PASIÓN POR ZAMORA
Preguntas sobre Zamora con respuestas
¿Por qué Zamora padece tal derrota económica y social? ¿Por qué esta provincia ha alcanzado una cota de inactividad económica tan baja, la tercera entre las menos activas de la nación? Iniciar este artículo con dos preguntas parece inapropiado de cualquier erudito. Cierto. Yo no soy inteligente, ni sabio, más bien un provinciano esclarecido. No obstante, también respondo, brevemente, a cuestiones tan mundanas. Tampoco parece lugar apropiado este periódico para desvelar el misterio. No obstante, encaro el reto.
Creo que Zamora vive en un precapitalismo económico, derivado del caciquismo decimonónico que aún perdura en nuestra geografía, si bien el cacique actual queda muy alejado del canovista, gente aristocrática y con clase. Si la base económica de esta provincia obedece a ese capitalismo sin desarrollar, lógico que la mentalidad del zamorano presente características propias de otro tiempo, de otra manera de vivir y de sentir.
El zamorano padece también lo que he definido como apatía antropológica. En términos contemporáneos, un “pasota”. Persona pusilánime, si fuste, rendida, obediente. Nunca se rebela. Jamás exige. Dura más que vive. Lo aguanta todo. Pasó del franquismo a la democracia sin darse cuenta. Y, por tanto, respeta todavía al que ocupa jerarquía en la res pública. No importa a qué partido pertenezca la autoridad. ¡A mi plin, yo duermo en Pikolín! Y así nos va.
Tampoco abunda el empresario capitalista en esta provincia. Los hay. Son la excepción a una regla económica. Hay miedo al fracaso. Querencia por ocupar puesto en la función pública. No hay nadie tan conservador como un funcionario, aunque milite en Unidas Podemos. No hay tiempo para explicarme. Diáfano.
Si el ciudadano muere de apatía, si nadie arriesga en la inversión empresarial, si el funcionario tiene la vida resuelta y el intelectual no piensa, porque duele, y si reflexiona, oculta su filosofía, cómo extrañarnos de la deriva económica de nuestra tierra y que tres cuartos del territorio provincial se haya convertido ya en un desierto demográfico irreversible.
Me sucede con Zamora como con la mujer que amo: ninguna de las dos me quiere. Y amar a quién no te ama resulta propio de poetas románticos, personas que se pasan la vida buscando la rima a la estrofa de la pasión. Sartre lo escribió: El hombre es una pasión inútil. Yo, también. Vale.
Eugenio-Jesús de Ávila
¿Por qué Zamora padece tal derrota económica y social? ¿Por qué esta provincia ha alcanzado una cota de inactividad económica tan baja, la tercera entre las menos activas de la nación? Iniciar este artículo con dos preguntas parece inapropiado de cualquier erudito. Cierto. Yo no soy inteligente, ni sabio, más bien un provinciano esclarecido. No obstante, también respondo, brevemente, a cuestiones tan mundanas. Tampoco parece lugar apropiado este periódico para desvelar el misterio. No obstante, encaro el reto.
Creo que Zamora vive en un precapitalismo económico, derivado del caciquismo decimonónico que aún perdura en nuestra geografía, si bien el cacique actual queda muy alejado del canovista, gente aristocrática y con clase. Si la base económica de esta provincia obedece a ese capitalismo sin desarrollar, lógico que la mentalidad del zamorano presente características propias de otro tiempo, de otra manera de vivir y de sentir.
El zamorano padece también lo que he definido como apatía antropológica. En términos contemporáneos, un “pasota”. Persona pusilánime, si fuste, rendida, obediente. Nunca se rebela. Jamás exige. Dura más que vive. Lo aguanta todo. Pasó del franquismo a la democracia sin darse cuenta. Y, por tanto, respeta todavía al que ocupa jerarquía en la res pública. No importa a qué partido pertenezca la autoridad. ¡A mi plin, yo duermo en Pikolín! Y así nos va.
Tampoco abunda el empresario capitalista en esta provincia. Los hay. Son la excepción a una regla económica. Hay miedo al fracaso. Querencia por ocupar puesto en la función pública. No hay nadie tan conservador como un funcionario, aunque milite en Unidas Podemos. No hay tiempo para explicarme. Diáfano.
Si el ciudadano muere de apatía, si nadie arriesga en la inversión empresarial, si el funcionario tiene la vida resuelta y el intelectual no piensa, porque duele, y si reflexiona, oculta su filosofía, cómo extrañarnos de la deriva económica de nuestra tierra y que tres cuartos del territorio provincial se haya convertido ya en un desierto demográfico irreversible.
Me sucede con Zamora como con la mujer que amo: ninguna de las dos me quiere. Y amar a quién no te ama resulta propio de poetas románticos, personas que se pasan la vida buscando la rima a la estrofa de la pasión. Sartre lo escribió: El hombre es una pasión inútil. Yo, también. Vale.
Eugenio-Jesús de Ávila
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