NOCTURNOS
Textos eróticos
Mojar tu alma
Soy nube que quiere, que desea, que anhela, lloverme sobre tu cuerpo, mojar tu alma, humedecer tu gineceo, empapar tu epidermis. Quiero ser agua del río en que tú bebas, en el que tú te mires tu hermoso rostro. Soy el hombre que quiere entrar en tu memoria para que siempre me recuerdes más allá de mi muerte.
La mujer del arco iris
No recuerdo haberte visto cubierta por un vestido rojo, pero te convertiste para mí en mi pasión favorita: la mujer que me impidió dormir durante mucho tiempo, la que despertó en mi seso la necesidad de pensarte más allá de la reflexión cotidiana; la dama de la que me enamoré sabiendo por qué y de qué. Y te fuiste o desapareciste para siempre. Cuando vuelva a verte quizá ya no serás la mujer de rojo, sino la mujer que se columpiaba en el arco iris.
Nacimos para amar y… ser amados
En el amor, no pierde nadie, ni tan si quiera aquel o aquella que, aun amando, deja de ser amado, porque, hubo un tiempo en el que amó y fue amado. La derrota del amor llega cuando nunca recibiste un caricia, ni un beso cálido, profundo, caliente, ni un "te amo" pronunciado con la boca del alma y esculpido por los labios.
Nacimos para amar. Y si nunca aprendiste a conjugar ese verbo, nunca viviste, solo duraste. Hiciste de la vida un pasar, una inercia para aguardar la muerte, la nada, de la que nunca debiste salir.
Eugenio-Jesús de Ávila
Mojar tu alma
Soy nube que quiere, que desea, que anhela, lloverme sobre tu cuerpo, mojar tu alma, humedecer tu gineceo, empapar tu epidermis. Quiero ser agua del río en que tú bebas, en el que tú te mires tu hermoso rostro. Soy el hombre que quiere entrar en tu memoria para que siempre me recuerdes más allá de mi muerte.
La mujer del arco iris
No recuerdo haberte visto cubierta por un vestido rojo, pero te convertiste para mí en mi pasión favorita: la mujer que me impidió dormir durante mucho tiempo, la que despertó en mi seso la necesidad de pensarte más allá de la reflexión cotidiana; la dama de la que me enamoré sabiendo por qué y de qué. Y te fuiste o desapareciste para siempre. Cuando vuelva a verte quizá ya no serás la mujer de rojo, sino la mujer que se columpiaba en el arco iris.
Nacimos para amar y… ser amados
En el amor, no pierde nadie, ni tan si quiera aquel o aquella que, aun amando, deja de ser amado, porque, hubo un tiempo en el que amó y fue amado. La derrota del amor llega cuando nunca recibiste un caricia, ni un beso cálido, profundo, caliente, ni un "te amo" pronunciado con la boca del alma y esculpido por los labios.
Nacimos para amar. Y si nunca aprendiste a conjugar ese verbo, nunca viviste, solo duraste. Hiciste de la vida un pasar, una inercia para aguardar la muerte, la nada, de la que nunca debiste salir.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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