Sábado, 22 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Lunes, 07 de Junio de 2021
PASIÓN POR ZAMORA

Zamora adelgaza, se consume y se escurre

[Img #53928]Yo no sé muchas cosas. Es verdad. Cada día descubro que sé menos de lo que creía saber. Si fuera político, si me hubiera dedicado a la res pública, sabría de todo; yo soy un periodista y un escribidor provinciano que sabe cuatro reglas y no muy bien.

Pero compruebo que la ciudad de Zamora adelgaza, se consume, se esfuma. Somos muy pocos. En una década, una mayoría tendrá más de 65 años. Zamora va camino de convertirse en una urbe de ancianos. Zamora huele a viejo, a pasado, a ucronía. No nacen niños y los jóvenes se preparan y se escapan de la quema, del retraso, del caciquismo democrático, un oxímoron propio de una tierra que  se ignora a sí misma, de gente pusilánime, de personas que encoraron su mente para defenderse del futuro, porque tuvieron miedo a cambiar.

Conozco a personas, inteligentes y preparadas, honradas y decididas, que todavía laboran, como las abejas, para transformar esta ciudad y su provincia. Zamora10 lo viene intentando desde que Caja Rural lideró ese proyecto que, sin ser político, fue denostado por los que viven de la política. Envidia de las ideas, celos del talento, miseria de los mediocres. Con una quinta columna en su interior, Zamora10 ha alcanzado parte de sus objetivos, pero no lo permitieron revolucionar la vida económica y social zamorana. Esta tierra solo sabe vivir en el pasado.

Como expresé al inicio de este artículo, he perdido conocimientos en todos los campos del saber. Ignoro cómo cambiar Zamora, desde su mentalidad hasta su forma de producir; desde su estética hasta su vida social. Porque llegué a creer que Zamora era como un poema al que le faltaba encontrar su rima. Como aficionado a los versos, intenté buscarla. Fracasé. Mi fracaso es tanto el mío personal como el de nuestra ciudad como sociedad avanzada y dinámica. Soy el reflejo de la decadencia de Zamora. Porque yo también me voy consumiendo, porque me faltan las palabras, porque no me vienen las ideas, porque hay una aroma a camposanto en la vida ciudadana, porque no sé qué hacer ya por Zamora, la ciudad del alma.

Quizá, algún día, cuando me vaya, algunos hombres y mujeres, a los que tengo en mi mente, den un paso al frente, se desprendan de miedo, se carguen de coraje, se coloquen peto y espaldar y se decidan a construir una formación política zamorana que acabe con las humillaciones seculares de los partidos nacionales. Mientras los zamoranos sigan votando como casi siempre, nuestra ciudad seguirá siendo una apestada para las inversiones industriales,  para la generación de trabajo y la renovación social.

Mientras Zamora agoniza, los zamoranos se olvidan de que el Gobierno sanchista  se ha reído de nosotros a la cara, verbigracia: Monte la Reina, Reto Demográfico, inversiones, infraestructuras, como la transformación de la N-122 en autovía entre Zamora y la frontera lusa, y sus vicarios no se avergüenzan, no se esconden, les gusta salir en las fotos, como a los de derechas, o lo que sean, los Maíllo eternos.  La prensa local es tierna y camaleónica. Le trae sin cuidado quién mande. Siempre se obedece al poder, porque reparte el dinero público entre las plumas más bondadosas.

Zamora está muerta y bendice a estos “vivos” de la política. Yo no sé nada. Pido la extremaunción para mi ciudad. 

Eugenio-Jesús de Ávila

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