CON LOS CINCO SENTIDOS
En un lapso de tiempo
En un lapso de tiempo, en un corto espacio del tiempo en el que moramos como seres autómatas, algo hay, persiste, queda, es la esencia, el todo, el summun de lo que deseamos como humanos que vagan sin un rumbo fijo, pero ansiosos de encontrar un compañero de viaje hacia la nada más absoluta, hacia el desierto más ardiente y seco que hayamos visto jamás con nuestros propios ojos. Sólo acompañados, el dolor es menos dolor, el calor abrasador es más soportable, el frío del crudo invierno nos puede arropar con sus vestiduras congeladas sin que sintamos que nos hacemos añicos por dentro, como alfileres o agujas de hielo.
En compañía, todo es mejor, sin duda alguna, pero no en cualquier compañía, NO. Cualquiera no, aunque te haya acompañado 30 años o más...
No toda compañía vale. Sólo, la que te guarezca y te dé su todo, no sólo palabras vagas que el viento helado se lleva y nunca vuelven. La que te lo dé todo porque quiere fundirse contigo y para tí, porque lo daría todo por tu persona aunque nada recibiese como recompensa a cambio de tal sacrificio. Esa es la persona, la maravillosa esencia humana que has de buscar de manera incansable y no parar hasta que, por fin, logres dar con ella. Os reconoceréis en el aroma, en los gestos, en los pómulos que arrebatadoramente se rendirán ante tal persona, y se hincharán como si comiesen globos de felicidad, que se inflan, y suben, y suben, para bajar y amarrarte a tu otra mitad, a tu ser amado se siglos, casi sin que lo supieras. Pero, al fin, después de correr, andar, sudar, que se te abrieran en canal las carnes de tus pies cansados, al fin, lo encontraste. Por fin .Y eres y serás feliz. Quizá viejo, pero inmensamente feliz.
Nélida L. Del Estal Sastre
En un lapso de tiempo, en un corto espacio del tiempo en el que moramos como seres autómatas, algo hay, persiste, queda, es la esencia, el todo, el summun de lo que deseamos como humanos que vagan sin un rumbo fijo, pero ansiosos de encontrar un compañero de viaje hacia la nada más absoluta, hacia el desierto más ardiente y seco que hayamos visto jamás con nuestros propios ojos. Sólo acompañados, el dolor es menos dolor, el calor abrasador es más soportable, el frío del crudo invierno nos puede arropar con sus vestiduras congeladas sin que sintamos que nos hacemos añicos por dentro, como alfileres o agujas de hielo.
En compañía, todo es mejor, sin duda alguna, pero no en cualquier compañía, NO. Cualquiera no, aunque te haya acompañado 30 años o más...
No toda compañía vale. Sólo, la que te guarezca y te dé su todo, no sólo palabras vagas que el viento helado se lleva y nunca vuelven. La que te lo dé todo porque quiere fundirse contigo y para tí, porque lo daría todo por tu persona aunque nada recibiese como recompensa a cambio de tal sacrificio. Esa es la persona, la maravillosa esencia humana que has de buscar de manera incansable y no parar hasta que, por fin, logres dar con ella. Os reconoceréis en el aroma, en los gestos, en los pómulos que arrebatadoramente se rendirán ante tal persona, y se hincharán como si comiesen globos de felicidad, que se inflan, y suben, y suben, para bajar y amarrarte a tu otra mitad, a tu ser amado se siglos, casi sin que lo supieras. Pero, al fin, después de correr, andar, sudar, que se te abrieran en canal las carnes de tus pies cansados, al fin, lo encontraste. Por fin .Y eres y serás feliz. Quizá viejo, pero inmensamente feliz.
Nélida L. Del Estal Sastre
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