No me preguntes

Te quiero, porque si no te quisiera, lo único que me quedaría en esta miserable y absurda vida, sería la muerte. 

Y me desgajo como una naranja, y me desarmo como un castillo de naipes, y me retuerzo y me aniquilo; y me destrozo. 

Y enfurezco de cólera si menosprecias mis asuntos, y me deprimo cuando mi habitación es el dolor constante. 

Y me caigo en un pozo de desidia y de tedio, pero me levanto cada amanecer porque me da la gana retarte. 

Y te deseo a morir  entre tu cuerpo y el mío, entre tu carne y mis huesos;  y te rechazo porque eres ceniza fría. 

Y te odio porque te amo y porque no quiero que se desgarre mi vientre cada vez que te pienso un instante. 

Y me gusto y  me miro y no te hallo a mi lado porque no existes, porque o inundas todo de palabras o no dejas caer una letra. 

Te quiero, porque si no te quisiera, lo único que me quedaría en esta miserable y absurda vida, sería la muerte.
 

Nélida L. del Estal Sastre