Martes, 16 de Septiembre de 2025

Eugenio de Ávila
Viernes, 02 de Abril de 2021
RECUERDOS DE LA PASIÓN

Nietzsche dio por muerto a Dios; en Zamora lo resucitamos

[Img #51434]“Y cerca de la hora nona, exclamó Jesús, con una gran voz, diciendo: “Elí, Elí, lamma sabacthani? Esto es: ¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”A la hora nona, el nazareno, el hijo de dios para los cristianos, expiró. a esa misma hora del viernes santo, la ciudad del romancero disfruta de una gran fiesta, ante una jornada clave para los católicos.

 

Tantos siglos después de su fundación, la Cofradía de Jesús Nazareno, formada por 5.000 cofrades, es puro vulgo, pueblo auténtico, expresión de una forma de ser que, para nada, recuerda a las esencias de la fe cristiana. Se trata de una forma de ludismo para algunos, espectadores y hermanos; de sufrimiento, para otros, cargadores de los grupos escultóricos, y de celebrar, más allá del bien y del mal, uno de los días más importantes de la historia del Cristianismo, el Viernes Santo.

 

Fue mi cofradía desde la tierna infancia, cuando asistía al pregón en San Juan con mi padre, compartido por no más de medio centenar de cofrades y alguna bendita mujer. Cuando tuve uso de razón, la abandoné. Dejé los hábitos y la cruz en el desván y guardé en mi memoria aquellos años de mi infancia y adolescencia cubierto por aquella túnica, paupérrima, fea, pero original. Reflexioné sobre mi pertenencia a una cofradía en la que el cristianismo era tan solo una excusa. Y nada más. Reconozco, no obstante, su belleza, que Thalberg me emociona, que es casi imposible coordinar a 5.000 hombres más jóvenes que adultos, más adolescentes si cabe, desde las tres de la madrugada a la una del mediodía, y tantas virtudes que la convirtieron en diferente. Pero, aunque ya no tenga fe en nada, prefiero obviar detalles, anécdotas y otras circunstancias. Ahora, la junta directiva también se debate entre la hipoteca y las querellas. Cosas veredes. ¡En tus manos encomiendo mi espíritu! ¡Perdónalos porque no saben lo que hacen! Yo supe dejar mi cofradía a tiempo.

Santo Entierro y política

Mientras Zamora continúa celebrando la muerte del Hijo de Dios, chateando en bares, almorzando en nuestros afamados restaurantes; casi sin solución de continuidad, la ciudad asiste al entierro de los restos del Cristo. Procesión oficial y oficialista, cofradía tenida por monárquica, de la que ya ha escrito y dicho todo Florián Ferrero, medievalista, que vino a nacer casi en San Esteban, donde durante tantos años se inició este camino al sepulcro semanasantero.

 

Procesión ahora bonita, aristocrática, epidérmica. Desfile de la autoridad, ahora tan contestada por el pueblo llano. Procesión de gente bien, como su túnica de terciopelo negro, que viene a poner casi la rúbrica a la Pasión zamorana. Ocasión para admirar algunos de los grupos escultóricos más emblemáticos de la Semana Santa zamorana como El Longinos, El Descendimiento o el Cristo de las Injurias,  distinto al que vive en perpetua soledad en su capilla de la Catedral y al que procesionan el Miércoles Santo. Oportunidad para ver qué guapas se han puesto nuestras féminas políticas y cuál elegantes los varones que administran la res pública. Es, como les diría yo, un cotilleo apasionado.

 

Y, en la mitad del camino, merienda en los jardines del Castillo y alrededores de la Catedral. Se comentan las jugadas de ciertos momentos de la procesión y se loan las viandas que reponen fuerzas. Eso sí, nadie trata del Misterio de la Pasión de Cristo.

Nietzsche anunció la muerte de Dios; en Zamora, lo resucitamos.

Eugenio-Jesús de Ávila

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