escuchar el silencio de la ternura, el eco del amor y unas cuantas metáforas sobre el misterio de vivir y la necesidad de morir cuando nadie te espera al otro lado de la pasión.
Eugenio-Jesús de Ávila

















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122