HABLEMOS
Progresismo: de la ignorancia a la miseria
Carlos Domínguez
Que el progresismo como ideología, lo cual ya es mucho decir, se mueve entre la majadería y la estulticia es conclusión a la que llega cualquiera desde el puro sentido común. Arruinar sectores enteros de la economía por las ocurrencias ecológicas si no animalistas aplicadas por la grey afiliada a la estupidez no menos que a la ignorancia, parece asunto no menor, que debiera llamar a la reflexión si no a la resistencia del ciudadano común.
El progreso progresista, o nuevo evangelio de la sostenibilidad, la solidaridad, el bienestar y resto de causas aventadas mediáticamente para consumo de la plebe universal, pasa no ya por poner a disposición de la población una energía abundante, barata y limpia, sino por la cochambre, por la podre del antiguo y nunca extinto sistema comunista, capaz entre otras gestas de desecar el mar de Aral a remolque de sus ruinosos proyectos agrícolas, así como de meter reactores nucleares de grafito en casetas a lo Chernóbil, con tejadillo y tapadera de hojalata. Lo cual, lejos de la exageración, fue y, aún peor, sigue siendo a fecha de hoy tan real como la vida misma.
Actualmente el progresismo de la mugre y la miseria cifra el avance, las conquistas de su pútrida Agenda 20/30, en militarizar a la sociedad española, a fin de imponer igualitariamente el consumo a batuta y toque de retreta en las horas valle, más bien sentina y albañal, de una electricidad cara, escasa y racionada a golpe de cartilla o tarifa, pues tanto da, en la lógica primaria/parvularia de las muchas luminarias que pueblan el fértil edén de los nuevos jerarcas comunistas. Claro está, con cargo/carga, sueldo/suelda, ¡que no, criatura!, soldada, como lo de soldado, ¡ay, ay, ay!, a cargo y costa del erario público.
En definitiva, nuestra prosperidad y futuro a lo plebeyo, que no a lo jerarca, pasa por el modelo castrista y habanero, o sea, bananero, del marielito muerto de hambre que deambula por el malecón a falta de nada mejor que hacer, mientras la checa castrista detiene a disidentes, intelectuales, opositores o simples discrepantes. Y por si no fuera suficiente en cuanto a anuncio de progreso y desarrollo, acaso la mejor fórmula para reciclar la basura socialisto/ socialista sea abundar y redundar en la guagua o el no menos famoso “almendrón”, ese milagro tecnológico cubano, ¡un híbrido, oiga!, consistente en mantener no en marcha sino en pie a base de chapuza y alambre los carros americanos de los años cincuenta, importados, dígase todo, por la dictadura de Batista. Pues el castrismo, también visto lo visto, prefirió siempre el más igualitario, democrático y ecológico modelo del deambular pasito a pasito, a fin de disimular con un personal condenado a sestear y mendigar, cuando no simplemente a matar el tiempo.
En realidad, cosas, cositas y cosillas de la tan loada y progresista revolución.
Que el progresismo como ideología, lo cual ya es mucho decir, se mueve entre la majadería y la estulticia es conclusión a la que llega cualquiera desde el puro sentido común. Arruinar sectores enteros de la economía por las ocurrencias ecológicas si no animalistas aplicadas por la grey afiliada a la estupidez no menos que a la ignorancia, parece asunto no menor, que debiera llamar a la reflexión si no a la resistencia del ciudadano común.
El progreso progresista, o nuevo evangelio de la sostenibilidad, la solidaridad, el bienestar y resto de causas aventadas mediáticamente para consumo de la plebe universal, pasa no ya por poner a disposición de la población una energía abundante, barata y limpia, sino por la cochambre, por la podre del antiguo y nunca extinto sistema comunista, capaz entre otras gestas de desecar el mar de Aral a remolque de sus ruinosos proyectos agrícolas, así como de meter reactores nucleares de grafito en casetas a lo Chernóbil, con tejadillo y tapadera de hojalata. Lo cual, lejos de la exageración, fue y, aún peor, sigue siendo a fecha de hoy tan real como la vida misma.
Actualmente el progresismo de la mugre y la miseria cifra el avance, las conquistas de su pútrida Agenda 20/30, en militarizar a la sociedad española, a fin de imponer igualitariamente el consumo a batuta y toque de retreta en las horas valle, más bien sentina y albañal, de una electricidad cara, escasa y racionada a golpe de cartilla o tarifa, pues tanto da, en la lógica primaria/parvularia de las muchas luminarias que pueblan el fértil edén de los nuevos jerarcas comunistas. Claro está, con cargo/carga, sueldo/suelda, ¡que no, criatura!, soldada, como lo de soldado, ¡ay, ay, ay!, a cargo y costa del erario público.
En definitiva, nuestra prosperidad y futuro a lo plebeyo, que no a lo jerarca, pasa por el modelo castrista y habanero, o sea, bananero, del marielito muerto de hambre que deambula por el malecón a falta de nada mejor que hacer, mientras la checa castrista detiene a disidentes, intelectuales, opositores o simples discrepantes. Y por si no fuera suficiente en cuanto a anuncio de progreso y desarrollo, acaso la mejor fórmula para reciclar la basura socialisto/ socialista sea abundar y redundar en la guagua o el no menos famoso “almendrón”, ese milagro tecnológico cubano, ¡un híbrido, oiga!, consistente en mantener no en marcha sino en pie a base de chapuza y alambre los carros americanos de los años cincuenta, importados, dígase todo, por la dictadura de Batista. Pues el castrismo, también visto lo visto, prefirió siempre el más igualitario, democrático y ecológico modelo del deambular pasito a pasito, a fin de disimular con un personal condenado a sestear y mendigar, cuando no simplemente a matar el tiempo.
En realidad, cosas, cositas y cosillas de la tan loada y progresista revolución.





















Polo | Jueves, 10 de Junio de 2021 a las 11:09:22 horas
cuando no se tienen argumentos y si mucho resentimiento, solo cabe esto: el insulto acompañado de lugares comunes y el enaltecimiento irracional de las propias huestes. Qué tristeza y qué pobreza intelectual, de verdad.
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