CON LOS CINCO SENTIDOS
Sobrevivir
Nélida del Estal
“El truco es volverse fuerte de corazón sin perder la ternura del alma”, decía el gran Julio Cortázar. No sé si ese truco funciona, si es fácil ponerlo en práctica o nos ha de costar hilo y agujas para suturar los vaivenes de la razón en su conjunción con el corazón.
La vida es demasiado corta para que te duela siempre. Nadie me vino a decir que después de esto hay algo más. Nadie. Por eso considero una pérdida de tiempo todo lo que sea sufrir y penar, odiar o achicar la existencia a cualquier persona con nuestro comportamiento. Ya es difícil intentar modelar tu cerebro para ser amable,
tranquilo, tolerante ante los “odiadores” que te encontrarás por el camino. Es difícil no implicarse y tomar partido cuando sientes que la injusticia del ser humano cala tan hondo en otros que dan ganas de vomitar.
No se puede vivir en una burbuja de orgullo para que no te dañen. Hay que postrar las vísceras en mitad de la calle aunque te las vayan a pisotear una y mil veces. La vida es demasiado corta para que duel siempre, pero duele. Si amas sin ser amado, duele. Si das lo mejor de ti mismo y se te aparta, duele. Si no entiendes la razón de que se te dañe, te desquicias y… duele.
Debes arrepentirte del mal hecho, pero con ánimo de cambiar, no para permanecer en el mismo sitio.
De nada sirve pedir un perdón judeocristiano, si al día siguiente cometerás el mismo error. Hay que aprender. No somos cerdos. Somos personas. Tenemos alma.
“El truco es volverse fuerte de corazón sin perder la ternura del alma”, decía el gran Julio Cortázar. No sé si ese truco funciona, si es fácil ponerlo en práctica o nos ha de costar hilo y agujas para suturar los vaivenes de la razón en su conjunción con el corazón.
La vida es demasiado corta para que te duela siempre. Nadie me vino a decir que después de esto hay algo más. Nadie. Por eso considero una pérdida de tiempo todo lo que sea sufrir y penar, odiar o achicar la existencia a cualquier persona con nuestro comportamiento. Ya es difícil intentar modelar tu cerebro para ser amable,
tranquilo, tolerante ante los “odiadores” que te encontrarás por el camino. Es difícil no implicarse y tomar partido cuando sientes que la injusticia del ser humano cala tan hondo en otros que dan ganas de vomitar.
No se puede vivir en una burbuja de orgullo para que no te dañen. Hay que postrar las vísceras en mitad de la calle aunque te las vayan a pisotear una y mil veces. La vida es demasiado corta para que duel siempre, pero duele. Si amas sin ser amado, duele. Si das lo mejor de ti mismo y se te aparta, duele. Si no entiendes la razón de que se te dañe, te desquicias y… duele.
Debes arrepentirte del mal hecho, pero con ánimo de cambiar, no para permanecer en el mismo sitio.
De nada sirve pedir un perdón judeocristiano, si al día siguiente cometerás el mismo error. Hay que aprender. No somos cerdos. Somos personas. Tenemos alma.






















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