Eugenio de Ávila
Miércoles, 05 de Mayo de 2021
EMBELLECER ZAMORA

Hacer de Zamora una ciudad más coqueta

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Zamora, como he escrito con reiteración,  es una ancianita coqueta, y, como tal, necesita cuidados en su epidermis, en su piel, para lucir más bella, aun en su vejez. No es complicado embellecer esta vieja urbe. Guarido lo sabe. Espero que, durante este mandato, ejecute un plan de belleza en cuatro años para que, cuando decida abandonar la Casa de las Panaderas, su nombre y apellidos, Francisco y Guarido Viñuela, quede en la historia de la Bien Cercada como su regidor más caro.

Si preguntara a cualquier ciudadano qué ideas proyectaría sobre Zamora para hacerla más hermosa, convencido estoy que hablaría de más jardines en la ciudad –los Tres Árboles y Valorio no entran en este juego-; más fuentes, una en cada barrio y más en el centro de la ciudad, y esculturas, y unos accesos a la ciudad que llamen la atención a los turistas que accedan a ella.

Vayamos por partes: el parque del Castillo clama por una fuente ornamental que sea un paradigma para toda la ciudad, y fontanas, como las que niños y mayores, ha tiempo, se refrescaban. Hay mucha piedra en torno a monumentos colosales como Catedral y lo que queda de fortaleza medieval. Los sillares también beben agua.

Avancemos en el recorrido. Jardines coquetos en Antonio del Águila y Plaza de los Cientos. Colocaría alguna fuentecilla. Llego a la plaza de Viriato. Me encuentro con un empedrado imposible para atravesar, salvo que vayas por la zona de granito. Hay que cambiar ese espacio, crear otra fuente, refrescarlo. De la Plaza Mayor, ya se conoce mi opinión: no me gusta, rogaría un proyecto para transformarla en una verdadera ágora.

Sobre la plaza de Sagasta ya he escrito: estatua de Barrón, que luce en toda su bellaza, pero requiere un jardín con fuente.

Santa Clara también quiere teñir su cabello de verde. Verbigracia: plaza de la Constitución, uno de los mayores secarrales de esta no región que es Castilla y León. Jardín y fuente. Más allá me encuentro con la de la Constitución. Cerca de Hacienda, siempre hay que calmar los ánimos del contribuyente: más agua y más jardines.

Llego a La Marina. Demasiado cemento. Los árboles del pequeño parque parecen aislados del paseo central, un tostadero en verano. Echo de menos aquella fuente en cascada del proyecto original. Si giro a la izquierda, llego a la avenida de las Tres Cruces: bien dotada de aceras, de árboles, pero sin una fuente ni un solo jardín.

Plaza de Alemania: hay que reformar la fuente y su contorno. Estatua.

Rotondas de acceso a la ciudad. Las que son de Fomento, algunas tomadas por matorrales, malas hierbas, que ofrecen un aspecto lamentable a cualquier conductor que atraviesa, por ejemplo, Cardenal Cisneros desde la rotonda de la avenida Galicia, antes de llegar al Centro Comercial Valderaduey. La solución que se aportó a la del cementerio, con la colocación de la Puerta del Pescado, la alabo.

Imitemos lo más hermoso que tenemos: jardín de la plaza de Zorrilla, presidido por una poética escultura de Baltasar Lobo. Proyectos ese estilo a otros espacios urbanos de Zamora. No hay que pensar mucho, además reflexionar no duele, máxime cuando amamos tanto a la ciudad del alma.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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