Enamorarse

¿Enamorarse? ¿Qué es? ¿Qué se siente? ¿Cómo te transformas?  Enamorarse es dejar a la intemperie el alma para que la zarandee el viento de la pasión. Desproteger tu esencia, abandonarla a la merced del destino.  Enamorarse es dejar de pensar en tu ego para olvidarte ti y ser en la otra persona, tu amada amante. Enamorarse consiste en desvalijar tus adentros, vaciarlos de arrogancia y vanidad, preñarlos de amor humilde y sencillo, de amor más allá del tiempo. Enamorarse te convierte en mendigo del amor de una mujer, a la que pides caridad, una limosna de pasión, una moneda que tenga por cara un beso y por cruz una caricia.

Quien se enamora alcanza la jerarquía de los sentimientos. Desde su atalaya contempla el amor como una bendición de Dios, se siente más puro, como si le levitara el alma y el cuerpo no pesase, como si viviera dos vidas, como si la persona amada se convirtiera en una diosa, a la que se adora, a la que se le consiente que te castigue con las penas del infierno, con la penitencia de no verla, de no respirarla, de no acariciarla; con el purgatorio de no olerla cuando la abrazas, de no saborear su paladar cuando la besas.

El enamorado despechado ama del revés. Contempla a su dama con los ojos del alma. Recuerda los besos como si hubieran sido la ambrosía que alimentó su mónada, su unidad como ser.

El enamorado besa y besa, moriría ahíto de besos, porque lo necesita para vivir, como el místico busca a Dios porque le sobra su carne y su osamenta. El enamorado no piensa en él, porque se ha perdido en el paraíso de su amada.  Para el enamorado cada beso es oxígeno que alcanza los bronquios de su alma. Cada beso es manjar que no llena, vianda que alimenta hasta el último átomo de su cuerpo. 

Si te enamoras, pintas y dibujas, las líneas siempre buscan el corazón de tu amada o amado. Los colores saltan del papel, del lienzo, del muro, como si dialogaran entre ellos, como si anhelasen volver a ser arco iris.

Si te enamoras y escribes, como es mi caso, cada palabra que se esculpe es un beso y transformas la sintaxis  en una cópula literaria para alcanzar el éxtasis de la gramática, que eyacula prosa poética, que fabrica semen de nube y lágrimas de lluvia.

Eugenio-Jesús de Ávila