El Cotilla de Zamora

LUNA LLENA. Tres personas, dos mujeres, libres, y un hombre, enamorado, besaron a la luna llena a las orillas del río Duradero. No hubo trío. Solo luz de esas que penetran en el interior del alma. El caballero ama a una de esas damas, pero asume que el agua que no has de beber déjarla correr, incluso si es la del Duero. Noches de amor sin sexo.

IDILIO. Ambos tienes perros. Se encuentran y conversan. Pero el caballero no da un paso al frente. La chica espera aún que su hombre pierda su timidez, porque ella se entregará en cuerpo y alma. De no ser así, viajará a una ciudad española donde le aguarda otro varón más predispuesto al amor.

PLAÑIDERO. Llora mucho. Parece un actor de telenovelas. Llora por el amigo al que traicionó; llora por la enfermedad de una amante que no es tal; llora sin lágrimas, llora y no lleva pañuelos en la chaqueta. PELO. Conocido prohombre viaja hasta Estambul, no con ánimo de disfrutar de San Sofía y las bellezas de la ciudad otomana, sino de realizar un trasplante de cabello. Al regreso a su tierra, después de unos meses, no se encuentra satisfecho. Ahora, no sale de casa sin sombrero.

ADELGAZAR. Se ha obsesionado con el peso. Todos los días en la báscula. Si pierde medio kilo, desayuna churros. De no ser así, infusiones y largos paseos de norte a sur y de oriente a occidente.

SANTO. Celebrará su santo en San Pedro. En su día se quedó sin sus amigos de siempre por una mujer. Prefirió el amor a la amistad. Ahora no tiene ni pareja ni amigos. Cosas veredes. Se echan de menos sus lágrimas y conversaciones eróticas.

CENA. La mejor anfitriona de Zamora, cocinera excepcional, princesa de la estética, Upe Prieto Aguirre, inauguró la temporada de verano en su magnífico jardín. Mientras cantaban los mirlos y las flores celebraban sus perfumes, un aristócrata, dos damas  docentes, un jubilado, un magistrado y un periodista dieron buena cuenta de magníficas viandas, con sorpresa mágica de unas croquetas de gambas al ajillo. Excepcional.