ELUCUBRACIONES
Año 2050: Agenda para Zamora
Cuando llegue el año 2050, Zamora habrá desaparecido como provincia de España, que quizá ya habrá perdido Cataluña. El Estado se reinventará. Provincias desérticas como la nuestra –la zona occidental es un desierto demográfico irreversible- formarán parte de macroprovincias o microrregiones. Así, Sanabria, Aliste y Benavente y Los Valles, comarcas zamoranas, quedarán absorbidas por León. Tierra de Campos, Toro y su alfoz se incluirán en Valladolid, mientras Zamora ciudad, Sayago y La Guareña entrarán en la de Salamanca.
Las carreteras provinciales habrán desaparecido cuando se cumpla la Agenda 2050, esa alucinación de Pedro Sánchez, el presidente que nos invita, primero, a no comer carne, y, cuando pueda, a intervenir el mercado, y que se ha mostrado, además, satisfecho porque habrá menos niños y, por tanto, los docentes, que son todos de izquierdas, podrán impartir mejor sus lecciones, dado que sus aulas apenas contarán con poco más de 15 alumnos, en su mayoría de familias musulmanas y sudamericanas y algunos de Europa del Este y subsaharianos. “De aquí al 2050 es más probable que España tenga casi un millón de estudiantes menos entre los 3 y los 24 años. Si lo gestionamos bien, en vez de ser un drama, esto puede ser una oportunidad”. Genial este presidente. ¡Qué fortuna para España gozar con su sabiduría política y su gobernanza!
Los pueblos zamoranos que cuenten hoy, en 2021, con menos de 400 habitantes, habrán dejado de existir en 2050. Zamora se habrá convertido ya en un inmenso geriátrico. La edad de la provincia superará los 70 años.
Al desaparecer como provincia, la Diputación tampoco existirá. No tendremos políticos zamoranos en los parlamentos autonómicos ni nacionales. Algo que, sin duda, agradecerán los escasos habitantes que habiten en lo que hoy es nuestra geografía provincial. Porque, se ha preguntado el lector para qué queremos representantes como Antidio Fagúndez, el secretario provincial del PSOE que condujo a su partido a la menor representación posible, hecho histórico, en el Ayuntamiento de Zamora, tres ediles; colocado, a dedo, por Sánchez, como diputado nacional, en agradecimiento a sus servicios; o Pepe Fernández, que lleva desde su juventud en el Senado; o, por cambiar de formación política, para que queremos a Martínez-Maíllo, que no hizo nada por Zamora, que le dio la espalda, cuando era la mano derecha, o la izquierda, o el muñón de Rajoy; José Maria Barrio, buena gente, pero que se subió un día al carro de la res pública y, décadas después, sigue ahí; y ¡qué decir de la ínclita Mayte Martín Pozo, nada por aquí y nada por allá, la inanidad política! Con estos y anteriores políticos, del PP y del PSOE, siempre al servicio de sus partidos, jamás al de sus paisanos, de la gente del común, del ciudadano, Zamora desaparecerá como provincia a no tardar, antes de que la delirante Agenda sanchista de 2050 se desarrolle.
Los zamoranos de hoy, los que viven o vivimos en este 2021, no tenemos tiempo, no nos quedan 30 años para celebrar el 1 de enero de 2050, después de las doce uvas. Los zamoranos de ahora contemplamos el horizonte de 2023, próximas elecciones municipales, como horizonte lejanísimo. Zamora no tiene tiempo para asir el futuro. Cada segundo que devora Cronos es un viaje al pasado, a la decadencia económica, a la muerte demográfica, a la nada social.
Insisto en que si queremos que Zamora siga siendo provincia, mantenga instituciones públicas propias, su economía se reactive y salga del actual y enquistado coma económico y social, se hace cada día más necesario la concreción de un movimiento político de zamoranos con prestigio, de zamoranos que quieran hacer política como sacrificio, como servicio al pueblo, al paisano, al vecino; de zamoranos que laboren en la res pública sin remuneración, salvo las dietas lógicas; de zamoranos que firmen ante notario su cese cuando incumplan los programas políticos presentados a los electores; de zamoranos que regresen a su lar y a su labor cuando concluyan sus etapas políticas.
Los partidos nacionales clásicos, lo que queda del PSOE, lo que permanece en el PP, nos han llevado a la agonía económica y social. Votad listas de estas formaciones conduce al suicidio como provincia. Me temo que en el 2050 ya habré pasado a otra dimensión, y si habito en una residencia de la tercera edad, me vendrá a hacer reportajes sobre el envejecimiento.
Eugenio-Jesús de Ávila
Cuando llegue el año 2050, Zamora habrá desaparecido como provincia de España, que quizá ya habrá perdido Cataluña. El Estado se reinventará. Provincias desérticas como la nuestra –la zona occidental es un desierto demográfico irreversible- formarán parte de macroprovincias o microrregiones. Así, Sanabria, Aliste y Benavente y Los Valles, comarcas zamoranas, quedarán absorbidas por León. Tierra de Campos, Toro y su alfoz se incluirán en Valladolid, mientras Zamora ciudad, Sayago y La Guareña entrarán en la de Salamanca.
Las carreteras provinciales habrán desaparecido cuando se cumpla la Agenda 2050, esa alucinación de Pedro Sánchez, el presidente que nos invita, primero, a no comer carne, y, cuando pueda, a intervenir el mercado, y que se ha mostrado, además, satisfecho porque habrá menos niños y, por tanto, los docentes, que son todos de izquierdas, podrán impartir mejor sus lecciones, dado que sus aulas apenas contarán con poco más de 15 alumnos, en su mayoría de familias musulmanas y sudamericanas y algunos de Europa del Este y subsaharianos. “De aquí al 2050 es más probable que España tenga casi un millón de estudiantes menos entre los 3 y los 24 años. Si lo gestionamos bien, en vez de ser un drama, esto puede ser una oportunidad”. Genial este presidente. ¡Qué fortuna para España gozar con su sabiduría política y su gobernanza!
Los pueblos zamoranos que cuenten hoy, en 2021, con menos de 400 habitantes, habrán dejado de existir en 2050. Zamora se habrá convertido ya en un inmenso geriátrico. La edad de la provincia superará los 70 años.
Al desaparecer como provincia, la Diputación tampoco existirá. No tendremos políticos zamoranos en los parlamentos autonómicos ni nacionales. Algo que, sin duda, agradecerán los escasos habitantes que habiten en lo que hoy es nuestra geografía provincial. Porque, se ha preguntado el lector para qué queremos representantes como Antidio Fagúndez, el secretario provincial del PSOE que condujo a su partido a la menor representación posible, hecho histórico, en el Ayuntamiento de Zamora, tres ediles; colocado, a dedo, por Sánchez, como diputado nacional, en agradecimiento a sus servicios; o Pepe Fernández, que lleva desde su juventud en el Senado; o, por cambiar de formación política, para que queremos a Martínez-Maíllo, que no hizo nada por Zamora, que le dio la espalda, cuando era la mano derecha, o la izquierda, o el muñón de Rajoy; José Maria Barrio, buena gente, pero que se subió un día al carro de la res pública y, décadas después, sigue ahí; y ¡qué decir de la ínclita Mayte Martín Pozo, nada por aquí y nada por allá, la inanidad política! Con estos y anteriores políticos, del PP y del PSOE, siempre al servicio de sus partidos, jamás al de sus paisanos, de la gente del común, del ciudadano, Zamora desaparecerá como provincia a no tardar, antes de que la delirante Agenda sanchista de 2050 se desarrolle.
Los zamoranos de hoy, los que viven o vivimos en este 2021, no tenemos tiempo, no nos quedan 30 años para celebrar el 1 de enero de 2050, después de las doce uvas. Los zamoranos de ahora contemplamos el horizonte de 2023, próximas elecciones municipales, como horizonte lejanísimo. Zamora no tiene tiempo para asir el futuro. Cada segundo que devora Cronos es un viaje al pasado, a la decadencia económica, a la muerte demográfica, a la nada social.
Insisto en que si queremos que Zamora siga siendo provincia, mantenga instituciones públicas propias, su economía se reactive y salga del actual y enquistado coma económico y social, se hace cada día más necesario la concreción de un movimiento político de zamoranos con prestigio, de zamoranos que quieran hacer política como sacrificio, como servicio al pueblo, al paisano, al vecino; de zamoranos que laboren en la res pública sin remuneración, salvo las dietas lógicas; de zamoranos que firmen ante notario su cese cuando incumplan los programas políticos presentados a los electores; de zamoranos que regresen a su lar y a su labor cuando concluyan sus etapas políticas.
Los partidos nacionales clásicos, lo que queda del PSOE, lo que permanece en el PP, nos han llevado a la agonía económica y social. Votad listas de estas formaciones conduce al suicidio como provincia. Me temo que en el 2050 ya habré pasado a otra dimensión, y si habito en una residencia de la tercera edad, me vendrá a hacer reportajes sobre el envejecimiento.
Eugenio-Jesús de Ávila
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