PASIÓN POR ZAMORA
Zamora: lo que pudo haber sido y no fue
La ucronía de Zamora, lo que pudo ser esta ciudad y su provincia, se nos muestra en agosto. En el octavo mes del año, el que nos recuerda al emperador Augusto, nuestra geografía recoge a miles de zamoranos que un día, ya lejano en el tiempo, decidieron dejar su patria chica para ganarse el pan con el sudor de su frente en otros lares, en otras provincias, regiones y naciones, porque aquí el sudor no regaba ni tierras, ni percutía en negocios, ni valía para alcanzar un status económico mínimo. Ahora, aprovechan sus vacaciones anuales para visitar a abuelos, padres y amigos. Abrazos y besos, cargados de nostalgia, de melancolía.
Cierto que este mes de agosto, todavía circundando por el bicho, dista de otros anteriores, pero se nota en el comercio, en terrazas, en restaurantes, en las avenidas y calles. Zamora es otra. Contemplamos la Zamora que, con políticos decentes y sentimientos; con políticos del pueblo, debió ser. Una capital con cerca de cien mil habitantes –tenía 50.000 en 1965-hace más de medio siglo, y una provincia con 300.000 vecinos, pujante, dinámica, viva. Se nos robó el futuro en el pretérito. La democracia nos sentó muy mal. El Estado, durante el felipismo, desinvirtió y causó enorme daño al sector primario, al aceptar las medidas de Francia y Alemania que le afectaron hasta reducirlo a una mínima expresión.
Zamora, la capital, su comercio, su pequeña industria, vivía de los habitantes del medio rural. Cuando agricultores y ganaderos notaron el impacto negativo de la entrada en Europa, la feroz, profunda, brutal reconversión agroganadera, Zamora se fue desmoronando. Los jóvenes huyeron del campo. Los que estudiaron encontraron colocaciones de importancia allende la geografía provincial, mientras que el resto se quedó a sembrar el futuro en sus campos. Se cerraron, durante este tiempo, más de 4.000 establos de vacuno de leche. Francia no quería lácteos españoles. Francia vendería sus productos a España. Compramos, pero no vendíamos. La provincia quedó tocada del ala, prostrada. La ciudad de Zamora, menguaba, envejecida, se iba muriendo.
Los distintos gobiernos, los del PSOE, que iniciaron el derribo, y los del PP, que, a la chita callando, lo continuaron, nos convirtieron en una reserva india, en una residencia de la tercera edad, en una tierra sin apenas actividad económica, a la que, además, no le llegaban las multimillonarias ayudas europeas, porque la Junta de Castilla y León prefería potenciar el eje Valladolid-Burgos. La gigantesca autonomía acabó con la esperanza de Zamora. Solo se movieron los leoneses. Salamanca ciudad vivió siempre de su universidad, también tocada en su prestigio en el último medio siglo. Nosotros, los zamoranos, envejecimos, y los mayores solo esperan vivir sus últimos años oliendo paz, perfumándose con sosiego. La suerte estaba echada.
El desierto demográfico nos devora. Año a año, se desmontan los andamios de nuestro futuro. Nos engañaron con lo de Monte la Reina. Jugaron entre el PP y el PSOE con la transformación de la N-122 en autovía. Se habló de que los terrenos de Adif en la Estación del Ferrocarril se cederían al Ayuntamiento para crear un polígono industrial importante. Todo mentira. A los mayores se les engaña con un caramelo y con pensiones miserables que no dan ni para comprar tabaco ni el periódico local para leer esquelas.
Surgieron movimientos de gente buena y preparada, como Viriato. Los empresarios y algunos profesionales liberales crearon Zamora10, porque sus organismos oficiales, CEOE y Cámara de Comercio apenas los defendían, organismo muertos, como la mayor parte de la gente. Tanto la asociación que lidera Ana Morillo, como la que gerencia Francisco Prieto Toranzo han sufrido todo tipo de trabas, de impedimentos, de estorbos para desmoralizarlas, desencajarlas de la sociedad, rendirlas. Porque aquí, a los que mandan de verdad, no les interesa el progreso, la actividad económica, sino la reacción, el viaje al pasado, la miseria económica y la intelectual, la nada social.
Desengañémonos: ni el PSOE ni el PP hicieron nunca nada por Zamora, y si hubo alguna inversión, se debió a la inercia, como el AVE y autovías. No esperemos nada de sus vicarios en la provincia, que van a lo suyo, que no es otra cosa que servir a su partido; no son otra cosa que comerciales de sus respectivas formaciones políticas. Ciudadanos está muerto como partido, si bien Francisco J. Requejo está haciendo una colosal labor en la Diputación. La formación naranja, si quiere asir el futuro, debería convertirse en partido zamorano.
Aquí solo hay una izquierda zamorana, la de Guarido, preparado para dejar la política. Y no hay ningún centro-derecha zamorano. Por tanto, insisto en la importancia de crear un movimiento político provincial y unirse en la petición de autonomía del Reino de León. Si, para los próximos comicios, locales o nacionales, seguimos como ahora, sin representación real del pueblo, Zamora pasará a ser un cementerio social, demográfico y económico.
Y escribo hoy, en Zamora, cuando se celebró la Virgen del Tránsito, que no es nuestra patrona, pero sí refleja a la perfección, en lo se ha convertido esta ciudad: tránsito hacia la nada.
Eugenio-Jesús de Ávila
La ucronía de Zamora, lo que pudo ser esta ciudad y su provincia, se nos muestra en agosto. En el octavo mes del año, el que nos recuerda al emperador Augusto, nuestra geografía recoge a miles de zamoranos que un día, ya lejano en el tiempo, decidieron dejar su patria chica para ganarse el pan con el sudor de su frente en otros lares, en otras provincias, regiones y naciones, porque aquí el sudor no regaba ni tierras, ni percutía en negocios, ni valía para alcanzar un status económico mínimo. Ahora, aprovechan sus vacaciones anuales para visitar a abuelos, padres y amigos. Abrazos y besos, cargados de nostalgia, de melancolía.
Cierto que este mes de agosto, todavía circundando por el bicho, dista de otros anteriores, pero se nota en el comercio, en terrazas, en restaurantes, en las avenidas y calles. Zamora es otra. Contemplamos la Zamora que, con políticos decentes y sentimientos; con políticos del pueblo, debió ser. Una capital con cerca de cien mil habitantes –tenía 50.000 en 1965-hace más de medio siglo, y una provincia con 300.000 vecinos, pujante, dinámica, viva. Se nos robó el futuro en el pretérito. La democracia nos sentó muy mal. El Estado, durante el felipismo, desinvirtió y causó enorme daño al sector primario, al aceptar las medidas de Francia y Alemania que le afectaron hasta reducirlo a una mínima expresión.
Zamora, la capital, su comercio, su pequeña industria, vivía de los habitantes del medio rural. Cuando agricultores y ganaderos notaron el impacto negativo de la entrada en Europa, la feroz, profunda, brutal reconversión agroganadera, Zamora se fue desmoronando. Los jóvenes huyeron del campo. Los que estudiaron encontraron colocaciones de importancia allende la geografía provincial, mientras que el resto se quedó a sembrar el futuro en sus campos. Se cerraron, durante este tiempo, más de 4.000 establos de vacuno de leche. Francia no quería lácteos españoles. Francia vendería sus productos a España. Compramos, pero no vendíamos. La provincia quedó tocada del ala, prostrada. La ciudad de Zamora, menguaba, envejecida, se iba muriendo.
Los distintos gobiernos, los del PSOE, que iniciaron el derribo, y los del PP, que, a la chita callando, lo continuaron, nos convirtieron en una reserva india, en una residencia de la tercera edad, en una tierra sin apenas actividad económica, a la que, además, no le llegaban las multimillonarias ayudas europeas, porque la Junta de Castilla y León prefería potenciar el eje Valladolid-Burgos. La gigantesca autonomía acabó con la esperanza de Zamora. Solo se movieron los leoneses. Salamanca ciudad vivió siempre de su universidad, también tocada en su prestigio en el último medio siglo. Nosotros, los zamoranos, envejecimos, y los mayores solo esperan vivir sus últimos años oliendo paz, perfumándose con sosiego. La suerte estaba echada.
El desierto demográfico nos devora. Año a año, se desmontan los andamios de nuestro futuro. Nos engañaron con lo de Monte la Reina. Jugaron entre el PP y el PSOE con la transformación de la N-122 en autovía. Se habló de que los terrenos de Adif en la Estación del Ferrocarril se cederían al Ayuntamiento para crear un polígono industrial importante. Todo mentira. A los mayores se les engaña con un caramelo y con pensiones miserables que no dan ni para comprar tabaco ni el periódico local para leer esquelas.
Surgieron movimientos de gente buena y preparada, como Viriato. Los empresarios y algunos profesionales liberales crearon Zamora10, porque sus organismos oficiales, CEOE y Cámara de Comercio apenas los defendían, organismo muertos, como la mayor parte de la gente. Tanto la asociación que lidera Ana Morillo, como la que gerencia Francisco Prieto Toranzo han sufrido todo tipo de trabas, de impedimentos, de estorbos para desmoralizarlas, desencajarlas de la sociedad, rendirlas. Porque aquí, a los que mandan de verdad, no les interesa el progreso, la actividad económica, sino la reacción, el viaje al pasado, la miseria económica y la intelectual, la nada social.
Desengañémonos: ni el PSOE ni el PP hicieron nunca nada por Zamora, y si hubo alguna inversión, se debió a la inercia, como el AVE y autovías. No esperemos nada de sus vicarios en la provincia, que van a lo suyo, que no es otra cosa que servir a su partido; no son otra cosa que comerciales de sus respectivas formaciones políticas. Ciudadanos está muerto como partido, si bien Francisco J. Requejo está haciendo una colosal labor en la Diputación. La formación naranja, si quiere asir el futuro, debería convertirse en partido zamorano.
Aquí solo hay una izquierda zamorana, la de Guarido, preparado para dejar la política. Y no hay ningún centro-derecha zamorano. Por tanto, insisto en la importancia de crear un movimiento político provincial y unirse en la petición de autonomía del Reino de León. Si, para los próximos comicios, locales o nacionales, seguimos como ahora, sin representación real del pueblo, Zamora pasará a ser un cementerio social, demográfico y económico.
Y escribo hoy, en Zamora, cuando se celebró la Virgen del Tránsito, que no es nuestra patrona, pero sí refleja a la perfección, en lo se ha convertido esta ciudad: tránsito hacia la nada.
Eugenio-Jesús de Ávila
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