No tenemos perdón

 Me hubiera gustado estudiar Medicina y no Derecho. Siempre he admirado la figura de los médicos que salvan vidas, que las devuelven, que las suturan…Nunca he admirado a ningún abogado. Un abogado ha de defender a  su cliente, sea o no culpable, sea o no inocente. Un médico salva a quien le entre por la puerta de urgencias ese día. No pregunta su procedencia para curar. Actúa. Ya sé que en la carrera de Derecho hay muchísimas salidas laborales, no sólo ejercer la abogacía, por supuesto. Véase: Fiscal, procurador, juez, docente universitario, secretario judicial y cualquier trabajo que implique una cultura sólida y una formación seria. Nada que objetar. Que conste que ejercer la abogacía es sólo una inclinación que no he tenido nunca, pero la profesión nada tiene que ver con ello, la respeto muchísimo y es fundamental, pero no es lo mío. También sé que hay muchas clases de abogados, como las hay de médicos, de cajeros de súper, de músicos, de vendedores de ropa y calzado, de escritores... Hay de todo, lo bueno y lo malo, en cualquier disciplina. Eso para empezar y para que quede diáfano. 

   En el instituto, el orientador  nos hacía unos test al inicio del Bachillerato antiguo, es decir, en primero de B.U.P. para ver por dónde discurrían nuestras inclinaciones futuras. Pues bien, a mí me dijo que debería encauzar mis estudios por la rama de las ciencias, que se me veía potencial para cursar Empresariales o Económicas, incluso alguna Ingeniería. Parece ser que su mensaje no caló en mí de la manera adecuada porque en segundo de B.U.P. ya me decanté por las letras. Además, con un par de ovarios, por letras puras, con latín y griego. Así que una cosa llevó a la otra y con un hermano haciendo Derecho, yo seguí la estirpe, supongo que más que nada, para que mi hermano estuviera vigilando por mis padres a esa chiquilla impulsiva y tempestuosa que era mi yo de entonces. No sé si habría sido una buena abogada porque se me da muy mal mentir, me pongo colorada como un tomate. Fiscal o Juez los veo más con mi personalidad, muy amiga ella de levantar alcantarillas o poner cada cosa en su sitio como estilo de coherencia personal. 

   Pero es que me hubiera gustado ser médico y ya es tarde. He aprendido tanto de ellos durante los últimos años por motivos que no vienen al caso, que los admiro con total sinceridad. Ahora está muy de moda aupar a todo el que tenga que ver con la rama de la vida sanitaria. Hemos estado algunos meses saliendo a los balcones, terrazas y ventanas para aplaudir a las ocho de la tarde. Pero el españolito de a pie se cansa rápido de sus héroes y los convierte en villanos en un suspiro. Somos de un ridículo espantoso y mediocre. Parece que ya no nos acordamos de lo mal que lo hemos pasado, de los que se han ido para no volver, de las imágenes de sanitarios con bolsas de basura como toda “pantalla” protectora cuando nos aterrorizaba el jodido virus. Ya nos da todo igual, sólo queremos salir de fiesta y que ni los médicos, ni los políticos ni los virólogos nos amarguen una buena Semana Santa, un buen verano o una mejor Navidad de los cojones. Somos una panda de indocumentados, empezando por los políticos… esos que nacen mamando de  la teta de un partido y están en él, viviendo de los demás, hasta que estiran la pata. Es puro empirismo, no digo nada nuevo que ya no se sepa. 

   Olvidamos a quien salva nuestras vidas como se olvida un fugaz amor de  verano. Fue tórrido, sustancioso y etéreo, pero voló. No aprendemos nunca de los errores y es por eso que los cometemos una vez tras otra. No somos gatos, no tenemos siete vidas pero nos da de lado todo mientras no nos afecte de manera personal y directa. 

   Me hubiera gustado estudiar Medicina y no Derecho, pero ya es tarde. Menos mal que España tiene a los médicos y enfermeros mejor preparados… para que se los lleve otro país que pague en su justa medida la calidad de su formación. No tenemos perdón.

Nélida L. del Estal Sastre