Domingo, 14 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Lunes, 17 de Mayo de 2021
NOCTURNOS

Aedo enamorado: un amor imposible

[Img #53166]¡Cómo no enamorarse de una mujer como ella! Conocerla me invitó a reflexionar sobre la manera de amar a una dama tan hermosa y elegante, tan profunda y culta. Sé que carezco de virtudes para que me considerase algo más que un amigo. Me he resignado: nunca podré ser su amante. Solo un colega con el que hablar de filosofía, literatura, cine y, cuando sea menester, de nuestros negocios. Es mi sino. No va más.

 

Pero no renuncio a la conmoción que me provoca tomar un café a su lado, observar como mueve sus manos, escuchar cómo sus labios articulan su tono de voz, encontrar en su mirada un pliegue de su espíritu. Aunque es la única mujer a la que nunca podré acariciar sus mejillas orientales, ensalivar, uno a uno, todos los poros de su piel; morder sus labios de cereza, ni escuchar la voz del tiempo en su ombligo, permaneceré a su lado mientras me considere compañero, solo eso, un hombre cándido que la desea, que la querría convertir en diosa helena; un amigo que la amaría en silencio, sin aspavientos, vencido.

 

Solo puedo darle lo que soy, no mucho: un cuerpo en plena decadencia, un alma arrugada, la experiencia de una vida de novela del romanticismo alemán, digamos “Las cuitas del joven Werther”; palabras hermosas, sintaxis barroca y prometerle que se convertirá en la primera mujer de mi muerte, la que me acompañe hasta la barca de Caronte, la que coloque una moneda en mis ojos.

 

Y qué le pido a la que tanto deseo y no puedo amar: que actúe como si me amase, que me bese sin labios, que me mime sin caricias, que me admire sin hipérboles, que pronuncie mi nombre sin confundirse, que sonría cuando lloro, que me dé a beber sus lágrimas, que permita besar la yema del dedo corazón de su mano diestra.

 

No admiro el equilibrio de su carne sobre el esqueleto, me emociona la poesía que emana por su epidermis, escrita en la redacción de su alma con la tinta de Dios. Tuve el privilegio de conocerla, de disfrutar de una obra de arte de la naturaleza. ¡Qué más puede desear un aprendiz de aedo!

Eugenio-Jesús de Ávila

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.29

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.