CANDIDOS
Monte la Reina: pobres, pocos e incautos
Caja Rural, liderada por su director general, Cipriano García; Zamora10, con su gerente, un zamorano ejemplar, un zamorano que redescubrió la ciudad del alma, la que nos alienta y nos acusa, Francisco Prieto, y la Diputación Provincial, con su presidente a la cabeza, político a imitar, Francisco J. Requejo, y el Ayuntamiento de Toro, con un alcalde independiente, pero más socialista que lo que queda en el PSOE de nuestra tierra, Tomás del Bien, que hace honor a su apellido, trabajan por el futuro de esta malhadada provincia, porque que la quieren y la sienten. Ahora todos, dan un paso al frente, apostando, de manera radical, por la instalación militar de Monte la Reina. Los aplaudo, pero también escribo que demuestran enorme candidez, porque este Gobierno pasa de Zamora, porque este ejecutivo sanchista, como sucedió siempre con el PSOE, desde Felipe González, cree que los zamoranos ya estamos vacunados de humillaciones, agravios y vejaciones y ya lo metabolizamos todo.
Sánchez promete, pero nunca cumple. No puede prometer y prometo, como Adolfo Suárez. Nada. Monte la Reina es ya historia de una infamia. Zamora se muere, porque este gobierno reaccionario, que apoya a los ricos catalanes y vascos, con los que gobierna, se olvida siempre de los humildes. Y esta provincia forma parte de la humildad absoluta, de los parias de la tierra, de la famélica legión, de los desheredados de la fortuna. Sin embargo, los que se autoproclaman como defensores de los más débiles priman a los poderosos, a los que nunca renuncian a nada. Paradoja de unos “rojos” descoloridos.
Recuérdese que no fuimos los zamoranos los que exigimos que se recuperase Monte la Reina para su renacimiento como unidad militar, sino que fue una ocurrencia del Gobierno socialista para frenar la despoblación. Se nos prometió, en el Ramos Carrión, por parte del presidente y de sus vicarios en la provincia, que sería una realidad a no tardar, siempre que Sánchez continuase en La Moncloa. Se nos engatusó con promesas vanas, se rieron de nosotros, porque somos tontos, viejos y sin fuste.
Ahora, nuestros dirigentes más cercanos a la voz del pueblo ofrecen dinero para que la promesa del Gobierno se haga realidad; le quieren dar euros, millones, al que reparte los impuestos de todo de manera injusta: más para Cataluña, más para el País Vasco, y menos, por supuesto, para Zamora. Sucede que la bondad se convierte, casi siempre, en ingenuidad, y la generosidad en candor.
Zamora, debido a un hecho inexplicable que escapa a la razón, si quiere algo del Estado, cualquier inversión, tienen que pagarla las instituciones zamoranos. Traduzco: las pagamos nosotros, la gente de abajo, la gente de la calle, el Juan Nadie.
Monte la Reina debería ser una inversión total del Estado, al cien por cien. Ni un euro, que ya pagamos demasiado para nada. Ni Junta de Castilla y León, ni Diputación Provincial, ni Caja Rural, ni Ayuntamiento de Toro tienen que pagar las promesas incumplidas de Pedro Sánchez. Los pobres ya se han cansado de enriquecer a los poderosos. Antes nos anegaron miles de kilómetros cuadrados para producir energía que no consumimos aquí. Ahora fotovoltaicas para alimentar a otras comunidades más ricas, industrializadas y potentes. No hay remedio. Somos pobres, pocos e incautos.
Eugenio-Jesús de Ávila
Caja Rural, liderada por su director general, Cipriano García; Zamora10, con su gerente, un zamorano ejemplar, un zamorano que redescubrió la ciudad del alma, la que nos alienta y nos acusa, Francisco Prieto, y la Diputación Provincial, con su presidente a la cabeza, político a imitar, Francisco J. Requejo, y el Ayuntamiento de Toro, con un alcalde independiente, pero más socialista que lo que queda en el PSOE de nuestra tierra, Tomás del Bien, que hace honor a su apellido, trabajan por el futuro de esta malhadada provincia, porque que la quieren y la sienten. Ahora todos, dan un paso al frente, apostando, de manera radical, por la instalación militar de Monte la Reina. Los aplaudo, pero también escribo que demuestran enorme candidez, porque este Gobierno pasa de Zamora, porque este ejecutivo sanchista, como sucedió siempre con el PSOE, desde Felipe González, cree que los zamoranos ya estamos vacunados de humillaciones, agravios y vejaciones y ya lo metabolizamos todo.
Sánchez promete, pero nunca cumple. No puede prometer y prometo, como Adolfo Suárez. Nada. Monte la Reina es ya historia de una infamia. Zamora se muere, porque este gobierno reaccionario, que apoya a los ricos catalanes y vascos, con los que gobierna, se olvida siempre de los humildes. Y esta provincia forma parte de la humildad absoluta, de los parias de la tierra, de la famélica legión, de los desheredados de la fortuna. Sin embargo, los que se autoproclaman como defensores de los más débiles priman a los poderosos, a los que nunca renuncian a nada. Paradoja de unos “rojos” descoloridos.
Recuérdese que no fuimos los zamoranos los que exigimos que se recuperase Monte la Reina para su renacimiento como unidad militar, sino que fue una ocurrencia del Gobierno socialista para frenar la despoblación. Se nos prometió, en el Ramos Carrión, por parte del presidente y de sus vicarios en la provincia, que sería una realidad a no tardar, siempre que Sánchez continuase en La Moncloa. Se nos engatusó con promesas vanas, se rieron de nosotros, porque somos tontos, viejos y sin fuste.
Ahora, nuestros dirigentes más cercanos a la voz del pueblo ofrecen dinero para que la promesa del Gobierno se haga realidad; le quieren dar euros, millones, al que reparte los impuestos de todo de manera injusta: más para Cataluña, más para el País Vasco, y menos, por supuesto, para Zamora. Sucede que la bondad se convierte, casi siempre, en ingenuidad, y la generosidad en candor.
Zamora, debido a un hecho inexplicable que escapa a la razón, si quiere algo del Estado, cualquier inversión, tienen que pagarla las instituciones zamoranos. Traduzco: las pagamos nosotros, la gente de abajo, la gente de la calle, el Juan Nadie.
Monte la Reina debería ser una inversión total del Estado, al cien por cien. Ni un euro, que ya pagamos demasiado para nada. Ni Junta de Castilla y León, ni Diputación Provincial, ni Caja Rural, ni Ayuntamiento de Toro tienen que pagar las promesas incumplidas de Pedro Sánchez. Los pobres ya se han cansado de enriquecer a los poderosos. Antes nos anegaron miles de kilómetros cuadrados para producir energía que no consumimos aquí. Ahora fotovoltaicas para alimentar a otras comunidades más ricas, industrializadas y potentes. No hay remedio. Somos pobres, pocos e incautos.
Eugenio-Jesús de Ávila























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