Profecía: El Gobierno se olvidará de Monte la Reina en los PGE 2022
Los zamoranos no deberíamos fiarnos ya de las promesas de los grandes partidos nacionales, a no ser que deseemos firmar el finiquito económico y demográfico de esta ciudad y provincia
Los catalanes secesionistas, los que odian España hasta el masoquismo, los mismos que gobiernan el Estado a través de esa apuesta marioneta que se llama Pedro Sánchez, ya lanzaron sus primeras iniciativas sobre los Presupuestos Generales del Estado 2022. Ni qué decir tiene que extraerán el néctar de esa flor seca que es nuestra nación, lo que va quedando de ella, poco. El resto se quedará con los pétalos secos.
Lo que me interesa enfatizar ahora, cuando aún queda tiempo para negociar las cuentas del Estado 2022, posee forma de profecía: el Gobierno sanchista obviará, por enésima vez, un gasto de 80 millones de euros con destino a restaurar, construir, crear las infraestructuras necesarias para que una unidad militar realice su labor profesional en estas hectáreas del municipio toresano. No habrá problemas para que el ejecutivo coloque miles de millones de euros en las despensas del voraz monstruo independentista catalán. ¡Pedid y se os dará!
Zamora, la ciudad pretérito, la provincia vetusta, apenas recibirá unas decenas de millones de euros para el gasto corriente. Ya se acabaron las obras del AVE. No hay más inversiones. El que no llora no mama, que dicen los viejos. Pero, por estos pagos, ya no nos quedan lágrimas, ni rabia, ni agallas, ni “güevos” para echarse al monte político y denunciar a Pedro Sánchez y a sus vicarios en nuestra provincia, diputado Antidio Fagúndez; senador José Fernández Blanco, y demás soldados sanchistas que viven a cuenta de este cuento. Que nadie olvide sus promesas para frenar la despoblación con esa inversión militar. Porque si el ejecutivo se olvida, un año más, de Monte la Reina, ningún zamorano debería votar listas socialistas en cualquier próxima elección. De hacerlo, traicionarían el futuro de nuestra tierra. Allá penas. Que no se quejen después comerciantes, autónomos, trabajadores, amas de casa, jóvenes si tienen que cerrar negocios, acudir a inscribirse en el paro o marcharse de la tierra para ganarse el pan con el sudor de su frente.
Zamora y el Estado
Confieso que, si bien soy enemigo de la intervención del Estado en la sociedad, Zamora, como provincia olvidada, herida, vejada por partidos y políticos, necesita de inversiones públicas para salir de su coma económico y demográfico. El PSOE, y así lo escribo porque es historia, porque es empírico, inicio la deconstrucción de nuestra ciudad y su provincia con sus políticas liberaloides, que no liberales: traslado del Regimiento Toledo y Prisión Provincial a Salamanca; cierre de líneas férreas, de la Universidad Laboral, más la silente, pero profunda reconversión agro-ganadera, que, en aquel tiempo, apenas se sintió, pero, pasadas décadas, esquilmó al sector primario de Zamora.
Si el comercio zamorano se ha ido desmoronando, con la desaparición de importantes firmas, que marcaron una época en Zamora, se debió a todas esas medidas políticas, amén de la venta online, del Internet, de las redes sociales. Al ser ciudad pretérito, nunca nos ha llegado el aroma del futuro. Olemos a viejo, a polilla, a pasado.
Adelanto que los políticos del PP en Congreso y Senado criticarán, con dureza, esos presupuestos para el 2022. Lógico. Son oposición. A veces, a sí mismos. Pero, cuando gobernaba Rajoy, esta provincia no recibió favor alguno. Y no me venga los populares con que Martínez-Maíllo logró eso del tren madrugador. Migajas. Como engañar a una borracha. Yo no bebo. Solo vino de Toro en las comidas.
Y tampoco quiero obviar el olvido secular de la Junta con Zamora. Aquí se construyó un puente sobre el Duero después de tremendos esfuerzos, rosarios, penitencias, mientras en otras ciudades de esta autonomía sin sentido, esta autonomía anacrónica, creada para servir los intereses de Castilla, se realizaban inversiones importantísimas, de las que crean puestos de trabajo, riqueza, aumentan la calidad de vida de los ciudadanos, además de infraestructuras importantes.
Cómplices políticos
PSOE ha sido, pues, el actor principal de la decadencia de Zamora, que pasó de figurar en la posición 33 entre las españolas, al término del franquismo, a la última, durante estos casi medio siglo de democracia. Pero el PP fue su cómplice, el actor secundario en esta película sobre el finiquito de esta provincia. Porque el partido conservador dio por hecho, y así fue, que los zamoranos siempre votarían sus listas, sea cual fuera su gestión, aunque nos birlaran inversiones, nos engañaran con sus cuentos infantiles, con sus políticos fatuos, petulantes y serviles.
Podría profundizar en las causas de la muerte de Zamora, económica y demográfica, pero prefiero poner término a este artículo, sin olvidarme, tampoco, de que los zamoranos, e incluyo a la prensa, que ya no es nuestra, sino de grupos foráneos, somos también reos de este estado lamentable en el que malvivimos, pacemos, vegetamos.
Ha llegado el tiempo de cantarle las cuarenta –perdón por la frase hecha- a los políticos de los grandes partidos nacionales; de decirles que no creemos en ninguno, que sus palabras ya no nos engañan, porque nos sabemos, como León Felipe, todos sus cuentos, y que arrieros somos y en el camino de las urnas nos encontraremos. Mientras hay que construir ya una formación zamorana, interclasista, con personas íntegras, que lleguen a la política para transformar nuestra sociedad y que se irán cuando lo exija el pueblo, sin llevarse un euro de más por su labor en la res pública. No podemos esperar nada de los políticos zamoranos que sirven, prietas las filas, a sus partidos. Seamos rebeldes. Olvidemos nuestra secular candidez y nuestra característica apatía antropológica. Caigamos en el campo de batalla. No nos dejemos morir en las camas de las residencias de la tercera edad.
Eugenio-Jesús de Ávila
Los catalanes secesionistas, los que odian España hasta el masoquismo, los mismos que gobiernan el Estado a través de esa apuesta marioneta que se llama Pedro Sánchez, ya lanzaron sus primeras iniciativas sobre los Presupuestos Generales del Estado 2022. Ni qué decir tiene que extraerán el néctar de esa flor seca que es nuestra nación, lo que va quedando de ella, poco. El resto se quedará con los pétalos secos.
Lo que me interesa enfatizar ahora, cuando aún queda tiempo para negociar las cuentas del Estado 2022, posee forma de profecía: el Gobierno sanchista obviará, por enésima vez, un gasto de 80 millones de euros con destino a restaurar, construir, crear las infraestructuras necesarias para que una unidad militar realice su labor profesional en estas hectáreas del municipio toresano. No habrá problemas para que el ejecutivo coloque miles de millones de euros en las despensas del voraz monstruo independentista catalán. ¡Pedid y se os dará!
Zamora, la ciudad pretérito, la provincia vetusta, apenas recibirá unas decenas de millones de euros para el gasto corriente. Ya se acabaron las obras del AVE. No hay más inversiones. El que no llora no mama, que dicen los viejos. Pero, por estos pagos, ya no nos quedan lágrimas, ni rabia, ni agallas, ni “güevos” para echarse al monte político y denunciar a Pedro Sánchez y a sus vicarios en nuestra provincia, diputado Antidio Fagúndez; senador José Fernández Blanco, y demás soldados sanchistas que viven a cuenta de este cuento. Que nadie olvide sus promesas para frenar la despoblación con esa inversión militar. Porque si el ejecutivo se olvida, un año más, de Monte la Reina, ningún zamorano debería votar listas socialistas en cualquier próxima elección. De hacerlo, traicionarían el futuro de nuestra tierra. Allá penas. Que no se quejen después comerciantes, autónomos, trabajadores, amas de casa, jóvenes si tienen que cerrar negocios, acudir a inscribirse en el paro o marcharse de la tierra para ganarse el pan con el sudor de su frente.
Zamora y el Estado
Confieso que, si bien soy enemigo de la intervención del Estado en la sociedad, Zamora, como provincia olvidada, herida, vejada por partidos y políticos, necesita de inversiones públicas para salir de su coma económico y demográfico. El PSOE, y así lo escribo porque es historia, porque es empírico, inicio la deconstrucción de nuestra ciudad y su provincia con sus políticas liberaloides, que no liberales: traslado del Regimiento Toledo y Prisión Provincial a Salamanca; cierre de líneas férreas, de la Universidad Laboral, más la silente, pero profunda reconversión agro-ganadera, que, en aquel tiempo, apenas se sintió, pero, pasadas décadas, esquilmó al sector primario de Zamora.
Si el comercio zamorano se ha ido desmoronando, con la desaparición de importantes firmas, que marcaron una época en Zamora, se debió a todas esas medidas políticas, amén de la venta online, del Internet, de las redes sociales. Al ser ciudad pretérito, nunca nos ha llegado el aroma del futuro. Olemos a viejo, a polilla, a pasado.
Adelanto que los políticos del PP en Congreso y Senado criticarán, con dureza, esos presupuestos para el 2022. Lógico. Son oposición. A veces, a sí mismos. Pero, cuando gobernaba Rajoy, esta provincia no recibió favor alguno. Y no me venga los populares con que Martínez-Maíllo logró eso del tren madrugador. Migajas. Como engañar a una borracha. Yo no bebo. Solo vino de Toro en las comidas.
Y tampoco quiero obviar el olvido secular de la Junta con Zamora. Aquí se construyó un puente sobre el Duero después de tremendos esfuerzos, rosarios, penitencias, mientras en otras ciudades de esta autonomía sin sentido, esta autonomía anacrónica, creada para servir los intereses de Castilla, se realizaban inversiones importantísimas, de las que crean puestos de trabajo, riqueza, aumentan la calidad de vida de los ciudadanos, además de infraestructuras importantes.
Cómplices políticos
PSOE ha sido, pues, el actor principal de la decadencia de Zamora, que pasó de figurar en la posición 33 entre las españolas, al término del franquismo, a la última, durante estos casi medio siglo de democracia. Pero el PP fue su cómplice, el actor secundario en esta película sobre el finiquito de esta provincia. Porque el partido conservador dio por hecho, y así fue, que los zamoranos siempre votarían sus listas, sea cual fuera su gestión, aunque nos birlaran inversiones, nos engañaran con sus cuentos infantiles, con sus políticos fatuos, petulantes y serviles.
Podría profundizar en las causas de la muerte de Zamora, económica y demográfica, pero prefiero poner término a este artículo, sin olvidarme, tampoco, de que los zamoranos, e incluyo a la prensa, que ya no es nuestra, sino de grupos foráneos, somos también reos de este estado lamentable en el que malvivimos, pacemos, vegetamos.
Ha llegado el tiempo de cantarle las cuarenta –perdón por la frase hecha- a los políticos de los grandes partidos nacionales; de decirles que no creemos en ninguno, que sus palabras ya no nos engañan, porque nos sabemos, como León Felipe, todos sus cuentos, y que arrieros somos y en el camino de las urnas nos encontraremos. Mientras hay que construir ya una formación zamorana, interclasista, con personas íntegras, que lleguen a la política para transformar nuestra sociedad y que se irán cuando lo exija el pueblo, sin llevarse un euro de más por su labor en la res pública. No podemos esperar nada de los políticos zamoranos que sirven, prietas las filas, a sus partidos. Seamos rebeldes. Olvidemos nuestra secular candidez y nuestra característica apatía antropológica. Caigamos en el campo de batalla. No nos dejemos morir en las camas de las residencias de la tercera edad.
Eugenio-Jesús de Ávila
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