¿Greta remake?

   Se echan de menos las escenificaciones, a medio camino entre la parusía y el apocalipsis, con que Greta en calidad de niña, mocita o joven escandinava, pues en ella hasta la edad parecería truco, nos obsequia a menudo desde el anuncio definitivo del nuevo harmagedon, con los cuatro, qué digo, recua y caballada entera del Juicio Final, en forma de vahos, polímeros y lodos mefíticos. Vamos, nihil novum sub solem, que diría el clásico; en román paladino, mierda y porquería humana doquiera, según acredita por otro lado la memoria de la especie.

   Cierto es que, viéndola con su rictus teatral de iluminada o, Dios no lo quiera, simplemente ida, uno se imagina estar por lo ecológico ante la nueva Juana de Arco, o en versión plebeya la pastorcica de Fátima. Pero no; de cerca, esta niña con el tinglado mediático que se ha montado recuerda más bien en libreto acorde con papel y opereta una suerte de muñeco peliculero, ciborg onírico al que, debido a un ataque de ira futurista, le fueran a saltar muelles y tuercas por los aires, para acabar descuajeringado en el suelo danzando al ritmo de espasmos biónicos. ¡Vaya!, que un síncope.

   Evitar una desgracia así sería empresa humanitaria, pues a la mocita, no menos que a su grey, podría alguien instruirla sobe el carácter cíclico del clima, y para ello ningún ejemplo más a mano que el de sus ancestros colonizando durante los siglos IX y X las costas de Groenlandia, hasta acabar expulsados por un drástico cambio ambiental. Y si no bastara, que algún docto científico de nómina y biblia progresista le explique que el Sajaaaara hace no más de diez mil años, un suspiro, ¡oiga!, era sabana feraz poblada por fauna Disney y acaso élfica, esto a hilo y ovillo de la imbecilidad universal. Pero con seguridad fauna también ofidia y reptiliana, sin olvidar hienas y resto de jaurías carroñeras, hasta llegar al primate más o menos sapiens. Lo primero en clave animalista bonoba; lo segundo en fiel lectura antropoidea.

   En fin; que la criatura, y mucho más viniendo de donde viene, debería preocuparse no ya por el calentamiento global, sino por si se le echa encima una nueva glaciación, que haberlas húbolas y habralas, convirtiendo las antiguas tierras vikingas en hospitalario y acogedor suburbio del casquete polar, allí por fortuna y llegado el caso, que no caerá esa breva, con una muy raquítica y menguada fauna. Por cierto, Greta, ¿en qué quedó y se os quedó el asuntillo aquel ultravioleta del agujero, quiero decir roto trapero de la capa de ozono?