España está dejando de existir

Escribía hace no mucho tiempo de que uno de los graves problemas de la democracia española hallábase en la derecha, que se avergonzaba de poseer una ideología, en esencia, basada en la propiedad privada, economía de mercado, libertad de prensa, elecciones libres, libertad de educación, pública, concertada o privada;  sanidad pública, pero sin prohibir la privada, menos intervención del Estado en la economía y considerar a España como nación indivisible y libertad personal.

Pero, si el problema de la derecha resulta de gran importancia para el sistema democrático, agravado por la división conservadora  en tres formaciones, como son Vox, PP y Ciudadanos, y las derechas secesionistas en el País Vasco y Cataluña, más ultras, en lo ideológico que las españolas; en la izquierda actual, la sanchista del PSOE, más la que representa en comunismo anacrónico de Unidas Podemos; más Bildu, la ETA política, más los BNG y grupos marxistas catalanes, formados por progres de la burguesía bien catalana, hallamos otras de las claves para explicarnos la España que se adentrará, en breve, ya la tercera década del siglo XXI: una nación en quiebra política.

Hubo una izquierda, la que lideraron gente memorable y honrada, consecuente y honorable como Gerardo Iglesias y Julio Anguita que fue española. Ahora, Garzón, su secretario general, tampoco lo es. Se vendió por un plato de lentejas en el Congreso de los Diputados y un Ministerio que no sirve para nada, a Podemos, solo para recomendar que no comamos carne de ternera. Zapatero aconsejaba comer conejo –no dijo de qué tipo, si de monte o casero- en la dieta de Navidad. Es lo que tienen los burgueses: sugieren al pueblo lo que debe hacer, pero, en secreto, hacen lo contrario.

La izquierda que representa el PSOE y Unidas Podemos no es nacional. España no les importa como nación. Iglesias hablaba incluso de confederación para conformar a los nacionalismos racistas, secesionistas y comunistoides. Sabe cualquier politólogo que una confederación consiste en la unión de estados que conservan su soberanía y se vinculan por una serie de leyes comunes. Observe el lector que, a priori, esos estados que se unen en confederación son soberanos, hechos que no acontece en España, donde solo existe un Estado, el español. Ni el País Vasco ni Cataluña, por poner los dos ejemplos de autonomías más deseosas de constituirse como estados, son soberanos. Por lo tanto, el Gobierno de la nación, en este caso el social-comunista, debería conceder la independencia a las autonomías que así lo solicitasen para después constituirse en confederación. Traduzco: fin de España como nación.

Por otra parte, el partido más fuerte de la izquierda, el que cuenta con más votantes y militantes, el PSOE,  carece de una visión nacional y serias discrepancias ideológicas en autonomías como la catalana respecto al socialismo. El PSC va por libre. Incluso pacta con los secesionistas de aquella región del nordeste español. Y resulta ideológicamente una formación de paradojas: no es comprensible que pacte antes con las derechas más conservadoras de Europa, como son PNV y el pujolismo, madre de todas las corrupciones, los del 3%, como mínimo, que con las formaciones nacionales.

Pues hete aquí que este PSOE y Unidas Podemos viene demostrando, en la teoría y en la práctica, que no son partidos españoles, al pactar con los enemigos seculares de España, la  ERC fascistoide y racista, que el castellano, el idioma de todos, el que hablan 500 millones de personas, ricos y pobres, negros, blancos, indios y gitanos, en el orbe; la lengua de Rojas, Cervantes, Quevedo, Velazquez,  Becker, Pío Baroja, Lorca, Machado, Azaña, dejara de ser vehicular  de la enseñanza  en Cataluña, una de los regiones más españolas de nuestra patria. La matria de esta izquierda, como diría Zapatero, es el viento. La patria de los españoles seguirá siendo España.

Esta izquierda ha leído, o se lo han contado, a Gramsi (1891-1937), un marxista italiano anacrónico, que acuñó reflexiones como la que le ofrezco: "La realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad". Lo de matria de la vice 2ª. Y otra más definitiva y definitoria: "La conquista del poder cultural es previa a la del poder político, y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados 'orgánicos' infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios”. Ya dominan todas las televisiones, medio principal por las que se informa el vulgo, transformado ya en ovino.

Con una derecha que no lo es, vergonzante, ni lo sabe ser, y con una siniestra vengativa, que aplicará la censura, como Franco, a la prensa, para evitar toda crítica al Gobierno y sus partidos, que es verdad y qué es mentira; que ataca y se mofa de instituciones democráticas como el Consejo de Cuentas antes y ahora el Constitucional,   España se nos muere entre esta pandemia vírica, la económica que llama a nuestras puertas, y la de la mediocridad, encarnada en los cerebros  de la peor clase política que conoció nuestra historia. España necesita ya una izquierda española, jacobina, tan perentorio, tan necesaria, como que Zamora cree su propia formación.  España, en breve, dejará de existir. Zamora agoniza. Ahora, los tontos de baba ya pueden reírse. Pero no deben olvidarse de que "el viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos". Gramsci dixit. Que no pixi. Eso es cosa de la ex Carmen Calvo. ¡País!

"El pueblo español actual es como un emboscado de la guerra civil, no quiere la verdad.Tiene miedo al enfrentamiento verbal de la verdad". García Trevijano.

Eugenio-Jesús de Ávila