Yacer amándote

Yacer contigo mientras Viriato deja caer una lágrima por sus mejillas de bronce. Yacer contigo cuando el miserere se escucha en la cara oculta de una luna llena. Yacer contigo cuando la madrugada del Viernes  Santo huele a almendras garrapiñadas y aguardiente. Amarte en plena Pasión. Sentir que soy en tu cuerpo, que estoy en tu alma, que me ahogo de amor. Tránsito entre el ser y el no ser, entre la pasión y el olvido, entre un fue y un será.

Nuestra Semana Santa es amor. Los zamoranos nos enamoramos siempre en Semana Santa: de una mujer, de un hombre, de un recuerdo, de un sueño, de una cofradía, de un Cristo o de una Virgen. Nuestra Pasión ni es penitencia, ni dolor, ni monsergas pías. Nuestra Pasión es gozar, sentir, conocer, ligar, reír. Vida. Primavera. Lluvia que moja y encabrona. Sol que maquilla grupos escultóricos, que ilumina pasos, que caliente corazones y despierta sexualidad. Semana Santa para el primer beso, para el primer adiós, para el primer amor.

Mujer: Te daré besos de cera, me mostraré desnudo, solo con un fajín morado en mi cintura. Iluminaré mi alcoba con las velas que guardé de mis años de hermano del Yacente. Y, al alba,  haremos el amor mientras Thalberg marca la cadencia de besos y caricias, de jadeos y clímax.

Eugenio-Jesús de Ávila