FILOSOFÍAS
Solo sé que no sé nada
Se están haciendo muchos avances para entender qué es la vida y de dónde procede. Es curioso y paradójico, pero aún no lo sabemos. Podríamos pensar que la vida es un milagro; con lo cual, estaríamos solos en el Universo. Pero también podríamos pensar que la vida es consecuencia necesaria de la evolución de la materia, por lo tanto, el Universo estaría lleno de vida. Más allá del Sistema Solar, se han descubierto cientos de planetas en otras estrellas, y comenzamos a ver la luz observando planetas similares a la Tierra. Es cuestión de tiempo que podamos ver planetas hermanos al nuestro y entonces descifrar si estamos solos en el universo; cuestión que parece aclararse a medida que avanzamos en tecnología.
La especulación sobre la existencia de vida en otros planetas se remonta a los primeros tiempos en los que la astronomía supo que existían cuerpos celestes similares a la Tierra. A comienzos del siglo XVII Galileo Galilei contempló el cielo nocturno a través de su telescopio recién inventado. Descubrió las montañas de la Luna y advirtió que los otros planetas eran como la Tierra, esféricos. Algo más de media centuria después se observó que había capas de hielo polar en Marte y que la superficie de este planeta cambiaba de color, lo que atribuyeron los astrónomos de la época a los cambios de tonalidad de la vegetación con las estaciones (hoy se sabe que la causa son las tormentas de polvo).
Existen muchas teorías sobre los orígenes de la humanidad, pero nadie ha podido responder contundentemente esa interrogante. Desde hace ya medio siglo, gran parte de la arqueología alternativa ha pivotado en torno a dos grandes misterios del pasado más remoto. El primero de ellos se basa en la presencia de una civilización desaparecida, mientras que el segundo lo hace en la de seres inteligentes de otro planeta. Esta última propuesta se afianzó con la llamada “teoría de Los Antiguos Astronautas”. En ella se sostiene que la creación del hombre moderno no es el resultado de un proceso de evolución lineal, sino más bien un proceso de creación cíclica, inteligentemente supervisado y controlado por seres con una mente más elevada.
Aunque la teoría de los antiguos astronautas existe desde los años 50, quien la sacó a la luz pública en un lenguaje popular fue el escritor Erich Von Däniken, con su obra, “Recuerdos del futuro” logrando despertar el interés de la opinión pública mundial en estos temas. Según von Däniken en su libro, “Las Carrozas de los dioses”, la teoría de la evolución no explica la capacidad craneal humana, como tampoco los extraños fósiles del hombre moderno que datan de épocas donde «no deberían existir». Ciertos artefactos y construcciones monumentales hallados en ruinas antiguas requerían una habilidad tecnológica sofisticada mayor que la que había disponible en aquellas culturas.
Muchas son las teorías, muchas las hipótesis, pero la inmensidad de lo desconocido es tan abrumadora como concreta. La ingeniería genética, la inteligencia artificial y los viajes espaciales son industrias que se están desarrollando exponencialmente. Hace apenas 65 años aún teníamos que descubrir el papel y el comportamiento del ADN. Hoy, utilizamos tecnología CRISPR, la cuál ofrece a los científicos la posibilidad de cambiar una secuencia de ADN de una forma más fácil, rápida y precisa en diferentes puntos concretos del genoma dentro de un organismo vivo, (una herramienta de edición del genoma que actúa como unas tijeras moleculares). Sabemos que aplicando las ideas de la programación de ordenadores a la bioquímica y a la genética, podemos programar la medicina de la misma forma que programamos los ordenadores y el software.
Me cuesta trabajo pensar que nuestro planeta sea el único en el que exista vida inteligente; pero si nosotros podemos salir y colonizar otro mundo dominando altos niveles tecnológicos incluyendo la ingeniería genética ¿seres más avanzados no pudieron haberlo hecho en la tierra en el pasado remoto incluso hasta nuestros días?.
En fin... El mundo está lleno de historias increíbles y sorprendentes que requieren de grandes dosis de fe e investigación para que sean corroboradas.
Emilia Casas
Se están haciendo muchos avances para entender qué es la vida y de dónde procede. Es curioso y paradójico, pero aún no lo sabemos. Podríamos pensar que la vida es un milagro; con lo cual, estaríamos solos en el Universo. Pero también podríamos pensar que la vida es consecuencia necesaria de la evolución de la materia, por lo tanto, el Universo estaría lleno de vida. Más allá del Sistema Solar, se han descubierto cientos de planetas en otras estrellas, y comenzamos a ver la luz observando planetas similares a la Tierra. Es cuestión de tiempo que podamos ver planetas hermanos al nuestro y entonces descifrar si estamos solos en el universo; cuestión que parece aclararse a medida que avanzamos en tecnología.
La especulación sobre la existencia de vida en otros planetas se remonta a los primeros tiempos en los que la astronomía supo que existían cuerpos celestes similares a la Tierra. A comienzos del siglo XVII Galileo Galilei contempló el cielo nocturno a través de su telescopio recién inventado. Descubrió las montañas de la Luna y advirtió que los otros planetas eran como la Tierra, esféricos. Algo más de media centuria después se observó que había capas de hielo polar en Marte y que la superficie de este planeta cambiaba de color, lo que atribuyeron los astrónomos de la época a los cambios de tonalidad de la vegetación con las estaciones (hoy se sabe que la causa son las tormentas de polvo).
Existen muchas teorías sobre los orígenes de la humanidad, pero nadie ha podido responder contundentemente esa interrogante. Desde hace ya medio siglo, gran parte de la arqueología alternativa ha pivotado en torno a dos grandes misterios del pasado más remoto. El primero de ellos se basa en la presencia de una civilización desaparecida, mientras que el segundo lo hace en la de seres inteligentes de otro planeta. Esta última propuesta se afianzó con la llamada “teoría de Los Antiguos Astronautas”. En ella se sostiene que la creación del hombre moderno no es el resultado de un proceso de evolución lineal, sino más bien un proceso de creación cíclica, inteligentemente supervisado y controlado por seres con una mente más elevada.
Aunque la teoría de los antiguos astronautas existe desde los años 50, quien la sacó a la luz pública en un lenguaje popular fue el escritor Erich Von Däniken, con su obra, “Recuerdos del futuro” logrando despertar el interés de la opinión pública mundial en estos temas. Según von Däniken en su libro, “Las Carrozas de los dioses”, la teoría de la evolución no explica la capacidad craneal humana, como tampoco los extraños fósiles del hombre moderno que datan de épocas donde «no deberían existir». Ciertos artefactos y construcciones monumentales hallados en ruinas antiguas requerían una habilidad tecnológica sofisticada mayor que la que había disponible en aquellas culturas.
Muchas son las teorías, muchas las hipótesis, pero la inmensidad de lo desconocido es tan abrumadora como concreta. La ingeniería genética, la inteligencia artificial y los viajes espaciales son industrias que se están desarrollando exponencialmente. Hace apenas 65 años aún teníamos que descubrir el papel y el comportamiento del ADN. Hoy, utilizamos tecnología CRISPR, la cuál ofrece a los científicos la posibilidad de cambiar una secuencia de ADN de una forma más fácil, rápida y precisa en diferentes puntos concretos del genoma dentro de un organismo vivo, (una herramienta de edición del genoma que actúa como unas tijeras moleculares). Sabemos que aplicando las ideas de la programación de ordenadores a la bioquímica y a la genética, podemos programar la medicina de la misma forma que programamos los ordenadores y el software.
Me cuesta trabajo pensar que nuestro planeta sea el único en el que exista vida inteligente; pero si nosotros podemos salir y colonizar otro mundo dominando altos niveles tecnológicos incluyendo la ingeniería genética ¿seres más avanzados no pudieron haberlo hecho en la tierra en el pasado remoto incluso hasta nuestros días?.
En fin... El mundo está lleno de historias increíbles y sorprendentes que requieren de grandes dosis de fe e investigación para que sean corroboradas.
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