PASIÓN POR ZAMORA
Requejo y Merino: una idea y una gestión política
En esta víspera de San Isidro, ha podido iniciarse una revolución productiva en el sector primario zamorano, merced a dos reos del progreso: Francisco J. Requejo y Vicente Merino Febrero

Por el año 2009, Vicente Merino Febrero había presentado una idea que podría cambiar el futuro de esta provincia y de su agricultura: la Biorrefinería Multifuncional. Desde antaño el ingeniero zamorano-leonés, cual Odiseo después de la guerra de Troya, deambuló por el mar de la res pública, por centros políticos y organizaciones empresariales para presentar su proyecto y alcanzar el puerto de su Itaca industrial.
Se le recibió con incredulidad, con cierto desprecio, el que suele practicar el poder con los que nunca nos humillamos, con los que nos rebelamos contra su injusticia y nepotismo, con todo lo que representa cambio e inflexión. Después, cuando asumieron que la idea transformaría una forma de entender la agricultura, intentaron quedarse con el talento, apartarlo del futuro, abortar su proyecto. No lo consiguieron. Solo una persona, Vicente Merino, al que envidiaría Job, supo aguantar 14 años navegando buscando su Ítaca particular.
El poder político y empresarial se valió de la prensa afín para ridiculizar a Merino Febrero. Se leyeron, años atrás, artículos indecentes de personajes venales; se escucharon chanzas escritas en medios de comunicación de escasa sensibilidad y potente descaro; se escucharon en emisoras burlas burdas sobre la Biorrefinería y su promotor. Solo una emisora y el que esto firma apoyamos a Vicente, al que acogí como a un hijo, al que, con el tiempo, aprendí a admirar y valorar, al que ahora considero un amigo del alma y un caballero del barroco español, o un poeta del romanticismo patrio, extraño en un hombre de ciencia, pero en el cerebro de este ingeniero caben los números y las letras.
Y aquel acontecimiento histórico de la que fuera ministra socialista, aquella coincidencia entre Zapatero, en la UE, y Obama, en USA, 12 años después, en nuestra pequeña, herida, depauperada provincia, se ha reproducido. No tiene carácter universal, pero a un servidor, zamorano escéptico, zamorano en el final de su carrera profesional, zamorano que sigue enamorado de su tierra, la conjunción de Requejo, en la Diputación, y Merino, como empresario en revolución agropecuaria, también juzga esa coincidencia política-empresarial como un suceso extraordinario, un alumbramiento celestial, un hecho esencial para la vida económica de nuestra provincia.

En efecto, como afirmó, en público, Vicente Merino Febrero en Barcial del Barco, sobre las 11.15 de la mañana de este 14 de mayo, víspera de San Isidro, sin Francisco José Requejo la Biorrefinería de Barcial del Barco jamás habría visto la luz y pasaría al libro de las leyendas de nuestra Zamora, como la instalación de la FASA en Coreses, años 60, que todo zamorano de mi generación escuchó decir a los mayores, o lo del renacimiento de Monte La Reina como infraestructura militar, y tantas otros sueños que solo soñamos despiertos, que la historia devora, con sus mandíbulas de años, para digerir en su vientre de tiempo.
Requejo, que debió vencer enemigos feroces en su partido, Ciudadanos, para ser diputado provincial y que después negoció de tú a tú con el PP para ser elegido presidente, ha sido determinante, esencial, razón y ser de que el proyecto de Vicente Merino Febrero sea ya una realidad.
No sé cuándo este joven empresario zamorano, ahora en tareas políticas, querrá abandonar la res pública, aunque se dice que lo dejará todo en la primavera de 2023; pero yo le pediría que continuase con su labor intensa, dura y eficaz en el mundo de la política, porque personalidades como la suya son rara avis en una Zamora y una España en la que lo más zafio, vulgar y soez ocupa la jerarquía del poder.
Y concluyo por el principio: cuando supe del proyecto de Vicente Merino y lo estudié, le comenté que su idea tocaba los intereses de empresas multinacionales y regionales de enorme poder económico y mediático, que su biorrefinería resultaría peligrosa para el statu quo de políticos y empresarios muy importantes, de los que hacen y deshacen según sus caprichos.
Pero Vicente no cejó en su empeño. Y ahora está aquí, en la cúspide, con un proyecto que cambiará una concepción anticuada de la agricultura. Como deseé siempre, Zamora, que produce magnificas materias primas, debía transformarlas en fábricas instaladas en nuestra provincia, para que la riqueza se quedase aquí, entre nosotros; porque exportar materias primas a otras geografías empobrece el propio lar y enriquece otras provincias y regiones. A partir de esta víspera de San Isidro quizá nos encontremos en una revolución en nuestro sector primario. Requejo y Merino tendrán la culpa. Reos del progreso. Gracias.
Por el año 2009, Vicente Merino Febrero había presentado una idea que podría cambiar el futuro de esta provincia y de su agricultura: la Biorrefinería Multifuncional. Desde antaño el ingeniero zamorano-leonés, cual Odiseo después de la guerra de Troya, deambuló por el mar de la res pública, por centros políticos y organizaciones empresariales para presentar su proyecto y alcanzar el puerto de su Itaca industrial.
Se le recibió con incredulidad, con cierto desprecio, el que suele practicar el poder con los que nunca nos humillamos, con los que nos rebelamos contra su injusticia y nepotismo, con todo lo que representa cambio e inflexión. Después, cuando asumieron que la idea transformaría una forma de entender la agricultura, intentaron quedarse con el talento, apartarlo del futuro, abortar su proyecto. No lo consiguieron. Solo una persona, Vicente Merino, al que envidiaría Job, supo aguantar 14 años navegando buscando su Ítaca particular.
El poder político y empresarial se valió de la prensa afín para ridiculizar a Merino Febrero. Se leyeron, años atrás, artículos indecentes de personajes venales; se escucharon chanzas escritas en medios de comunicación de escasa sensibilidad y potente descaro; se escucharon en emisoras burlas burdas sobre la Biorrefinería y su promotor. Solo una emisora y el que esto firma apoyamos a Vicente, al que acogí como a un hijo, al que, con el tiempo, aprendí a admirar y valorar, al que ahora considero un amigo del alma y un caballero del barroco español, o un poeta del romanticismo patrio, extraño en un hombre de ciencia, pero en el cerebro de este ingeniero caben los números y las letras.
Y aquel acontecimiento histórico de la que fuera ministra socialista, aquella coincidencia entre Zapatero, en la UE, y Obama, en USA, 12 años después, en nuestra pequeña, herida, depauperada provincia, se ha reproducido. No tiene carácter universal, pero a un servidor, zamorano escéptico, zamorano en el final de su carrera profesional, zamorano que sigue enamorado de su tierra, la conjunción de Requejo, en la Diputación, y Merino, como empresario en revolución agropecuaria, también juzga esa coincidencia política-empresarial como un suceso extraordinario, un alumbramiento celestial, un hecho esencial para la vida económica de nuestra provincia.
En efecto, como afirmó, en público, Vicente Merino Febrero en Barcial del Barco, sobre las 11.15 de la mañana de este 14 de mayo, víspera de San Isidro, sin Francisco José Requejo la Biorrefinería de Barcial del Barco jamás habría visto la luz y pasaría al libro de las leyendas de nuestra Zamora, como la instalación de la FASA en Coreses, años 60, que todo zamorano de mi generación escuchó decir a los mayores, o lo del renacimiento de Monte La Reina como infraestructura militar, y tantas otros sueños que solo soñamos despiertos, que la historia devora, con sus mandíbulas de años, para digerir en su vientre de tiempo.
Requejo, que debió vencer enemigos feroces en su partido, Ciudadanos, para ser diputado provincial y que después negoció de tú a tú con el PP para ser elegido presidente, ha sido determinante, esencial, razón y ser de que el proyecto de Vicente Merino Febrero sea ya una realidad.
No sé cuándo este joven empresario zamorano, ahora en tareas políticas, querrá abandonar la res pública, aunque se dice que lo dejará todo en la primavera de 2023; pero yo le pediría que continuase con su labor intensa, dura y eficaz en el mundo de la política, porque personalidades como la suya son rara avis en una Zamora y una España en la que lo más zafio, vulgar y soez ocupa la jerarquía del poder.
Y concluyo por el principio: cuando supe del proyecto de Vicente Merino y lo estudié, le comenté que su idea tocaba los intereses de empresas multinacionales y regionales de enorme poder económico y mediático, que su biorrefinería resultaría peligrosa para el statu quo de políticos y empresarios muy importantes, de los que hacen y deshacen según sus caprichos.
Pero Vicente no cejó en su empeño. Y ahora está aquí, en la cúspide, con un proyecto que cambiará una concepción anticuada de la agricultura. Como deseé siempre, Zamora, que produce magnificas materias primas, debía transformarlas en fábricas instaladas en nuestra provincia, para que la riqueza se quedase aquí, entre nosotros; porque exportar materias primas a otras geografías empobrece el propio lar y enriquece otras provincias y regiones. A partir de esta víspera de San Isidro quizá nos encontremos en una revolución en nuestro sector primario. Requejo y Merino tendrán la culpa. Reos del progreso. Gracias.
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