FASE DE ASCENSO A SEGUNDA A
El Zamora se despide de la Segunda A con una enorme dignidad
Los rojiblancos pierden por 2-0, en el Francisco de las Heras, ante el CD Badajoz, pero su derrota adquiere el perfume de la victoria, por su entrega, su nobleza y su verdad deportiva. El segundo gol pacense, de penalti, en el último instante de la primera mitad, determinante
Hay derrotas con aroma a victoria. Hay derrotas que dignifican a los vencidos. Esta noche presencié uno de esos revesesncon sabor a triunfo, con perfume a vencedor: como la del Zamora CF en el Francisco de las Heras, ante el CD. Badajoz, que no es mejor equipo que el nuestro, pero tiene cuatro jugadores en su plantilla que marcan diferencias. Los rojiblancos portan una corona de laurel sobre su testa porque han brindado una temporada, que finalizó en Extremadura, inolvidable, que pasará a la historia del libro del Zamora CF con letras de oro.
Y también lección extraordinaria de los mil aficionados zamoranos que viajaron hoy a Almendralejo, que, pese a la derrota, demostraron su categoría humana, su aristocracia, su nobleza. Hubo lágrimas, los glóbulos rojos del alma, de emoción cuando, ya con el choque terminado, los jugadores aplaudieron desde el césped a la afición que respondió, orgullosa, satisfecha, de sus gladiadores que, tan solo hace un año, se jugaban el ascenso a Segunda B en Palencia. Incluso, los jugadores pacenses reconocieron el comportamiento de los seguidores rojiblancos saludándolos desde el verde albero del Francisco de las Heras.
Sí, una derrota clara, con una jugada determinante: último segundo de la prolongación de la primera entrega. Parra pierde su posición ante el lateral zurdo blanquinegro, lo que obliga a Jon a realizar una salida suicida que concluyó en pena máxima. Aquino la transformó con un tiro flojo por el centro de la portería, mientras el meta vasco se tiraba al lado izquierdo. Con un dos cero en contra, los zamoranos deberían marcar tres goles si querían eliminar al Badajoz. Todo estaba perdido.
Demasiado castigo para los rojiblancos, que comenzaron el partido como un cohete, con dos situaciones de marcar clarísimas: un centro de Dani Hernández, que un defensa local casi mete dentro de su portería al intentar cortarlo, y un cabezazo de Crespo que obligó a Royo a una gran intervención. Pero, como a este equipo alguien le ha echado un mal de ojo, en el minuto 10, Crespo, el central zurdo rojiblanco, lesionado, después de una salida a destiempo de Jon Villanueva, se fue a vestuarios. Dani H le sustituyó.
Ni Badajoz ni Zamora llevaron su lucha a la medular. Ambos equipos jugaron en largo. Así, la calidad de algunos jugadores blanquinegros desequilibró el choque. De tal manera, en el minuto 26, cuando había cierto equilibro en el campo, Concha, a cinco metros del área, sin oposición alguna, agarró un tremendo disparo que golpeo en el larguero y se alojó en la portería rojiblanca. Antes, Corredera, el mejor jugador pacense, había lanzado un trallazo tremendo con su zurdo de oro al travesaño. También Coscia puso a prueba a Royo con un tiro de esos que botan antes de llegar a la portería, que desvió a córner el cancerbero local.
El Badajoz no me estaba pareciendo mejor equipo que el Zamora: su defensa tosca, sin talento, no parece apropiada para un equipo campeón, pero en tipos como Corredera y Concha, más la experiencia de Santamaría, jugador de la cantera del Athletic, inclinaron la suerte del choque. Como la batalla jamás se disputó en el centro del campo, Ramos apenas pudo contactar con sus hombres de ataque y, además, tuvo que trabajar más en la destrucción que en la creación. El Zamora intentó proyectarse en ataque con Perero, que realizó un par de cabalgadas que no encontraron solución en el área. Tuvo más éxito Menéndez, que, por la izquierda, colocó centros muy peligrosos para la cobertura local.
Como digo, había cierta igualdad en el campo hasta que llegó ese error en el último segundo de la primera parte. Gol psicológico, tanto como estúpido. Después se diría que sobró la segunda entrega, en la que el Zamora quiso más el balón, creando peligro en faltas sobre el área pacense, que nunca encontraron rematador. Solo un saque de esquina de Dani Hernández comprometió al meta Royo, que tuvo que intervenir para evitar el gol rojiblanco.
Estévez, en el minuto 69, asumió que su equipo ya había pasado la eliminatoria, momento idóneo para realizar sus primeros cambios: Otegui y Núñez sustituyeron a Morgado y Santamaría. Y, poco después, tercer cambio local, el de Concha, autor del primer gol, por Adison. Movilla tardó en mover su banquillo. Lo hizo en el minuto 83, cuando Sergio salió por Delmonte, y ya al final también pisaron el césped Romero y Meseguer.
Ya en los últimos instantes, el Zamora buscó el gol del honor, innecesario, porque el equipo ya había demostrado su categoría. Fue tal el ansia rojiblanca que Jon Villanueva subió a un par de saques de esquina y también a saques de banda. No hubo suerte y todo concluyó con un disparo a la base del poste del Badajoz.
Reitero; hay derrotas que engrandecen, ennoblecen y enaltecen a los que la sufren. La de esta noche en Tierra de Barros extremeña fue una de ellas.
La afición rojiblanca siente un inmenso orgullo de haber asistido a tan bella demostración de entrega, esfuerzo y verdad de sus jugadores, de Movilla y de su cuerpo técnico, sin olvidarse de la junta directiva que preside Víctor de Aldama. Un servidor también confiesa que escribir de esta buena gente,de estos futbolistas singulares, incluso de sus derrotas, me emociona.
E. Navascués de Zubiría
Hay derrotas con aroma a victoria. Hay derrotas que dignifican a los vencidos. Esta noche presencié uno de esos revesesncon sabor a triunfo, con perfume a vencedor: como la del Zamora CF en el Francisco de las Heras, ante el CD. Badajoz, que no es mejor equipo que el nuestro, pero tiene cuatro jugadores en su plantilla que marcan diferencias. Los rojiblancos portan una corona de laurel sobre su testa porque han brindado una temporada, que finalizó en Extremadura, inolvidable, que pasará a la historia del libro del Zamora CF con letras de oro.
Y también lección extraordinaria de los mil aficionados zamoranos que viajaron hoy a Almendralejo, que, pese a la derrota, demostraron su categoría humana, su aristocracia, su nobleza. Hubo lágrimas, los glóbulos rojos del alma, de emoción cuando, ya con el choque terminado, los jugadores aplaudieron desde el césped a la afición que respondió, orgullosa, satisfecha, de sus gladiadores que, tan solo hace un año, se jugaban el ascenso a Segunda B en Palencia. Incluso, los jugadores pacenses reconocieron el comportamiento de los seguidores rojiblancos saludándolos desde el verde albero del Francisco de las Heras.
Sí, una derrota clara, con una jugada determinante: último segundo de la prolongación de la primera entrega. Parra pierde su posición ante el lateral zurdo blanquinegro, lo que obliga a Jon a realizar una salida suicida que concluyó en pena máxima. Aquino la transformó con un tiro flojo por el centro de la portería, mientras el meta vasco se tiraba al lado izquierdo. Con un dos cero en contra, los zamoranos deberían marcar tres goles si querían eliminar al Badajoz. Todo estaba perdido.
Demasiado castigo para los rojiblancos, que comenzaron el partido como un cohete, con dos situaciones de marcar clarísimas: un centro de Dani Hernández, que un defensa local casi mete dentro de su portería al intentar cortarlo, y un cabezazo de Crespo que obligó a Royo a una gran intervención. Pero, como a este equipo alguien le ha echado un mal de ojo, en el minuto 10, Crespo, el central zurdo rojiblanco, lesionado, después de una salida a destiempo de Jon Villanueva, se fue a vestuarios. Dani H le sustituyó.
Ni Badajoz ni Zamora llevaron su lucha a la medular. Ambos equipos jugaron en largo. Así, la calidad de algunos jugadores blanquinegros desequilibró el choque. De tal manera, en el minuto 26, cuando había cierto equilibro en el campo, Concha, a cinco metros del área, sin oposición alguna, agarró un tremendo disparo que golpeo en el larguero y se alojó en la portería rojiblanca. Antes, Corredera, el mejor jugador pacense, había lanzado un trallazo tremendo con su zurdo de oro al travesaño. También Coscia puso a prueba a Royo con un tiro de esos que botan antes de llegar a la portería, que desvió a córner el cancerbero local.
El Badajoz no me estaba pareciendo mejor equipo que el Zamora: su defensa tosca, sin talento, no parece apropiada para un equipo campeón, pero en tipos como Corredera y Concha, más la experiencia de Santamaría, jugador de la cantera del Athletic, inclinaron la suerte del choque. Como la batalla jamás se disputó en el centro del campo, Ramos apenas pudo contactar con sus hombres de ataque y, además, tuvo que trabajar más en la destrucción que en la creación. El Zamora intentó proyectarse en ataque con Perero, que realizó un par de cabalgadas que no encontraron solución en el área. Tuvo más éxito Menéndez, que, por la izquierda, colocó centros muy peligrosos para la cobertura local.
Como digo, había cierta igualdad en el campo hasta que llegó ese error en el último segundo de la primera parte. Gol psicológico, tanto como estúpido. Después se diría que sobró la segunda entrega, en la que el Zamora quiso más el balón, creando peligro en faltas sobre el área pacense, que nunca encontraron rematador. Solo un saque de esquina de Dani Hernández comprometió al meta Royo, que tuvo que intervenir para evitar el gol rojiblanco.
Estévez, en el minuto 69, asumió que su equipo ya había pasado la eliminatoria, momento idóneo para realizar sus primeros cambios: Otegui y Núñez sustituyeron a Morgado y Santamaría. Y, poco después, tercer cambio local, el de Concha, autor del primer gol, por Adison. Movilla tardó en mover su banquillo. Lo hizo en el minuto 83, cuando Sergio salió por Delmonte, y ya al final también pisaron el césped Romero y Meseguer.
Ya en los últimos instantes, el Zamora buscó el gol del honor, innecesario, porque el equipo ya había demostrado su categoría. Fue tal el ansia rojiblanca que Jon Villanueva subió a un par de saques de esquina y también a saques de banda. No hubo suerte y todo concluyó con un disparo a la base del poste del Badajoz.
Reitero; hay derrotas que engrandecen, ennoblecen y enaltecen a los que la sufren. La de esta noche en Tierra de Barros extremeña fue una de ellas.
La afición rojiblanca siente un inmenso orgullo de haber asistido a tan bella demostración de entrega, esfuerzo y verdad de sus jugadores, de Movilla y de su cuerpo técnico, sin olvidarse de la junta directiva que preside Víctor de Aldama. Un servidor también confiesa que escribir de esta buena gente,de estos futbolistas singulares, incluso de sus derrotas, me emociona.
E. Navascués de Zubiría
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