DENUNCIAS
El teatro Ramos Carrión: estado actual
Con 105 años, cualquier persona se merece toda nuestra atención… sabiendo que poco más seguirá entre nosotros. Por lo tanto todo lo que podamos “ayudarla y alegrarle esos años” será poco, comparado con lo mucho que recibiremos.
Si quién los cumple es un edificio, considero que le debemos la misma atención… máxime cuando nos enseñan que con nuestros cuidados, nuestra visitas y halagos, ellos nos devolverán, igualmente, con el más alto de los rendimientos: la belleza y el deleite. El Partenón ya ha cumplido 1.500 años, y sigue deleitando desde su “belleza perfecta”, exactamente igual que cuando se construyó para ser parte de una de las más importantes etapas de la Humanidad: la “Cultura Griega”. El Partenón está considerado el edificio más importante de aquella Cultura, y en la Cultura que podamos tener hoy, se considera “la” perfección en arquitectura y belleza. Las Pirámides de Egipto llevan entre nosotros 4.700 años. Las de los Aztecas en Mexico, 2.000 años… Más “jóvenes” son la Catedral de Burgos, la Sagrada Familia en Barcelona o el Palacio de las Artes de Valencia… y nos transmiten, cada uno con su singularidad, pero siempre de manera paradigmática.
Así podríamos seguir enumerando edificios y/o construcciones de todo tipo y edad. A las que rehabilitamos, reutilizamos, reconstruimos… les “damos otra vida” que les permitirá volver a ser ser usados, admirados, enseñados a las generaciones venideras… —a nuestros hijos y nietos, si se quiere—.
Conseguirlo no es fácil, además de costoso… puesto que hace falta SENSIBILIDAD para “SALVAR UNAS PIEDRAS”… unas ruinas… cuando tantos piensan que sería más fácil “tirarlo y hacerlo nuevo”. Necesitamos tener una IDEA para encontrar y dar un uso “el día de después”. No vale “gastar dinero en edificios/lugares”… para luego dejarlos ahí… esperando a que los demás vengan a verlo… a decirnos cómo utilizarlo…
Con todo lo anterior conseguido, necesitaremos tener/buscar/encontrar FINANCIACIÓN… para poder empezar a analizar y decidir qué TÉCNICA, CRITERIO, METODOLOGÍA utilizamos al confeccionar el PROYECTO. Para ello los CONCURSOS DE IDEAS pueden ayudar.
En el supuesto de haber superado estas etapas, aún nos quedarán dos finales: la CONSTRUCCIÓN y PUESTA EN MARCHA —su andadura en su “nueva vida”—. En, y desde, este momento se abrirán sendos caminos, que se han de recorrer al unísono y en paralelo… pero cuya responsabilidad ha de estar bien diferenciada: Lo primero será definir el USO Y COMETIDOS que se le encomendarán a ese nuevo activo que se pone a disposición de la sociedad, para que ésta haga lo más difícil: USARLO. Posteriormente se ha de establecer un programa, unos procesos, unos controles que planifiquen su MANTENIMIENTO, el cual ha de tener como principal (cuando no único) objetivo el de hacer que el edificio, su rehabilitación, trabajos y enseres aportados, aparenten que el tiempo “NO HA PASADO POR ELLOS” y aparente estar “RECIEN RESTAURADO”, como nos transmiten cualquiera de los Edificaciones, ahora ya Monumentos, citados más arriba… y otros tantos que todos hemos podido “ver”, o cuándo escuchamos —con deleite supremo— a un amigo que nos cuenta su viaje a Jordania para visitar Petra; o a Samarcanda en Uzbekistán… O cuando nos pueda contar sus impresiones tras la futura visita al que será el mayor museo arqueológico del mundo: El Gran Museo Egipcio de El Cairo.
Estamos hablando de PLANIFICAR EL MANTENIMIENTO de estas edificaciones. Se puede conseguir enfocándolo como una labor más del funcionamiento de la Institución en él albergada y con un coste presupuestado, conocido y contenido. De no hacerlo, por el contrario, estaremos ante una construcción que se encamina a su nueva decadencia, degradación, objetivo de ataques vandálicos… Los problemas provocados por esta inacción siempre serán más costosos, al que añadiremos que los usuarios verán paralizadas y/o cerradas las instalaciones. En la mayoría de los casos, en un lugar como Zamora, este edificio se encaminará a una nueva etapa de abandono.
Pues bien: En Zamora tenemos un edificio que este año cumplirá sus primeros 105 años, tras su inauguración en 1916. Tuvo su época dorada y de decadencia; sobrevivió a nuestra Guerra Civil; soportó usos nimios…hasta llegar al abandono que todos conocimos durante el último cuarto del siglo pasado: EL TEATRO RAMOS CARRIÓN.
A finales de siglo XX se inició, por suerte, el proceso descrito más arriba… hasta convocarse un CONCURSO DE IDEAS, en 1996, que daría como resultado al teatro multidisciplinar que nació en 2011 y que todos conocemos, hemos visitado y hemos enseñando a los que nos visitan, paseando camino de la Catedral y las Murallas del Castillo. Enseñaremos sus magníficas vistas sobre el Duero con la fachada del RAMOS CARRIÓN ya restaurada. Reconstruido el resto con elementos “novedosos” como son cientos de cristales azulados, de forma rectangular, y acero que soporta esas fachadas acristaladas, que mimetizan con el cielo.
Para el lector que, además de haber decidido iniciar la lectura de esta colaboración, pueda haber conseguido llegar también a este punto, le ofrezco un complemento para su próximo paseo “pandémico” o “pre-primaveral”: al llegar a la altura del Teatro, dirija su mirada a la fachada: si ha anochecido, podrá observar que de los dos farolas ornamentales que posee… solamente una luce… la otra lleva años fundida; si continua ascendiendo con su vista, ya podrá detectar los primeros mohos y manchas, más apreciables en las zonas blancas… que se convierten en desconchones en el lado izquierdo de la cornisa. Si empieza a sentir pena, pero quiere continuar… cuando gire para observar la fachada lateral, podrá constatar que su ventana de madera ya he comenzado a perder su capa de pintura… al igual que el enfoscado que tendrá frente a usted separándolo, con las verjas, del fantástico mirador que posee el teatro desde la “plaza” allí creada; la zona metálica dispuesta horizontalmente nos trasmite la “psoriasis” que ya experimenta en su piel con manchas rojizas y escamosas fruto del óxido. Levantando de nuevo la mirada, podrá encontrar zonas metálicas, enganches, etc. sin poder precisar si corresponden a desprendimientos de otros materiales, o a reparaciones iniciadas y nunca terminadas…
Déjelo aquí. Continue su camino, su paseo, buscando el destino que hubiese establecido o, simplemente, dejándose llevar. Eso sí, intente que los solares y edificios abandonados, cubiertos en tantos casos de pintadas y grafitis, no colaboren a fomentar la impotencia que de seguro sentirá…como la ha experimentado quién se lo transcribe. Intente olvidarlo.
Si continua usted con esta lectura, tal vez sea porque no consigue sacarlo de su cabeza. Entonces, a su regreso, al llegar al edificio de la mítica librería Semuret, (constatando su remozada fachada), gire en su esquina con la calle Alfonso XII hasta llegar, de nuevo, al Ramos Carrión. Ahora podrá descubrir, ya sin mucho esfuerzo, los mohos y suciedades que ya conoce usted. El óxido lo tendrá, y podrá tocar, a la altura de sus pies…
Este es un ejemplo, (uno más en Zamora), de falta de mantenimiento: desde su construcción y puesta en funcionamiento en 2011, EL TEATRO RAMOS CARRIÓN NO HA TENIDO NINGÚN TRABAJO PARA SU MANTENIMIENTO. En 20 años no se ha cambiado ni una bombilla.
Si conoce a alguien con poder en la Diputación, hágaselo saber.
Gonzalo Julián
Con 105 años, cualquier persona se merece toda nuestra atención… sabiendo que poco más seguirá entre nosotros. Por lo tanto todo lo que podamos “ayudarla y alegrarle esos años” será poco, comparado con lo mucho que recibiremos.
Si quién los cumple es un edificio, considero que le debemos la misma atención… máxime cuando nos enseñan que con nuestros cuidados, nuestra visitas y halagos, ellos nos devolverán, igualmente, con el más alto de los rendimientos: la belleza y el deleite. El Partenón ya ha cumplido 1.500 años, y sigue deleitando desde su “belleza perfecta”, exactamente igual que cuando se construyó para ser parte de una de las más importantes etapas de la Humanidad: la “Cultura Griega”. El Partenón está considerado el edificio más importante de aquella Cultura, y en la Cultura que podamos tener hoy, se considera “la” perfección en arquitectura y belleza. Las Pirámides de Egipto llevan entre nosotros 4.700 años. Las de los Aztecas en Mexico, 2.000 años… Más “jóvenes” son la Catedral de Burgos, la Sagrada Familia en Barcelona o el Palacio de las Artes de Valencia… y nos transmiten, cada uno con su singularidad, pero siempre de manera paradigmática.
Así podríamos seguir enumerando edificios y/o construcciones de todo tipo y edad. A las que rehabilitamos, reutilizamos, reconstruimos… les “damos otra vida” que les permitirá volver a ser ser usados, admirados, enseñados a las generaciones venideras… —a nuestros hijos y nietos, si se quiere—.
Conseguirlo no es fácil, además de costoso… puesto que hace falta SENSIBILIDAD para “SALVAR UNAS PIEDRAS”… unas ruinas… cuando tantos piensan que sería más fácil “tirarlo y hacerlo nuevo”. Necesitamos tener una IDEA para encontrar y dar un uso “el día de después”. No vale “gastar dinero en edificios/lugares”… para luego dejarlos ahí… esperando a que los demás vengan a verlo… a decirnos cómo utilizarlo…
Con todo lo anterior conseguido, necesitaremos tener/buscar/encontrar FINANCIACIÓN… para poder empezar a analizar y decidir qué TÉCNICA, CRITERIO, METODOLOGÍA utilizamos al confeccionar el PROYECTO. Para ello los CONCURSOS DE IDEAS pueden ayudar.
En el supuesto de haber superado estas etapas, aún nos quedarán dos finales: la CONSTRUCCIÓN y PUESTA EN MARCHA —su andadura en su “nueva vida”—. En, y desde, este momento se abrirán sendos caminos, que se han de recorrer al unísono y en paralelo… pero cuya responsabilidad ha de estar bien diferenciada: Lo primero será definir el USO Y COMETIDOS que se le encomendarán a ese nuevo activo que se pone a disposición de la sociedad, para que ésta haga lo más difícil: USARLO. Posteriormente se ha de establecer un programa, unos procesos, unos controles que planifiquen su MANTENIMIENTO, el cual ha de tener como principal (cuando no único) objetivo el de hacer que el edificio, su rehabilitación, trabajos y enseres aportados, aparenten que el tiempo “NO HA PASADO POR ELLOS” y aparente estar “RECIEN RESTAURADO”, como nos transmiten cualquiera de los Edificaciones, ahora ya Monumentos, citados más arriba… y otros tantos que todos hemos podido “ver”, o cuándo escuchamos —con deleite supremo— a un amigo que nos cuenta su viaje a Jordania para visitar Petra; o a Samarcanda en Uzbekistán… O cuando nos pueda contar sus impresiones tras la futura visita al que será el mayor museo arqueológico del mundo: El Gran Museo Egipcio de El Cairo.
Estamos hablando de PLANIFICAR EL MANTENIMIENTO de estas edificaciones. Se puede conseguir enfocándolo como una labor más del funcionamiento de la Institución en él albergada y con un coste presupuestado, conocido y contenido. De no hacerlo, por el contrario, estaremos ante una construcción que se encamina a su nueva decadencia, degradación, objetivo de ataques vandálicos… Los problemas provocados por esta inacción siempre serán más costosos, al que añadiremos que los usuarios verán paralizadas y/o cerradas las instalaciones. En la mayoría de los casos, en un lugar como Zamora, este edificio se encaminará a una nueva etapa de abandono.
Pues bien: En Zamora tenemos un edificio que este año cumplirá sus primeros 105 años, tras su inauguración en 1916. Tuvo su época dorada y de decadencia; sobrevivió a nuestra Guerra Civil; soportó usos nimios…hasta llegar al abandono que todos conocimos durante el último cuarto del siglo pasado: EL TEATRO RAMOS CARRIÓN.
A finales de siglo XX se inició, por suerte, el proceso descrito más arriba… hasta convocarse un CONCURSO DE IDEAS, en 1996, que daría como resultado al teatro multidisciplinar que nació en 2011 y que todos conocemos, hemos visitado y hemos enseñando a los que nos visitan, paseando camino de la Catedral y las Murallas del Castillo. Enseñaremos sus magníficas vistas sobre el Duero con la fachada del RAMOS CARRIÓN ya restaurada. Reconstruido el resto con elementos “novedosos” como son cientos de cristales azulados, de forma rectangular, y acero que soporta esas fachadas acristaladas, que mimetizan con el cielo.
Para el lector que, además de haber decidido iniciar la lectura de esta colaboración, pueda haber conseguido llegar también a este punto, le ofrezco un complemento para su próximo paseo “pandémico” o “pre-primaveral”: al llegar a la altura del Teatro, dirija su mirada a la fachada: si ha anochecido, podrá observar que de los dos farolas ornamentales que posee… solamente una luce… la otra lleva años fundida; si continua ascendiendo con su vista, ya podrá detectar los primeros mohos y manchas, más apreciables en las zonas blancas… que se convierten en desconchones en el lado izquierdo de la cornisa. Si empieza a sentir pena, pero quiere continuar… cuando gire para observar la fachada lateral, podrá constatar que su ventana de madera ya he comenzado a perder su capa de pintura… al igual que el enfoscado que tendrá frente a usted separándolo, con las verjas, del fantástico mirador que posee el teatro desde la “plaza” allí creada; la zona metálica dispuesta horizontalmente nos trasmite la “psoriasis” que ya experimenta en su piel con manchas rojizas y escamosas fruto del óxido. Levantando de nuevo la mirada, podrá encontrar zonas metálicas, enganches, etc. sin poder precisar si corresponden a desprendimientos de otros materiales, o a reparaciones iniciadas y nunca terminadas…
Déjelo aquí. Continue su camino, su paseo, buscando el destino que hubiese establecido o, simplemente, dejándose llevar. Eso sí, intente que los solares y edificios abandonados, cubiertos en tantos casos de pintadas y grafitis, no colaboren a fomentar la impotencia que de seguro sentirá…como la ha experimentado quién se lo transcribe. Intente olvidarlo.
Si continua usted con esta lectura, tal vez sea porque no consigue sacarlo de su cabeza. Entonces, a su regreso, al llegar al edificio de la mítica librería Semuret, (constatando su remozada fachada), gire en su esquina con la calle Alfonso XII hasta llegar, de nuevo, al Ramos Carrión. Ahora podrá descubrir, ya sin mucho esfuerzo, los mohos y suciedades que ya conoce usted. El óxido lo tendrá, y podrá tocar, a la altura de sus pies…
Este es un ejemplo, (uno más en Zamora), de falta de mantenimiento: desde su construcción y puesta en funcionamiento en 2011, EL TEATRO RAMOS CARRIÓN NO HA TENIDO NINGÚN TRABAJO PARA SU MANTENIMIENTO. En 20 años no se ha cambiado ni una bombilla.
Si conoce a alguien con poder en la Diputación, hágaselo saber.
Gonzalo Julián


























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