Carretera Valderrey: el peligro existe, pero las señales no son visibles
La vegetación, se come literalmente la vía
Un buen día, aquella carretera que cruzaba Valorio y por la que se podía llegar a Valderrey, a La Hiniesta, incluso más allá, quedaba cortada al tráfico de vehículos. Una decisión municipal que pretendía salvaguardar el bosque de la contaminación y de otras consecuencias que conlleva la circulación de coches, en una zona verde. Aquellos, que la usaban, regularmente, para llegar a sus fincas cercanas o, que, aun no encontrándose ni con buen firme por entonces, ni con la anchura suficiente, antes como ahora, solían atajar por aquella vía, se encontraron en la obligación de dar un buen rodeo para llegar a su destino. Las protestas de los afectados, recogida de firmas contra la decisión incluidas, de nada sirvieron. Se cerró al tráfico desde el tramo desde los campos de futbol hasta el puente de ferrocarril. Así sigue.
Sigue, pero reconvertida, con el mismo trazado en carril bici, que muere llegando cerca de La Alamedilla. Termina como vía específica para ciclos, pero no como carretera convencional, lo que permite dar continuidad en el trayecto de ciclistas, caminantes y al que además se incorporan vehículos. En todos los casos, se agradece un asfalto en buen estado, con un paño añadido tras culminar las obras de construcción del AVE, que habían causado grandes destrozos en el pavimento fruto del paso de maquinaria pesada, para erigir el puente y colocación de railes en la vía.
Llegando a la ermita, una señal indica la velocidad máxima a la que se puede circular, bajo el indicativo de 30 una palabra, recuerde. Sí, hay que tenerlo en cuenta, la vía no es excesivamente ancha y, además, su serpenteante trazado impide la visibilidad, en las curvas máxime cuando la vegetación en la zona es abundante. Tanto que llega a ocultar las señales de tráfico que quedan completamente invisibles a los ojos de cualquier conductor. Están pero no pueden apreciarse y, por lo tanto, no pueden ser tenidas en cuenta. Si a esto añadimos que el verde invade parte de la calzada, suponen motivos suficientes para que se realice un desbroce pertinente, que permita, al menos, que las señales de peligro se observen por los conductores.
Manuel Herrero Alonso
Un buen día, aquella carretera que cruzaba Valorio y por la que se podía llegar a Valderrey, a La Hiniesta, incluso más allá, quedaba cortada al tráfico de vehículos. Una decisión municipal que pretendía salvaguardar el bosque de la contaminación y de otras consecuencias que conlleva la circulación de coches, en una zona verde. Aquellos, que la usaban, regularmente, para llegar a sus fincas cercanas o, que, aun no encontrándose ni con buen firme por entonces, ni con la anchura suficiente, antes como ahora, solían atajar por aquella vía, se encontraron en la obligación de dar un buen rodeo para llegar a su destino. Las protestas de los afectados, recogida de firmas contra la decisión incluidas, de nada sirvieron. Se cerró al tráfico desde el tramo desde los campos de futbol hasta el puente de ferrocarril. Así sigue.
Sigue, pero reconvertida, con el mismo trazado en carril bici, que muere llegando cerca de La Alamedilla. Termina como vía específica para ciclos, pero no como carretera convencional, lo que permite dar continuidad en el trayecto de ciclistas, caminantes y al que además se incorporan vehículos. En todos los casos, se agradece un asfalto en buen estado, con un paño añadido tras culminar las obras de construcción del AVE, que habían causado grandes destrozos en el pavimento fruto del paso de maquinaria pesada, para erigir el puente y colocación de railes en la vía.
Llegando a la ermita, una señal indica la velocidad máxima a la que se puede circular, bajo el indicativo de 30 una palabra, recuerde. Sí, hay que tenerlo en cuenta, la vía no es excesivamente ancha y, además, su serpenteante trazado impide la visibilidad, en las curvas máxime cuando la vegetación en la zona es abundante. Tanto que llega a ocultar las señales de tráfico que quedan completamente invisibles a los ojos de cualquier conductor. Están pero no pueden apreciarse y, por lo tanto, no pueden ser tenidas en cuenta. Si a esto añadimos que el verde invade parte de la calzada, suponen motivos suficientes para que se realice un desbroce pertinente, que permita, al menos, que las señales de peligro se observen por los conductores.
Manuel Herrero Alonso




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.52