OXÍMORON
La eterna traición de la burguesía "progre" al proletariado
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        
        
                
        
        
¿Se implantó alguna dictadura del proletariado tras las revoluciones bautizadas como marxistas? Nunca jamás. Más bien la dictadura de intelectuales burgueses. Vayamos a la historia: octubre-noviembre de 1917. Los dirigentes bolcheviques, de extracción burguesa, de familias ricas, excepción de Stalin, y aristócratas, como el polaco Félix Dzerzhinski, acabaron con la incipiente democracia rusa, después de haber perdido las elecciones a la Duma (Parlamento ruso), al convertirse en la cuarta fuerza política. En Rusia, el proletariado apenas contaba con unos pocos millones de personas. Los agricultores constituían la clase social más importante y numerosa. Tras la Revolución, fueron masacrados. Lenin y sus compañeros guiaron  a los trabajadores hacia el paraíso en la tierra. Sin embargo, sus promesas incumplidas condujeron a momentos revolucionarios del verdadero proletariado: Kronstadt, en marzo del 1921. Última rebelión contra la dictadura bolchevique. Más de 10.000 muertos entre los trabajadores que habían implantado una comuna revolucionaria. El Ejército Rojo aplastó aquel intento de rebeldía contra la dictadura soviética.
Años después, nueva masacre del proletariado: Novocherkassk ocurrida en 1962, bajo el mando de Khrushchev. Los obreros de las fábricas decidieron que había que decir basta. Convocaron una huelga por la subida de los precios de los productos básicos y por las condiciones ínfimas a las que estaban sometidos.  Aquella huelga, que los dirigentes soviéticos debieron atender, en cambio, fue reprimida. Brutalidad e ira del Estado proletario. 30 muertos. La KGB persiguió a los líderes obreros de la huelga. Nadie dijo nada. Hasta los años 80 fue un secreto de Estado, que se ocultó al mundo entero. No hace mucho, un director ruso, Konchalovsky,  llevó al cine la represión brutal de los que se consideran representantes del proletariado mundial.
 
Viajemos al Caribe. Castro y su gente venían de la burguesía terrateniente española. Guevara  procedía de una familia bien argentina, de ascendencia vasca. En la Cuba de Batista, una dictadura, la tercera economía de América, con un PIB superior a Italia en 1958, no había industria. Por lo tanto, no existía un proletariado auténtico. Se vivía del juego, dominado por la mafia americana, como bien dibujó en El Padrino el gran Ford Coppola, y de la agricultura, en manos de hacendados españoles. Sistema injusto. Por supuesto. Después Castro impuso su ley. Otra dictadura, que empobreció la isla, que mandó al exilio a un tercio de su población, que suprimió la prensa libre, sindicatos y partidos. Ahora, Cuba es un lupanar, donde sus mujeres reciben a los turistas europeos y americanos, rijosos y crápulas, a cambio de un arroz negro. También se aprovechan del sexo fácil comunistas españoles y señoritas de buen ver de la madre patria que viajan a la isla para disfrutar de sus hombres morenos.
Una dictadura de 60 años nunca podrá ser revolucionaria, sino reaccionaria. Porque el poder convierte al revolucionario en involucionista, que solo tiene un objetivo: mantenerse, actuar para que nada cambie. Todo poder corrompe. En las dictadura, el pueblo no elige, sino el líder, el gerifalte, el caudillo. Solo las democracias pueden cambiar al que hace del poder una tiranía.
El Gobierno español socialista, rehén de comunistas burgueses españoles, de familias bien, que no saben lo que es tener ni callos en el alma ni el cuerpo, no se atreve a pronunciarse, como si hubiera dudas, sobre si el régimen cubano es o no dictadura. Pues es una dictadura brutal, que secuestra periodistas por informar, que saca de su casa a una youtuber, escena que se vivió y grabó en directo. Dictadura en la que no hay elecciones legislativas, ni sindicatos, ni partidos, ni prensa libre. Dictadura que también defendía Franco. Comunismo como fe, religión pagana, que promete paraísos en la tierra, pero que los convierte en infiernos de hambre, represión y esclavitud. Burguesía desclasada oprimiendo al proletariado.
En Venezuela, Chávez, un burgués, hizo su revolución  poco a poco. Ahora Venezuela, con ingenieros sociales cubanos, vive en una dictadura, controlada por una casta militar. Millones de venezolanos, al exilio; los que se quedan, a pasarlas putas. Tampoco había proletariado en la nación hermana. Son revoluciones pequeño burguesas, que utilizaron siempre a los trabajadores para utilizarlos, manejarlos, seducirlos con la limosna del Estado. Los comunistas, como los católicos, necesitan pobres para repartir limosnas, para hacer caridad, para comprar almas.
Me temo que, para desgracia de sus respectivos pueblos, las dictaduras cubans y venezolana perdurarán. Habrá represión brutal y muertos por doquier. Pero todo seguirá igual. El hombre no deja de ser una pasión inútil, como bien escribió Jean Paul Sartre, otro revolucionario, de salón, burgués.
También la Alemania del Este fue una democracia perfecta. ¿Sabe el lector quién fue la primera persona que intento saltar el muro de Berlín? Pues un obrero de 18 años, Peter Fechter, muerto por los disparos de un esbirro del comunismo soviético.  Su cuerpo agonizó durante una hora sin que nadie lo atendiera. Quería huir del paraíso en la tierra, de la patria de los trabajadores, de la democracia auténtica. Paradoja. El poder comunista administrado por burgueses asesinando a los trabajadores, al proletariado.
Por supuesto, los cretinos marxistas, que no leyeron a Marx, me calificarán de facha, de fascista, rama del mismo árbol que el comunismo. Defender la libertad tiene un precio. Solo sé que las dictadura conservadoras, más pronto que tarde, acaban dando paso a democracias liberales. Las comunistas, jamás. Incluso, a medida que se pudren, se hacen más peligrosas para sus respectivos pueblos, sus verdaderos enemigos.
Burgueses comunistas, católicos racistas, como los curas catalanes,  oxímoron ideológicos. Marx, traicionado por Lenin. La felonía no tiene fin.
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad,, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.
Eugenio-Jesús de Ávila
 
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                            
    
    
	
    
¿Se implantó alguna dictadura del proletariado tras las revoluciones bautizadas como marxistas? Nunca jamás. Más bien la dictadura de intelectuales burgueses. Vayamos a la historia: octubre-noviembre de 1917. Los dirigentes bolcheviques, de extracción burguesa, de familias ricas, excepción de Stalin, y aristócratas, como el polaco Félix Dzerzhinski, acabaron con la incipiente democracia rusa, después de haber perdido las elecciones a la Duma (Parlamento ruso), al convertirse en la cuarta fuerza política. En Rusia, el proletariado apenas contaba con unos pocos millones de personas. Los agricultores constituían la clase social más importante y numerosa. Tras la Revolución, fueron masacrados. Lenin y sus compañeros guiaron  a los trabajadores hacia el paraíso en la tierra. Sin embargo, sus promesas incumplidas condujeron a momentos revolucionarios del verdadero proletariado: Kronstadt, en marzo del 1921. Última rebelión contra la dictadura bolchevique. Más de 10.000 muertos entre los trabajadores que habían implantado una comuna revolucionaria. El Ejército Rojo aplastó aquel intento de rebeldía contra la dictadura soviética.
Años después, nueva masacre del proletariado: Novocherkassk ocurrida en 1962, bajo el mando de Khrushchev. Los obreros de las fábricas decidieron que había que decir basta. Convocaron una huelga por la subida de los precios de los productos básicos y por las condiciones ínfimas a las que estaban sometidos. Aquella huelga, que los dirigentes soviéticos debieron atender, en cambio, fue reprimida. Brutalidad e ira del Estado proletario. 30 muertos. La KGB persiguió a los líderes obreros de la huelga. Nadie dijo nada. Hasta los años 80 fue un secreto de Estado, que se ocultó al mundo entero. No hace mucho, un director ruso, Konchalovsky, llevó al cine la represión brutal de los que se consideran representantes del proletariado mundial.
Viajemos al Caribe. Castro y su gente venían de la burguesía terrateniente española. Guevara procedía de una familia bien argentina, de ascendencia vasca. En la Cuba de Batista, una dictadura, la tercera economía de América, con un PIB superior a Italia en 1958, no había industria. Por lo tanto, no existía un proletariado auténtico. Se vivía del juego, dominado por la mafia americana, como bien dibujó en El Padrino el gran Ford Coppola, y de la agricultura, en manos de hacendados españoles. Sistema injusto. Por supuesto. Después Castro impuso su ley. Otra dictadura, que empobreció la isla, que mandó al exilio a un tercio de su población, que suprimió la prensa libre, sindicatos y partidos. Ahora, Cuba es un lupanar, donde sus mujeres reciben a los turistas europeos y americanos, rijosos y crápulas, a cambio de un arroz negro. También se aprovechan del sexo fácil comunistas españoles y señoritas de buen ver de la madre patria que viajan a la isla para disfrutar de sus hombres morenos.
Una dictadura de 60 años nunca podrá ser revolucionaria, sino reaccionaria. Porque el poder convierte al revolucionario en involucionista, que solo tiene un objetivo: mantenerse, actuar para que nada cambie. Todo poder corrompe. En las dictadura, el pueblo no elige, sino el líder, el gerifalte, el caudillo. Solo las democracias pueden cambiar al que hace del poder una tiranía.
El Gobierno español socialista, rehén de comunistas burgueses españoles, de familias bien, que no saben lo que es tener ni callos en el alma ni el cuerpo, no se atreve a pronunciarse, como si hubiera dudas, sobre si el régimen cubano es o no dictadura. Pues es una dictadura brutal, que secuestra periodistas por informar, que saca de su casa a una youtuber, escena que se vivió y grabó en directo. Dictadura en la que no hay elecciones legislativas, ni sindicatos, ni partidos, ni prensa libre. Dictadura que también defendía Franco. Comunismo como fe, religión pagana, que promete paraísos en la tierra, pero que los convierte en infiernos de hambre, represión y esclavitud. Burguesía desclasada oprimiendo al proletariado.
En Venezuela, Chávez, un burgués, hizo su revolución poco a poco. Ahora Venezuela, con ingenieros sociales cubanos, vive en una dictadura, controlada por una casta militar. Millones de venezolanos, al exilio; los que se quedan, a pasarlas putas. Tampoco había proletariado en la nación hermana. Son revoluciones pequeño burguesas, que utilizaron siempre a los trabajadores para utilizarlos, manejarlos, seducirlos con la limosna del Estado. Los comunistas, como los católicos, necesitan pobres para repartir limosnas, para hacer caridad, para comprar almas.
Me temo que, para desgracia de sus respectivos pueblos, las dictaduras cubans y venezolana perdurarán. Habrá represión brutal y muertos por doquier. Pero todo seguirá igual. El hombre no deja de ser una pasión inútil, como bien escribió Jean Paul Sartre, otro revolucionario, de salón, burgués.
También la Alemania del Este fue una democracia perfecta. ¿Sabe el lector quién fue la primera persona que intento saltar el muro de Berlín? Pues un obrero de 18 años, Peter Fechter, muerto por los disparos de un esbirro del comunismo soviético. Su cuerpo agonizó durante una hora sin que nadie lo atendiera. Quería huir del paraíso en la tierra, de la patria de los trabajadores, de la democracia auténtica. Paradoja. El poder comunista administrado por burgueses asesinando a los trabajadores, al proletariado.
Por supuesto, los cretinos marxistas, que no leyeron a Marx, me calificarán de facha, de fascista, rama del mismo árbol que el comunismo. Defender la libertad tiene un precio. Solo sé que las dictadura conservadoras, más pronto que tarde, acaban dando paso a democracias liberales. Las comunistas, jamás. Incluso, a medida que se pudren, se hacen más peligrosas para sus respectivos pueblos, sus verdaderos enemigos.
Burgueses comunistas, católicos racistas, como los curas catalanes, oxímoron ideológicos. Marx, traicionado por Lenin. La felonía no tiene fin.
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad,, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.
Eugenio-Jesús de Ávila




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.41