La España vaciada y secada

-“Ahora sí que estamos bien … tú preñada y yo en la cárcel”-

-“ahora sí que estamos bien”-

-“tú no tiene quien te meta …yo no tengo quien me saque”-

-Pues empezamos bien, Marisol- , le recrimina Concepción, la eficiente funcionaria, a mi vecina.

-Esas son unas estrofas de una ronda castellana, cantada en forma de jota, que algunos de vosotros conoceréis de sobra-, le replica.

Y las estrofas vienen al caso porque la indignación va creciendo a medida que los zamoranos nos dejamos hacer más y más perrerías y no reaccionamos ni aunque nos pinchen.

-¿A qué te refieres concretamente?, le pregunto.

-¿Concreción, quieres concreción?, pues mira, te “concreciono” (¡menudo barbarismo!). Te parece poco que estemos en la España vaciada donde nos dejan sin centros de salud y casi sin servicios sanitarios, nos reducen los centros educativos, desaparecen las oficinas de las entidades financieras y ahora, la última es que nos están dejando sin agua en los embalses y, por lo tanto, en los pueblos de alrededor-

Tiene toda la razón mi vecina porque da pena, por no decir, asco, ver el estado de los magníficos embalses que tenemos en nuestra tierra, como si fueran un secarral. Y no es consecuencia de la sequía, no, que hace muy poquitos meses estaban llenitos de agua, es que los “privilegiados” de Iberdrola han vaciado los embalses, se supone que para producir más electricidad.

-Sí, esa electricidad que ahora nos están cobrando a precio de atraco un día sí y otro también. Porque con la mojiganga esa de la subasta de la electricidad nos están clavando unos precios como en la vida. Y por otro lado, Iberdrola repartiendo beneficios como si no hubiera un mañana.-, replica, una vez más mi vecina.

Efectivamente, algunos alcaldes, de pueblos de los que estaban abastecidos de agua por los embalses,  están que echan las muelas, “del pan”, porque no han contado con ellos, ni siquiera les han avisado para el vaciado de los embalses. No creo que tengan que pedirles permiso, seguro que no, pero los técnicos de Iberdrola son perfectamente conscientes de que esos pueblos iban a quedarse sin agua, más secos que el ojo de un tuerto. Ni permiso, ni aviso, ni indemnización naturalmente.

-Porque Iberdrola podría haberse hecho cargo del abastecimiento de agua a esos pueblos, ¿no?-, le dice Concepción, con el buenismo que le caracteriza, a Marisol.

-¡Ja!, ¡que te lo crees tú!- se enciende mi vecina. -Esos no dan ni la hora. Tú crees que Iberdrola no tendría que estar en deuda con los zamoranos por la cantidad de electricidad que se ha generado en éstas tierras y podría haber puesto unos precios reducidos de la electricidad a los habitantes de aquí. Pues ni eso, ni tampoco ha habido político que haya tenido bemoles para reclamarlo-.

¡Qué certera en su crítica!. Ningún político de relevancia que haya tenido Zamora ha sido capaz de reivindicar y reclamar un abaratamiento del coste del recibo de la luz. Y le vamos a pedir que se hagan cargo de llevar camiones cisterna o paquetes de agua embotellada para abastecer a las poblaciones que han quedado resecas. Las carcajadas van desde Santurce a Bilbao.

La verdadera pena de todo esto no es que nos hayan dejado con la garganta para encender fósforos, sino que ni Ayuntamientos, ni Diputación, ni Junta de Castilla y León (cada vez más d Castilla y menos de León), ni el mismo Gobierno central se hacen cargo de la protesta y/o reivindicación contra el todopoderoso “electroduende” que, evidentemente, manda más que “el guaperas” Sánchez y que “el tío de los puros” Rajoy y que todos los anteriores presidentes que pasaron por la Moncloa y ninguno hizo nada para desarmar el oligopolio que han montado la empresas energéticas en España. Hacen y deshacen a su antojo, suben los precios cuando quieren y nadie replica ni protesta ni le pone coto al desmán. Y así nos luce el pelo, el que lo tenga, porque ya se sabe, al final “todos calvos” … y secos.

-El que quede en la España vaciada … y secada, va a ser un espécimen de museo-, replica mi vecina Marisol mientras se va, junto a Concepción a comprarse unas galletas Chiquilín, que son las que le gustan.

Kebedo.