PASIÓN POR ZAMORA
Requejo, la madurez de un político zamorano
Francisco J. Requejo constituye la mayor revelación política liberal de Zamora en democracia. Ya, durante su primera etapa como concejal del Ayuntamiento, me sorprendió. No esperaba tanto de un empresario joven, al que apenas había tratado cuando era candidato a la Alcaldía de la capital de la provincia. Pero en el primer mandato de Guarido evidencio cualidades para el debate político. Su tranquilidad, sosiego y discreción le convirtieron en un edil distinto, singular, con más futuro que pasado. Después, paró un golpe de estado doméstico en Ciudadanos, que le sirvió para formar parte de la Corporación Provincial. Los celos políticos de Antidio Fagúndez impidieron que Tomás del Bien, alcalde de Toro, el político más dotado intelectualmente del PSOE en Zamora, presidiera la Diputación. Requejo quedó en libertad para pactar con el PP. Lanzó un órdago y se llevó la Presidencia de la Diputación. Increíble. Maniobró como un maestro de la res pública.
Como me creo ese aserto de piensa mal y acertarás, reflexioné sobre el futuro del actual presidente de la institución provincial y llegué a la conclusión de que el PP se lo comería en meses. Ahora bien, ya son dos años como principal inquilino del Hospital de la Encarnación, tiempo suficiente para reactivar la mayor inversión privada que ha recibido nuestra provincia en su historia, la Biorrefinería de Barcial del Barco, en peligro merced a trabas políticas y empresariales. Y no me olvido de la Silver Economy, ni del proyecto de Parque Tecnológico y de otras ideas que intentará concretar en los dos años que restan para concluir el mandato.
Hoy, pronunció su discurso más importante, bizarro y gallardo en su corta carrera política. A la cara de un secretario de Estado, de un miembro del Gobierno socialista y de otros políticos y empresarios zamoranos, apostó por los hechos, por las realidades, en detrimento de las palabras, de los verbos. Porque Zamora, esta provincia humillada y pusilánime, necesita inversiones públicas para salir de su coma económico y demográfico. Y lo pide un liberal como Requejo, no un fascista o un comunista, gente para los que el Estado lo es todo, nada fuera del Estado, nada contra el Estado.
Y no olviden los zamoranos que nuestra provincia, y, por ende su capital, se desmoronaron gracias a las decisiones políticas del ejecutivos socialistas, de gobiernos de Felipe González, que retiraron de Zamora instituciones públicas determinantes para la vida económica como los traslados del Regimiento Toledo y Prisión Provincial a Salamanca; el adiós a la Universidad Laboral y el cierre de líneas férreas, sin olvidarnos de la brutal reconversión agropecuaria, como resultado de la entrada de España en la Comunidad Europea, que ocasionó un gravísimo daño, del que todavía no se ha recuperado, al sector primario de nuestra provincia.
Sospecho, con tristeza, que Requejo abandonará la res pública al término de este mandato, en la primavera de 2023. Zamora habrá perdido a su político más dinámico y directo. El liberalismo se quedará sin un líder, porque el PP carece de un hombre o una mujer capaces de recoger todo el voto conservador zamorano.
Quizá, también, Francisco Guarido, el político más importante de la izquierda real zamorana, un socialdemócrata a la europea, se irá a disfrutar de la jubilación en dos años. Nuestra tierra se quedará huérfana de sus dos representantes más rotundos, eficaces, honrados e inteligentes de nuestra democracia. Ni del PSOE de Zamora, siempre al servicio del que mande en Madrid, ni del PP, más de lo mismo, sin catarsis doméstica, podemos esperar nada los zamoranos. C'est la vie.
Eugenio-Jesús de Ávila
Francisco J. Requejo constituye la mayor revelación política liberal de Zamora en democracia. Ya, durante su primera etapa como concejal del Ayuntamiento, me sorprendió. No esperaba tanto de un empresario joven, al que apenas había tratado cuando era candidato a la Alcaldía de la capital de la provincia. Pero en el primer mandato de Guarido evidencio cualidades para el debate político. Su tranquilidad, sosiego y discreción le convirtieron en un edil distinto, singular, con más futuro que pasado. Después, paró un golpe de estado doméstico en Ciudadanos, que le sirvió para formar parte de la Corporación Provincial. Los celos políticos de Antidio Fagúndez impidieron que Tomás del Bien, alcalde de Toro, el político más dotado intelectualmente del PSOE en Zamora, presidiera la Diputación. Requejo quedó en libertad para pactar con el PP. Lanzó un órdago y se llevó la Presidencia de la Diputación. Increíble. Maniobró como un maestro de la res pública.
Como me creo ese aserto de piensa mal y acertarás, reflexioné sobre el futuro del actual presidente de la institución provincial y llegué a la conclusión de que el PP se lo comería en meses. Ahora bien, ya son dos años como principal inquilino del Hospital de la Encarnación, tiempo suficiente para reactivar la mayor inversión privada que ha recibido nuestra provincia en su historia, la Biorrefinería de Barcial del Barco, en peligro merced a trabas políticas y empresariales. Y no me olvido de la Silver Economy, ni del proyecto de Parque Tecnológico y de otras ideas que intentará concretar en los dos años que restan para concluir el mandato.
Hoy, pronunció su discurso más importante, bizarro y gallardo en su corta carrera política. A la cara de un secretario de Estado, de un miembro del Gobierno socialista y de otros políticos y empresarios zamoranos, apostó por los hechos, por las realidades, en detrimento de las palabras, de los verbos. Porque Zamora, esta provincia humillada y pusilánime, necesita inversiones públicas para salir de su coma económico y demográfico. Y lo pide un liberal como Requejo, no un fascista o un comunista, gente para los que el Estado lo es todo, nada fuera del Estado, nada contra el Estado.
Y no olviden los zamoranos que nuestra provincia, y, por ende su capital, se desmoronaron gracias a las decisiones políticas del ejecutivos socialistas, de gobiernos de Felipe González, que retiraron de Zamora instituciones públicas determinantes para la vida económica como los traslados del Regimiento Toledo y Prisión Provincial a Salamanca; el adiós a la Universidad Laboral y el cierre de líneas férreas, sin olvidarnos de la brutal reconversión agropecuaria, como resultado de la entrada de España en la Comunidad Europea, que ocasionó un gravísimo daño, del que todavía no se ha recuperado, al sector primario de nuestra provincia.
Sospecho, con tristeza, que Requejo abandonará la res pública al término de este mandato, en la primavera de 2023. Zamora habrá perdido a su político más dinámico y directo. El liberalismo se quedará sin un líder, porque el PP carece de un hombre o una mujer capaces de recoger todo el voto conservador zamorano.
Quizá, también, Francisco Guarido, el político más importante de la izquierda real zamorana, un socialdemócrata a la europea, se irá a disfrutar de la jubilación en dos años. Nuestra tierra se quedará huérfana de sus dos representantes más rotundos, eficaces, honrados e inteligentes de nuestra democracia. Ni del PSOE de Zamora, siempre al servicio del que mande en Madrid, ni del PP, más de lo mismo, sin catarsis doméstica, podemos esperar nada los zamoranos. C'est la vie.
Eugenio-Jesús de Ávila























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